Si es verdad que la música tiene el poder de transportar a la audiencia a universos muy lejanos, las personas que acudieron anoche al concierto que Olga Cerpa & Mestisay dieron en el teatro Leal de La Laguna tuvieron que experimentar el placer de pasear por la lisboeta Plaza del Rossio.

"Estación Lisboa" nació con frío y una fina lluvia que se hizo más gruesa cuando el espectáculo ya había cubierto su primera parada en Aguere. Olga Cerpa y sus compañeros de proyecto aparecieron en el escenario entre el zumbido de un tren que anunciaba un hermoso viaje por unas sonoridades única. La cantante se disculpó por no ser fadista, pero ya quisieran algunos/as tener el equipaje artístico de la grancanaria.

Manuel González (guitarra española); Pancho Delgado (guitarra portuguesa); Hirai Afonso (guitarra y timple) y Marco Valero (contrabajo) arroparon a la solista en una velada que fabricó unas cuantas secuencias emotivas. El problema de doblar un programa es que la crónica del primer concierto se hace con el freno mano puesto para evitar desvelar todas las sorpresas que esta noche, a las 21:00 horas, se encontrará el público que vuelva a ocupar un asiento en el Leal.

"Estación Lisboa" es elegante. Es bello por su sonoridad y por su escenografía y es hermoso porque sus protagonistas saben llevar al personal título a título por un recorrido que acaba pegadito a Canarias. El espíritu atlántico que destila el repertorio genera un clima favorable que termina con una sonora recompensa.

"Sombras" y "Ausencia" son algo más que un par de temas en un programa que Olga Cerpa y sus músicos dominan con una exquisita solvencia. Hay silencios que la intérprete atraviesa con unos tonos que "juguetean" con unas notas que se balancean sobre unas cuerdas para dar vida a una armonía difícil de olvidar.

Olga estuvo cercana, madura y ocurrente. Se le vio cómoda en su regreso a Canarias -y eso que dice que el primer día los nervios son traicioneros-, dominadora de un repertorio de altos vueltos y cómplice con unos espectadores que aplaudieron sin reservas su saber estar. Cerpa estuvo "maternal" con la aparición en la tarima de Yaiza Torres, quien acompañó a la gran dama en varias ocasiones. Melancolía y sobriedad son sentimientos que afloraron en diferentes fases de una travesía que tuvo alguna que otra parada ajena a "Pequeño fado y otras canciones de amor" o "Décima de Lisboa", pero que dieron altura a una apuesta por un trabajo bien planificado y mejor ejecutado que hoy se despide de La Laguna con una sensación de victoria. ¡Hasta pronto!