El rico mundo simbólico presente en la obra del pintor surrealista tinerfeño Óscar Domínguez (La Laguna, 1906 - París 1957) fue el tema central de la conferencia que impartió ayer Fernando Castro Borrego, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna, en la clausura del encuentro Arte y Pensamiento de la Fundación Cristino de Vera.

Este especialista en surrealismo disertó sobre "Óscar Domínguez. Bestiario surrealista", una serie de referencias zoomórficas que presiden su producción pictórica, una muestra de la cual se exhibe en una de las salas de la Fundación Cristino de Vera, bajo el título "Óscar Domínguez. La belleza convulsiva", hasta el próximo 31 de enero de 2015.

Castro Borrego, autor del único catálogo razonado existente sobre el artista canario, además de otro libro que ha publicado con Mapfre con sus últimas investigaciones sobre el pintor lagunero, disertó sobre las representaciones de animales y el modo en que estas representaciones tienen un carácter autobiográfico en el surrealismo. "Es una especie de proyección del sujeto", indicó.

Las principales conclusiones a las que llegó tras su estudio, y que enumeró en su intervención en La Laguna, señalan que "dentro de la pintura surrealista, este tema del simbolismo zoomórfico, del mundo simbólico de los animales, tiene una importancia capital. Entonces me hice una serie de preguntas sobre la recurrencia de esas proyecciones que tenían que ver no solo con él (Domínguez), sino con la manera en la que los demás lo veían a él. Lo llamaban el Caimán de Montparnase, y Bretón lo llamó el Dragón (Drago-dragonier) de las Islas Canarias. Así es como lo definía y lo dejó escrito Bretón".

Este estudioso del surrealismo y las vanguardias históricas abundó en la idea de que "todo eso tiene implicaciones simbólicas importantes, porque el catálogo de animales que tiene una significación alegórica en su pintura es muy grande. Está el león, el toro, la mantis religiosa, el escorpión, el caimán, el caracol, el gato o el pájaro (...)".

Desde el punto de vista de Castro Borrego, el significado, la interpretación de estos animales-símbolos es muy significativa. "La mayor parte de ellos, o muchos de ellos, tienen una significación trágica. Por ejemplo, la tauromaquia, que siempre se ha dicho que en Domínguez es una derivación picassiana, eso no es verdad. La tauromaquia era importante porque él se identificaba con el toro herido, con el toro agonizante con la puntilla o la estocada. Era una percepción de la realidad autodestructiva. Igualmente autodestructivo es el escorpión que aparece, o la visión de la mujer a través de la mantis, la mujer devoradora".

La realidad indica que Óscar Domínguez reflejaba a través de estos símbolos el acontecer de su propia vida, en muchas ocasiones atormentada por las circunstancias que padecía.

"Él hizo tauromaquia antes de estar influido por Picasso. Hay más imágenes escalofriantes, como en la obra Cementerio de elefantes, un cuadro en el que tienen una significación simbólica muy importante, porque el padecía acromegalia, que se llamaba vulgarmente elefantiasis. Es un cuadro tremendo. A medida que la enfermedad fue aumentando él se sentía como un monstruo, como una especie de hombre elefante, como le ridiculizaban algunos enemigos suyos, o cuando decían la vizcondesa de Noailles y su hombre elefante, cuando paseaba por la calle con su amante, una gran mecenas del arte francés. 0 en un rinoceronte encerrado en una jaula. Es una de las proyecciones de su etapa final. Su obra es muy rica en símbolos y tienen que ver con su propia vida. Es muy autobiográfico, no es un capricho (...). En realidad son metamorfosis, uno de los grandes temas del surrealismo", refutó el profesor tinerfeño.

Fernando Castro Borrego, que considera que las principales aportaciones del pintor tinerfeño al surrealismo fueron las decalcomanías, los objetos y la obra de la etapa cósmica, es el autor del único catálogo razonado de su obra por el momento, el libro titulado "Óscar Domínguez y el surrealismo", publicado por Cátedra en el año 1978. Esta obra incluye un total de 426 obras, catalogadas, con fichas y cronologías, entre otros detalles, a las que se pueden añadir las incluidas en el catálogo de la exposición que se hizo en el CAAM de Las Palmas, comisariada por Ana Vázquez de Parga, y otra que se hizo en el Reina Sofía.

"Hubo un intento por parte del Cabildo de emprender una catalogación completa de la obra, pero no se llevó a cabo. Sería bueno que se hiciera, porque es necesario limpiar la obra. Existe la desgracia de que han surgido falsificaciones que infestaron el mercado de falsos. La cuestión es que no tenemos un catálogo razonado. El mío está razonado académicamente, pero es del año 1975, cuando acabé mi tesis doctoral, cuando el falsificador no estaba actuando, por eso es fiable, aunque ha pasado mucho tiempo. Se debería hacer un catálogo razonado actualizado".