La Academia de Cine sorprendía ayer con un "regalo" al cineasta tinerfeño Víctor Moreno (Santa Cruz de Tenerife, 1981), anunciando la nominación de su obra "Edificio España" entre las cuatro finalistas al premio Goya en el apartado de Mejor Película documental, donde competirá con "2014. Nacido en Gaza", "El último adiós a Bette Davis" y "Paco de Lucía: la búsqueda".

El tinerfeño afirma que aún no ha visionado los otros trabajos finalistas, pero no tardará en hacerlo.

Con la noticia aún caliente, Moreno quiso compartir la "alegría" con Rodrigo Rodríguez, Nayra Sanz Fuentes (autora de la foto) y Guillermo Carnero, nombres propios de un equipo entregado y capaz de "hacer realidad una película artesanal", que también se construyó con el esfuerzo de los trabajadores que participaron en la rehabilitación del edificio que centra la historia (muchos ahora en el paro y otros de vuelta a sus países), con quienes convivió durante largas jornadas.

El documental, de 94 minutos de duración, se hizo realidad a pesar de múltiples inconvenientes, como la paralización de las proyecciones por parte del Banco Santander, y fundamentalmente gracias a "la financiación del Gobierno de Canarias y el Ministerio de Cultura", admite el cineasta, que lamenta la pérdida de estos fondos en los presupuestos culturales del Ejecutivo regional para el presente ejercicio, un hándicap para el futuro de los proyectos en el sector audiovisual.

Moreno reconoce que "Edificio España" se ha sabido mover y ha sonado mucho, en buena media por su presencia en diferentes festivales y encuentros, algunos del prestigio de la cita de San Sebastián, Buenos Aires, Documentamadrid o Doclisboa, un itinerario que ha dado como resultado una destacada "visualización".

Ahora, la nominación a los premio Goya representa un "impulso" y mayor prestigio, si cabe, para una cinta cuyo rodaje se dilató todo un año y que acumuló más de 200 horas de metraje.

Lo cierto es que la idea de montar el documental surgió a partir de un impulso vital, cuando en 2007, residiendo en Madrid, Víctor Moreno se enteró de que el edificio España, un símbolo de la capital, ubicado en la Gran Vía y que llegó a convertirse en el más alto de Europa con sus 103 metros de altura, iba a rehabilitarse.

Sin pensarlo "tomé la cámara y entré a grabar", explica, en su idea de "registrar documentalmente" lo que entendía representaba un acontecimiento. Y se encontró un mundo "desolado", un espacio que sin embargo conservaba señales de su vida pasada y donde el tiempo parecía haberse detenido.

Cuando los obreros comenzaron las tareas de rehabilitación descubrió "un grupo humano" formado por un mosaico multiétnico, algo similar a la Torre de Babel que se cita en la Biblia, y captó entonces su devenir diario, su perfil humano.

Fue en 2010, pasados tres años, cuando al retomar aquel material Víctor Moreno reparó en su condición de testimonio, en su valor como documento de una época de bonanza frente a la coyuntura de crisis que azotaba al país. Y entendió que "aquellas imágenes no solo hablaban de la intervención en un edificio, sino que representaban la alegoría de un cambio, la metáfora que escenificaba un momento crucial de nuestra historia reciente".

Ahora, tras asimilar la nominación a los premios Goya, este cineasta mantiene la idea de que resulta posible construir, a pesar de las adversidades.

Las utopías se proyectan y permanecen.

Alayón y "Slimane"

Otro de los creadores tinerfeños que optaba a estar presente en la "fiesta" del cine español era José Alayón, quien con su película "Slimane" lograba una preselección que, dice, "me sabe a éxito". Tras valorar el reconocimiento al trabajo de su colega Víctor Moreno no dudó en cuestionar los baremos que aplica "una Academia muy ortodoxa y tradicional, que mantiene una visión casposa del cine". Aunque reconoce la dificultad que supone para una producción modesta acceder a la final de los Goya, en el fondo Alayón mantenía la esperanza de disputar el galardón a mejor dirección novel y también el de actor en este mismo apartado, como reconocimiento al enorme trabajo del intérprete marroquí. Desde su punto de vista, la industria oficial mantiene un concepto "conservador" y apenas presta atención al "cine alternativo". Alayón llega incluso a considerar que los académicos no han visionado su película. Pero, al menos, cuentan con "el reconocimiento que llega desde fuera".