Desde la cumbre de la montaña de Ayosa desciende una densa bruma que acaricia los viñedos del Valle de Güímar, como lo hacen los viticultores a lo largo del año.

La uva fruto de ese trabajo se lleva hasta la Bodega Comarcal para allí elaborar un vino con unas características especiales.

Así, a comienzos de cada año, sobre un vino base se "siembra una semillita" de levadura y azúcar y se embotella, provocando una segunda fermentación. El carbónico generado en el interior supone la burbuja del futuro espumoso, una caricia en nuestro paladar.

Y una vez finaliza la fermentación, las levaduras muertas o "madres" se depositan en el fondo de la botella, transmitiendo así toda su dulzura y redondez. Comienza entonces el periodo de crianza o "embarazo" de al menos 9 meses.

Cada año por diciembre llega el momento del "parto" o degüelle, una fecha que permanecerá inscrita en cada botella.

Como en todo nacimiento se requieren unos padrinos que velen por el bienestar "del recién nacido". Este año, los viticultores de la Bodega Comarcal Valle de Güímar designaron con tal honor a la Asociación de Cocineros y Reposteros de Canarias (Acyre) por el gran trabajo de difusión que realizan. Al "bautizo" y nombramiento de los padrinos asistieron el Consejero de Agricultura del Cabildo Insular de Tenerife y los alcaldes y alcaldesa del Valle que fueron testigos del acontecimiento. El espumoso ha nacido.