El pintor tinerfeño Pedro Paricio (La Orotava, 1982) es muy hablador y sincero, quizás porque normalmente se encierra voluntariamente durante cierto tiempo en su estudio de Tenerife o en el de Londres, donde vive en determinadas épocas del año, para tratar de crear esas obras que lo han hecho triunfar en la península y en el extranjero.

Este joven artista, casi siempre unido a su característico traje y sombrero negro, pantalón vaquero azul y camisa blanca, expone por primera vez en su isla natal, y lo hace a lo grande. Presenta la colección "Elogio de la pintura", más de un centenar de obras que han sido realizadas con acrílicos sobre lino, papel y lienzo, además de alguna instalación y varios vídeos, testimonios gráficos que recorren todos los periodos creativos de su producción artística. La exposición, repartida en ocho salas del Tenerife Espacio de las Artes de Santa Cruz, permanecerá abierta hasta el 8 de marzo de 2015.

Pedro Paricio estudió Bellas Artes en tres facultades diferentes: en Tenerife, Salamanca y Barcelona, ciudad esta última en la que acabó su carrera, además de vivir durante nueve años y empezar a despuntar con su peculiar lenguaje pictórico. Allí trabajó para las galerías Fidel Balaguer, en Barcelona, y Muro, en Valencia, hasta que dio el salto a la Halcyon Gallery de Londres.

"El arte es bastante versátil, está bastante abierto a la interpretación. Lo bueno de estudiar en tres universidades distintas es que te dan perspectivas diferentes. En Barcelona la tendencia era más conceptual. En Salamanca, en las clases de pintura podías presentar cualquier cosa, pero influía mucho la pintura matérica, y aquí, en Tenerife, también era bastante abierto, pero más tradicional", cuenta Paricio.

Aquellas tendencias académicas también marcaron su forma de concebir la pintura, que ha recorrido diferentes caminos, técnicas, temáticas y todos los aspectos que definen la historia del mundo del arte, muy presente en su trabajo. "Quizás lo que hago ahora tiene menos materia, pero lo hice con más materia. Eso te permite ver que el arte puede ser muchas cosas, el espectro es muy amplio siempre que se haga arte".

A pesar de vivir por y para el arte, este inquieto creador, que adora el vino de su tierra, aseguró que "definir el arte es complicado. Para mí es aquello que nos hace libres. Uno de los grandes secretos del arte es el trabajo. Todos los grandes artistas de la historia eran máquinas de trabajar, Miguel Ángel, Rafael, Caravaggio, Picasso...".

Una de las fijaciones de Paricio es proponer composiciones que son verdaderas alegorías del acto de pintar, además de ser él mismo el protagonista de la obra, como es el caso de la titulada "Autorretrato después de Velázquez" (2011), en la que cabalga a lomos de un caballo, como lo hace Felipe IV en la pintura que realizó Velázquez, entre otras muchas en las que aparece su reconocible figura en diferentes posturas y actitudes como foco del cuadro.

"El ser pintor no es un trabajo, sino una manera de ver la vida . Eres pintor todo el día, las 24 horas, todo el año. Implica taller y viajes alrededor de eso. Cuando viajo lo primero que hago es ir a ver museos de arte, luego a iglesias, donde encuentras cosas increíbles".

Con respecto a su lenguaje pictórica confesó que le resulta difícil definirlo: "Me muevo en unas fronteras un poco delimitadoras y realmente no me preocupa tanto. Al fin y al cabo soy pintor. Creo que mis cuadros tienen que justificarse por sí mismos. La etiqueta lo que permite es transportarlo al público. Podría decir figurativa, pero al final son un montón de elementos estéticos unidos. Tu cerebro te está diciendo que eso tiene el contorno de una persona, pero vamos, son una asimetría de colores. No hay un crítico que haya dicho esto es pintura figurativa o abstracta. Al final lo importante es que la gente vea la obra".

Cuestionado sobre qué influencias reconoce en su pintura, enseguida aclaró: "Continuamente bebo de influencias. Hay composiciones que son muy escenográficas, del Barroco, otras del nacimiento del cine. Hay composiciones muy del Renacimiento, mucho más idealizadas, con una figura más estable, centrada. Hay cosas que hago que son fotografías, con media figura fuera del plano (...)".

Este amante del color, amplio espectro cromático que inunda repartido en un mosaico los contornos que dibuja en su obra, precisó: "Soy una persona que en el siglo XXI adora la cultura. Me chifla el cine, la literatura, lo que hago. Yo vivo para y por el arte y la cultura. Me gusta ver cine, leer libros, el vino... La influencia visual que yo tengo, primero es la tradición de la historia del arte, cientos y cientos de películas que he visto. Ahora paso más tiempo en el taller, pero había épocas que veía dos películas al día. Tengo obra que es muy cinematográfico en la manera en la que están cortados los planos".

Por último, conviene aclarar que la actitud de este pintor ante el arte es muy honesta. "Yo voy estrujando todo lo que encuentro. La pintura es como una naranja, la exprimo y la voy bebiendo. Es como el vino. Lo que hago en el cuadro es sacar todo lo que llevo dentro de mí".

Pedro

Paricio

artista. autor de "Elogio de la pintura