Aunque hace un tiempo insistía en que solo se iba a dedicar a escribir poesía -¡dulce e inocente juventud!-, una vez se acercó a la prosa "con curiosidad", en la idea de "inventar mundos", y recibió casi "sin quererlo" el segundo premio de relatos en CajaCanarias, la cosa cambió. Esa experiencia ya condujo a Quintín Alonso Méndez (Bajamar, Tenerife, 1953) a embarcarse en una pequeña novela: "Creo que desde entonces la prosa me sedujo".

El escritor ha vivido desde sus comienzos rendido a la palabra, un lugar al que siempre regresa, pero el origen de su última obra hay que buscarlo en una propuesta, casi un encargo: una mujer garabateó sobre un papel un título "El edén de Salomé" y, mirándolo a los ojos, le planteó si se sentía capaz de escribir esa historia.

Con el desafío, Quintín Alonso admite que, en principio, lo que surgió fue un cuento: "La música suena en el día que recién se ha levantado, aún no tiene pájaros en los alambres...", comienza el breve relato, hasta que un día, no sabe muy bien cuándo, "empezaron a surgir los versos", precisamente los que se recogen en este libro que la pasada semana presentaba en el Ateneo de La Laguna.

El escenario que inspira a este autor resulta localizable y cercano, el núcleo costero de Bajamar: "Representa la entrada de Anaga, rodeada por las montañas y el mar", un espacio donde se genera "una atmósfera mágica", y ya sea dando un paseo o abierto a la noche "va metiéndose por la ventana", desgrana Quintín Alonso. "Pero lo que yo hago es robar los versos", concluye, porque en su proceso creativo entiende que siempre han estado ahí y a él solo le ha correspondido hacerlos visibles, llevarlos al papel.

"Me viene una frase, una reflexión y a partir de ahí dejo que la mano discurra libre", siempre en la compañía de un pequeño bloc donde anota sensaciones, palabras sueltas, suspiros...

Lo cierto es que, como reconoce el escritor, de un tiempo a esta parte cada vez resulta más difícil trasmitir y comunicar. Y es que lamenta cómo el metalenguaje tan al uso en las redes sociales "está destrozando los registros que conocemos" y está generando un nuevo lenguaje que, en su evolución, Quintín Alonso considera que no va a tener nada que ver con lo anterior.

"Es triste que se renuncie a la sintaxis, la acentuación, la puntuación...". La comunicación se está convirtiendo en algo "casi mecánico", dice este escritor.

Por tal razón reivindica, sin rechazar las nuevas tecnologías, "no perder la cercanía del libro; el tacto; el olor de las cubiertas y las hojas, el roce del papel en los dedos, el ruido de las páginas, el árbol, la raíz...", subraya.

A su juicio, "los gobiernos están abandonando la cultura; el poder margina y silencia". Precisamente, "la poesía en sí misma es un género marginado dentro de la propia literatura".

Quintín Alonso busca voces nuevas y desde Hispanoamérica le llegan registros frescos. "Creo que en esos países se preocupan de rescatar, cuidar y transmitir el lenguaje". Por contra, lo que le circunda se asemeja cada vez más "a un grupo de gentes amontanadas en una plaza y apáticas". Sin final.

Autor: Quintín Alonso Méndez

Título: "El edén de Salomé" Género: Poesía

Editorial: Lampedusa

Páginas: 276