Su nombre está incluido en los créditos del libro "Enigmas y tesoros de Canarias" (Herques), publicación que atrajo la curiosidad de un novelista que no necesita demasiados estímulos para volcar sus sueños literarios en unas páginas que nunca persiguieron un reconocimiento que no fuera más allá de la crítica de un lector. "No soy amigo de los políticos; nunca lo he sido. Ni me caen bien, ni les caigo bien: nos sentimos un odio recíproco que no estoy por la labor de corregir", dice el prologuista de una obra en la que confluyen las firmas de Manuel de Paz Sánchez, Luis Alberto Anaya Hernández, Antonio Tejera Gaspar, Cirilo Leal Mújica, Germán Santana Pérez, Daniel García Pulido y Juan Francisco Delgado Gómez.

¿A un novelista de su calado le puede sorprender el contenido del libro "Enigmas y tesoros en Canarias"?

Es un libro muy entretenido que aporta datos curiosos... Ya me llamó la atención la publicación de "La cueva de las mil momias" y pensé que si mi nombre podía ser de utilidad en este proyecto lo aconsejable era estar.

La marca Vázquez-Figueroa, con casi un centenar de publicaciones, algo habrá pesado también, ¿no?

Supongo que ellos creen que sí (ríe). Soy un autor con muchos lectores, y algunos de ellos me leen en Canarias, pero esa es una respuesta que está fuera de mi radio de acción.

¿Y entre tanta obra hay alguna que merezca tener la condición de favorita?

La última no es mejor ni peor que las anteriores, pero en ella se analiza una problemática que se conecta con Canarias.

¿Se refiere a "Medusa"?

No, "Hambre".

¿Cuál es la estructura "Hambre"?

Trata de cómo resolver el problema del hambre en los países del África Subsahariano. Eso no se arregla enviando desde Canarias cargamentos de arroz, cajas de leche en polvo o sacos de trigo. ¿Cómo se puede enviar ese tipo de ayuda a lugares cuyo problema esencial es la falta de agua? Eso es como regalarle un peine a un calvo; tan grave como cuando en el pasado un médico decidía hacerle una sangría a un enfermo debilitado por el hambre. Al final lo matas, ¿no?

¿Pero tiene o no un preferido; una novela a la que quiera más que otras?

Hay algunas que me gustan más que otras, como pueden ser los que forman parte de las series "Cienfuegos" o "Tuareg", y otras que no me agradan nada. Un escritor debe ser el primero en admitir que hizo cosas que no estaban bien.

¿A pesar de sus viajes de ida y vuelta, Canarias siempre figura en su hoja de rutas?

Canarias siempre debe estar en la mente de aquel que ande navegando por todo el mundo... A pesar de que las autoridades canarias no me hayan prestado jamás ni la más mínima atención, sí que he escrito bastante de las Islas. No puede existir un árbol que no se alimente de sus raíces y las mías están en Tenerife.

¿No se siente bien tratado en las Islas?

¿Bien tratado? Por los lectores maravillosamente, por los políticos no. Aunque reconozco que yo tampoco los he tratado demasiado bien. No soy amigo de los políticos; nunca lo he sido... Ni me caen bien, ni les caigo bien: nos sentimos un odio recíproco que no estoy por la labor de corregir. Si en lugar de criticar les hubiera hecho más la pelota me habría ido mejor.

¿Un autor especialista en tramas conspiratorias qué piensa de los comentarios que apuntan a que la ficción está contando más que el periodismo?

Yo procedo del periodismo y mis novelas son muy periodísticas... A mi no me calla nadie ni debajo del agua; por algo soy submarinista. En ese sentido, digo lo que tengo que decir.

Algunos quieren ver en las creaciones literarias que se hacen hoy en las Islas alguna que otra influencia de Vázquez-Figueroa.

Agradezco que mi forma de escribir sea útil, pero cada escritor tiene que buscar su camino sin la necesidad de seguir los pasos de nadie por mucho éxito que pueda tener la persona a la que se quiere imitar. A partir de los veintipico me di cuenta de que no debía leer tanto a un solo autor para no contaminarme. Un escritor debe forjar su forma de ser: su propia literatura y estilo. A partir de ahí, unas veces acierta y otras fracasa: cuando aparece el éxito es con su fórmula, pero cuando falla solo es un imitador fracasado.

¿Por qué sigue escribiendo?

Ya no escribo ni por dinero ni para ser famoso; lo hago porque soy incapaz de estar 15 días sin esto. Conocí el éxito a los 30 años, pero no me dejé arrastrar porque sabía que corría el riesgo el convertirme en un imbécil. Necesito convivir con mis personajes e imaginarme situaciones que difícilmente me van a ocurrir. El éxito, el miedo a fracasar o las alabanzas me tienen sin cuidado porque en la vida solo hay dos cosas que me vuelven loco: escribir y las mujeres.

Acaba de vender los derechos de "Garoé" para que una alianza canario-latinoamericana la convierta en una película. ¿Cuál es la sensación que se tiene al "desprenderse" de una de sus criaturas?

Vender los derechos de una novela es como casar a una hija; tienes que tener buen ojo para que el que se la lleve no la maltrate o la convierta en otra cosa. En ese sentido, yo soy bastante claro: o vendo o no vendo. Si lo hago, el comprador es el propietario de la novela. Todo eso de que un autor es celoso de su obra y que desea protegerla de posibles alteraciones está bien, pero entonces no se podrá plantear nunca comercializar con la gente del cine. García Márquez no cedió los derechos de "Cien años de soledad" a una productora porque sabía que ese texto era inmejorable. Yo he visto películas de mis libros en los que no he sido capaz de reconocer la mano de Alberto Vázquez-Figueroa.