La imagen de la espiral del viento fue el punto de partida de la conferencia que impartió el pasado jueves, bajo el título de "El nombre del barco de Odiseo", Fernando Castro Flores, filósofo palentino y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, como complemento de la exposición "Martín Chirino. Crónica del viento", que se desarrolla hasta hoy en las salas de la Fundación CajaCanarias en Santa Cruz y La Laguna.

Este crítico de arte explicó que "desde los años 50, toda su obra es un recorrido en espiral en el que hay aspectos filosóficos y escultóricos, pero sobre todo hay un intento de construir una mitología en la que el centro de esa espiral, al que nunca se llega, es idéntico al que tenía Odiseo regresando a través del mar hacia su casa. Es una especie de viaje hacia lo profundo de su memoria primordial. Es una evocación del lazo indestructible que hay entre Chirino y el modo en que él ha hablado de Canarias sin hacerlo de una forma descriptiva, utilizando la abstracción y sus recursos".

También aludió en su intervención a la importancia del escultor canario en el arte de la época del informalismo, desde los años 50, su unión al grupo El Paso, su impacto en Estados Unidos y la importancia de su obra en los años 70 y 80. "Chirino ha estado en las vanguardias y fue un catalizador cultural tanto en el Círculo de Bellas Artes de Madrid como en el CAAM. Fue un artista y, al mismo tiempo, un agente cultural de primera magnitud, sin el que sería muy difícil entender no solo la cultura canaria de los últimos tiempos, sino también la española. En los años 80 fue un gran activador y, sobre todo, un defensor del pluralismo artístico, ideológico y de la discusión cultural".

Otro aspecto en el que incidió el conferenciante fue en lo que el artista denominó la "Crónica del siglo XX" , esa serie que se llama "Afrocan. Mirar África desde Canarias, pero también poner el contexto canario en una dimensión global e internacional. En cierta medida, su obra hoy resplandece como casi de carácter clasicista, frente a lo que serían todas las posiciones digamos de una epidemia de la tontería, de un negarse al efectismo, al reality show y como su obra hoy tiene ese carácter de la búsqueda de la armonía, de mezclar el peso con la ligereza, la gravedad con el dramatismo. La obra de Chirino es una trinchera, una línea de resistencia frente a las estéticas de lo superficial".

El ponente definió al escultor como "un artista enormemente reflexivo, con un mundo formal deliberadamente limitado, acotado. El busca unas imágenes casi de tipo arquetípico, pero eso no quiere decir que se repita. Él consigue, utilizando un repertorio formal reducidísimo, irlo variando constantemente, pero sobre todo es uno de los últimos testigos de un siglo XX complejísimo, pero un siglo que intenta hacer un tipo de arte en el que la ética vaya de la mano de la estética. Es una clave de su trabajo, una reflexión sobre el presente en el que uno se pierde el componente político que tiene el arte sin convertirse en una política propagandística, sino una política como articulación de lo común".

Con respecto a su principal aportación al mundo del arte, Castro significó que "la primera aportación creo que es dotar a la dinámica abstracta de la escultura de un hondo contenido antropológico. Lo que él consiguió en toda su obra es no perder de vista esa condición antropológica".

Asimismo, consideró que ha sido un artista que ha tenido muy presente las corrientes internacionales del arte, pero "no pierde sus raíces. Siempre han estado presentes en su obra elementos de la cultura canaria, pero sin hacerlo en plan folclórico. Lo que ha hecho ha sido llevar lo más autóctono y simbólico de Canarias a nivel internacional. Además, ha introducido a Canarias en la dimensión de la vanguardia. Su obra es una demostración de que se puede ser internacional estando enraizado en lo local".

El conferenciante también nombró a Westerdhal, Millares o Juan Hidalgo y su vinculación con las islas, a pesar de salir al exterior para difundir su trabajo. "Son artistas que han tenido que hacer un trabajo de penetración cultural, instalar la vanguardia en Canarias y, al mismo tiempo, han tenido que salir fuera. Creo que no han dejado de ser unos canarios ejemplares".

En este sentido, precisó que "cuando se le escucha a Chirino, le sale el acento, le sale su pasión por Canarias. Creo que no hay día en el que dando un golpe al martillo en la fragua no esté girando en torno a lo que vio en la niñez. Hay una imagen muy bonita de él dibujando una espiral en la playa de Las Canteras. Es el camino de su vida (...). Es un camino luminoso. Ha trabajado con el fuego, con el metal candente, con las brasas... Es un artista iluminador y se conserva tremendo".