El equipo forense y antropológico que se encuentra detrás de la búsqueda de Cervantes, con la Sociedad Científica Aranzadi a la cabeza, calculan que en siete o diez días, incluso "menos", se podría saber si los restos hallados en el convento de las Trinitarias coinciden con las características del escritor.

Así lo ha asegurado este viernes en rueda de prensa el antropólogo forense Francisco Etxeberría. Esta segunda fase tiene un coste de 50.000 euros y cuenta con el apoyo del área de Las Artes del Ayuntamiento de Madrid, de la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid y del Arzobispado. Los investigadores han dado las gracias especialmente a las hermanas trinitarias por "entender este proyecto", que "combina ciencia y cultura".

Una veintena de personas trabajarán en la zona aunque no todas al mismo tiempo. Proceden de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, de Falcon High Tech, de la Universidad del País Vasco, de la Complutense de Madrid, del Instituto de Medicina Legal de Galicia, de la Universidad de Granada, del Instituto de Medicina Legal de Cataluña, de la Universidad de Alicante, del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, del Hospital Universitario de Vigo, del Instituto de Estudios Científicos de Momias y del Museo del Traje.

Un hombre de 69 años con seis dientes

Los cuatro equipos que desde este sábado participan en la búsqueda de los restos de Miguel de Cervantes tienen como misión dar con los huesos de una persona con unas características muy determinadas, las de un varón de 69 años, con sólo seis dientes, con la mano izquierda atrofiada y con restos de plomo por arcabuzazos.

En la rueda de prensa de presentación de la segunda fase de búsqueda, los investigadores han recordado que fue el propio Cervantes quien describió su mala dentadura, con dientes "mal acondicionados y peor puestos porque no tienen correspondencia los unos con los otros", en el prólogo de sus ''Novelas ejemplares''.

Su antebrazo y mano izquierda quedaron atrofiados tras la Batalla de Lepanto y podrían albergar partículas de plomo procedentes de los arcabuzazos que Cervantes recibió en esta contienda, donde se contabilizaron hasta 30.000 bajas.

Los investigadores han destacado en la rueda de prensa que, según una crónica anónima de la época, el cadáver del escritor "fue amortajado con el sayal de San Francisco y en su diestra se colocó una sencilla cruz de madera". A eso se une que "cuatro hermanos de la Orden Tercera lleváronlo a la iglesia de monjas trinitarias, donde al día siguiente recibió cristiana sepultura".