Afirma que en su corazón de periodista no se distinguen los latidos que tienen que ver con sus cometidos en la prensa, radio o televisión. "En internet las reglas son otras, pero las pulsaciones las mismas", revela la madrileña Montserrat Domínguez (1963) sobre las funciones que desarrolla al frente del "The Huffington Post". Dos años y medio dirigiendo este medio digital lleva una profesional de la información que ha cubierto distintas etapas en la agencia Efe, Canal +, Telecinco, Antena 3 y la Cadena Ser. "No me ha quedado más remedio que reconvertirme porque las herramientas son otras", cuenta sin perder de vista que el objetivo final siempre es "dar la mejor información y llegar al mayor número de personas".

Una formación multimedia es, a juicio de Domínguez, una de las claves para llegar a entender el papel que desarrolla en la edición española del diario estadounidense: "El periodista que no sabe impulsar sus noticias en las redes sociales está condenado... Ya no se puede desatender una información una vez esta aparece en un periódico o ha sido leída en un informativo, sino que su autor tiene que ejercer de community manager y ser activo en la red: ver dónde lleva su trabajo, decidir si lo exhibe en Facebook, Twitter o en otra plataforma o hasta en qué medida se hace caso a la opinión de los lectores", enumera antes de analizar una de las amenazas más latentes que se ocultan en la red.

"El mayor problema que le veo al periodismo on line es su ritmo endemoniado y eso es un riesgo, ya que muchas veces la sangre no está lo suficientemente fría como para no dejarse arrastrar por la corriente... internet es un universo caliente en el que hay muchos talibanes. Eso sí, lo bueno es que un profesional se puede adaptar a la velocidad que él quiera porque hay tantas como periodistas", dijo en un momento de la conversación en la que vuelve a hablar de ese vértigo laboral que se percibe en el periodismo digital. "Mi medio está pegado a la realidad, pero hacemos un esfuerzo para apostar por dos o tres temas diarios que tengan un mayor recorrido una vez se pasaron los efectos del primer calentón".

Montserrat Domínguez afirma tener pruebas que apuntan a que "el lector de hoy es infiel y, por lo tanto, hay que salir a diario a por él porque coquetea con muchos medios de comunicación... Eso nos exige a desarrollar una narrativa y una estrategia distinta. No es lo mismo leer un periódico a través de un móvil mientras coges sol en Central Park que sentir el peso de un periódico sentado por la noche en el sillón de tu casa. Y es que los hábitos lectores han cambiado. En esa esquina te puedes encontrar con una persona que lee El Día, El País y que además lleva 10 o 12 entradas a un medio diario digital en su tablet", compara una lectora tradicional.

"A mí me gusta el papel... Lo que te proporciona ese formato no te lo garantiza ningún otro, pero va camino de ser una delicatessen. Tiene algo que lo convierte en un soporte imbatible, pero ya no va a ser un vehículo eficaz con el que transmitir información. De hecho ya no lo es. Está en clara desventaja con respecto a la radio, la televisión y la web, pero tendrá la vida que nosotros le sepamos dar. ¿A lo mejor nos estamos equivocando a la hora de plantear un debate que no tiene tanto que ver con el formato y sí con los contenidos?", se cuestiona una española que dice sentir cierta impotencia por no poder cuidar más el castellano.

"Una cuarta parte del tráfico que genera el Huffington Post procede de América Latina y eso implica la presencia de un obstáculo que aún no se ha solucionado con el objeto de que un colega de Chile sea bien interpretado en México, o que un periodista que escribe en su despacho de Argentina va a ser entendido en Brasil. Aparentemente parece que no se atisban esos bordes, pero sí que están. Esos giros dan una mayor riqueza al español, pero en la red funcionamos de otra manera. Lo que sí ha logrado esta globalización es una agilidad en los diarios digitales de América que antes no existía", valora antes de entrar en un terreno que roza la legalidad.

La propiedad de los contenidos que circulan a través de un medio digital no deberían ser un debate de discusión, según Domínguez, cuando las cosas se hacen bien... "Pero las cosas no se hacen bien y, por lo tanto, hay que hablar de lo ético. El periodismo digital no está a salvo de los desaprensivos que campan a sus anchas por la red sin que nadie les ponga colorados... En este oficio hay piratas que firman trabajos que no han hecho; notas que redactan otros y que asumen su autoría porque desconocen que todo eso deja una huella que es muy fácil de seguir", denuncia en la recta final de una charla que aún reserva un interesante tema de conversación: el coste de la información on line frente a los medios tradicionales.

Domínguez que contrariamente a lo que pueden pensar muchas personas, "la información on line, si se quiere hacer bien, es igual de cara o más que la que se hace en papel", añadiendo que "claro que podemos juntarnos cuatro amigos con unos ordenadores, empezar a coger contenidos gratuitos y liberados de la red, o no, y montar un panfleto digital de emergencia con el que puedes engañar a unos pocos durante un tiempo", expone como ejemplo de mala praxis periodística Montserrat.

"Los medios que no entiendan que lo digital necesita de unos controles de calidad muy elevados, en la parte técnica y humano, no van a poder superar el corte. Periodismo en red no consiste en volcar en un domicilio electrónico un montón de información, cuanto más mejor, sino preocuparse por la elaboración de una información de calidad que vaya acompañada de una reflexión y de unos elementos bien definidos -gráficos, vídeos encriptados, imágenes en 3D-. El que crea que el periodismo en red se hace sin buenas firmas y sin profesionales de prestigio está equivocado, de la misma forma que hay periodistas confundidos por no saber ver las ventajas que proporciona internet", concluye.

Montserrat Domínguez

Directora / "The Huffington post"