El legado de los intelectuales españoles exiliados en el Río de la Plata, como Rafael Alberti, incluye trabajos y anécdotas desconocidas que serán rescatadas del olvido en "Fiesta", un ambicioso proyecto que reunirá a más de un centenar de testimonios.

El argentino Miguel Schapire se ha propuesto rescatar la herencia de los intelectuales españoles que dejaron su huella en el Río de la Plata tras la Guerra Civil (1936-1939).

Schapire es un testigo privilegiado del trabajo de los intelectuales españoles en Buenos Aires y en Punta del Este (Uruguay) porque fueron su padre, fundador de la editorial del mismo nombre, y Gonzalo Losada, creador de la editorial Losada, quienes propusieron trabajo a muchos de estos "talentos exiliados".

Entre ellos, Rafael Alberti y María Teresa León, que llegaron a Buenos Aires en 1940 en el Mendoza, un barco cargado de exiliados españoles que, según sus investigaciones, "fue financiado por el Gobierno de Chile por mandato de Pablo Neruda".

"Otro de los que puso dinero, aunque no quería que se supiera, fue Pablo Picasso", asegura Schapire en una entrevista con Efe.

Alberti llegó a Buenos Aires el 3 de marzo de 1940, pero pronto se trasladó hacia el norte del país, a la provincia de Córdoba, donde se instaló en la casa de su amigo Rodolfo Aráoz Alfaro, abogado y dirigente comunista, en la villa de El Totoral, durante casi un año.

Allí, retomó la escritura y volvió a recitar poesía, la que emanaba de los versos de su libro "Entre el clavel y la espada", que terminó en su retiro cordobés, el primero de una larga lista como "Pleamar", "Retornos de lo vivo lejano", "Baladas y canciones del Paraná" y "Buenos Aires en tinta china", entre otros.

En Argentina, donde nació su única hija, Aitana, Alberti llegaría a convertirse también en director de la colección de poemas de la editorial Losada.

"(De Alberti) hay dibujos, hay contratos, hay ironías... todo eso lo estamos rescatando, porque en alguna medida se desconoce todo ese periodo de relación entre Argentina, España y Uruguay", continúa Schapire, que prepara un libro con el resultado de sus investigaciones.

Los Alberti, Rafael y María Teresa, vivieron sus años de exilio, 24 en total, entre Argentina y Uruguay, donde La Gallarda, su casa de Punta del Este, construida con el arquitecto catalán Antonio Bonet en el barrio Cantegril, se convirtió en lugar de reunión para intelectuales y artistas españoles, argentinos y uruguayos.

"Estaban rodeados de actores que llegaban, de bailarines, de actrices, pintores... ahí (en La Gallarda) es donde se va concretando la relación entre Argentina y Uruguay con España", recuerda Schapire.

La casa de Alberti en Punta del Este, bautizada con el nombre de una de sus obras de teatro que pudo estrenar en España, cuarenta años más tarde, fue siempre un punto de encuentro de poetas, escritores y pintores de todas la latitudes.

Entre los intelectuales latinoamericanos, el escritor chileno Pablo Neruda, el argentino Oliverio Girondo, el uruguayo Enrique Amorím o el artista plástico brasileño Cándido Portinari eran habituales de las largas tertulias, que culminaban de noche con los versos de Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado o Miguel Hernández.

"Si bien habían perdido la guerra, eran muy alegres y muy optimistas, todos los domingos había una paella, todos los domingos se reunían, todos los domingos creaban...", continúa Schapire.

Para salvar del olvido ese espíritu, Schapire prepara un proyecto que llevará por título "Fiesta" y contará con más de un centenar de testimonios que incluyen a intelectuales y artistas, como Ana Belén o Antonio Banderas.

"Gracias a Machado, Serrat llena estadios", señala Schapire, a modo de ejemplo para defender la recuperación del legado de los intelectuales españoles.