Sobre la figura de Secundino Delgado (1867-1912), a quien se ha considerado el padre del nacionalismo canario, mucho se ha escrito, hablado y también fabulado.

Manuel Hernández González, profesor titular de Historia de América de la Universidad de La Laguna y miembro de la Red de Investigadores sobre Identidades Nacionales, consideró que se hacía preciso abordar "desde el rigor de la metodología científica y el sentido crítico" la trayectoria vital y humana de este personaje.

Así, con el acercamiento a las fuentes documentales, el investigador fue alumbrando un "material inédito", una profusa información que ordenó, seleccionó y a la que se da carácter divulgativo en el libro "Secundino Delgado: El hombre y el mito. Una biografía crítica", de Ediciones Idea, que se presentó el pasado mes de diciembre en el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife.

Manuel Hernández destaca de este estudio el hecho de que descubre aspectos sobre la vida de Secundino Delgado que hasta ahora no se habían considerado y que inscriben a la persona en relación con sus contextos sociopolíticos, de ahí su carácter novedoso, al tiempo que desmitifica y pone al descubierto una serie de falsedades que se han atribuido a tan singular personaje.

El profesor se ha acercado a indagar en la naturaleza de la familia de Secundino, "uno de cuyos hermanos, Arturo, participó en la Guerra de Cuba con el grado de sargento y hasta llegó a ocupar el cargo de concejal en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife en las filas del Partido Conservador".

De sus orígenes señala que fueron "humildes" y subraya cómo "ni Secundino ni sus hermanos alcanzaron a cubrir el nivel elemental de instrucción".

Lo cierto es que de su trayectoria en tierras americanas, hacia donde emigró cuando contaba la edad de 14 años, destaca su condición de "obrero autodidacta formado en los círculos proletarios de la Península de la Florida", donde trabajó como herrero (oficio paterno) en Key West y tabaquero en rama en Tampa, una ciudad en la que ejerció como redactor y colaborador en el periódico "El Esclavo", el órgano de expresión del movimiento anarquista.

Desde el fundamento de la liberación de los pueblos, con el objetivo de una sociedad sin clases ni Estado, Secundino Delgado participó con sus postulados anarcocomunistas, en línea con las ideas de Piotr Kropotkin, en los movimientos independentistas cubanos y canarios.

Sin embargo, en el número 9 y último del periódico "El Guanche" (1897-1898), Secundino ya dio señales de "un cambio de estrategia política que lo lleva a dar un giro ideológico y a plantearse tesis autonomistas", explica el autor.

Precisamente, la ocupación norteamericana de la isla de Cuba provoca el regreso de Secundino a Canarias, donde funda el Partido Popular, una fusión de anarquistas y republicanos que se presenta las elecciones y logra una escasa representación: un solo concejal, concretamente José Arnaiz, en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, por el distrito de El Cabo.

Y así, la crisis finisecular española, de una parte, y el fracaso de su aventura electoral, por otra, lo conducen hacia un republicanismo de corte autonomista.

Quizás uno de los capítulos más grotescos de su vida esté relacionado con su arbitrario encarcelamiento, dictado por el general Valeriano Weyler en 1902, siendo ministro de Defensa, y bajo la acusación de haber fabricado el explosivo utilizado en el atentado contra la Capitanía General de La Habana en 1896.

"Se trató de una venganza personal de Weyler, quien lo apresó y lo retuvo en la cárcel Modelo de Madrid, aún a sabiendas de que el proceso resultaba claramente ilegal, por cuanto el Tratado de París ya establecía que esos delitos habían prescrito", detalla el profesor.

El consulado y la embajada de Estados Unidos, y también el Gobierno cubano aludieron a la ilegalidad de la detención, por cuanto Secundino Delgado tiene la nacionalidad de ambos países. "Y aunque Weyler sabía que el Gobierno cubano estaba recurriendo mantuvo preso a Secundino hasta que dimitió como ministro de Defensa", señala Hernández.

La intervención de EEUU y Cuba obliga al gobierno español a "pagarle una indemnización de 12.500 pesetas de la época en compensación por su encarcelamiento".

Los últimos años de vida los pasó tratando de vertebrar su proyecto autonomista, viajando por diferentes países (Uruguay y Argentina), como cronista del diario cubano "El Mundo", y dando a la luz en 1904 su autobiografía, "Vacaguaré", editada clandestinamente en los talleres de Patricio Estévanez Murphy, en la capital tinerfeña, con más repercusión en el exterior que en el Archipiélago, donde no se vendió hasta 1910. "Los únicos ejemplares se conservan en el Alcázar de Segovia como parte del proceso militar".

Su tragedia vital, con la muerte de su mujer en Arafo, la de su hijo por tuberculosis, cuando Secundino Delgado regresó de un viaje a Argentina, y la de su hija, en el plazo de tan solo un año, terminaron por llevarlo a una temprana muerte en 1912, con solo 45 años.

Manuel Hernández

PROFESOR TITULAR DE HISTORIA DE AMÉRICA

Autor: Manuel Hernández González

Título: "Secundino Delgado: El hombre y el mito. Una biografía crítica""

Editorial: Ediciones Idea