En poco más de dos semanas se volverá a citar con la audiencia de la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife para interpretar el papel principal de "Aída", una propuesta operística que Micaela Carosi define como "bella, intima y verdadera", enumera la soprano italiana que ya trabaja en la Isla en una aventura patentada por Massimiliano Stefanelli y Franco Zeffirelli. "Regresar a un escenario tan impresionante es muy ilusionante", asegura una intérprete que aceptó este encargo gracias a las facilidades que le pusieron el Conservatorio Antonio Scontrino Di Trapani (Sicilia) y la Academia de Alto Perfeccionamiento Vocal del Puccini Opera Festival.

¿Cuáles son sus sensaciones antes de acometer de este nuevo rol verdiano?

Esta es una producción bella, intima y verdadera porque toda la atención se focaliza alrededor de los personajes más jóvenes. El maestro Zeffirelli presenta a Aída como una esclava y no como una princesa. Los movimientos en la escena están bastante cuidados y desde dentro se percibe con una enorme nitidez la grandeza de esta ópera.

A pesar de que comparten una raíz compositiva, las diferencias entre "Nabucco" y "Aída" son más que evidentes, ¿pero emocionalmente son tan distintas?

Abigail claramente era más malvada (ríe), mientras que Aída es mucho más vigorosa. La primera tenía sed de poder, mientras que la segunda ya es una princesa: una princesa en la esclavitud, pero princesa... Lo de enamorarse de Radamés (Giancarlo Monsalve) no estaba previsto, pero cuando se es joven hay instintos que son muy difíciles de controlar. Si el amor llega no se piensa si eres egipcio o etíope...

¿Es una ventaja "conocer" al público de Tenerife?

No lo sé... Son dos óperas distintas, pero es cierto que "Aída" es "Aída". "Nabucco" tuvo que partir de cero porque era una producción nueva, mientras que "Aída" es completamente fiel a cómo fue pensada por Franco Zeffirelli: la escenografía y el vestuario son bellísimos, el elenco es de primer nivel y la dirección musical está en las mejores manos.

De sus frases se desprende que este es un título menos arriesgado, o más ligado a la tradición, que la última ópera que interpretó en el Auditorio de Tenerife.

Yo pienso que esta producción sí que tiene algo de revolucionario porque de todas las puestas en escenas que ha realizado Zeffirelli, esta es la más intima. Además es un director de escena que busca soluciones que se adapten a espacios pequeños. Este proyecto está pensado para el Teatro Giuseppe Verdi de Busseto, que cuenta con un escenario bastante pequeño... En la escena del triunfo, por ejemplo, no se va a ver ni un solo carro, sino que son los personajes los que observan el desfile desde una terraza. Esta es una "Aída" con una visión cinematográfica; una ópera donde se valora mucho la parte artesanal a la hora de construir una escenografía que sea creíble y unos vestidos que generan efectos fantásticos. En el pasado esta producción se diseñó en su parte musical para crear una alianza entre Leonard Bernstein y Zeffirelli que al final no se pudo llevar a cabo. La partitura con las anotaciones de Bernstein para llevar este boceto al cine existen y esa idea está muy próxima a lo que se verá en breve en Tenerife.

¿En qué punto está la carrera de Micaela Carosi?

Estoy muy contenta porque poco a poco mis deseos se están convirtiendo en realidad... Para mí la ópera es un proceso artesanal que hay que proteger y enseñar a las nuevas generaciones. Yo he tenido la fortuna de compartir momentos increíbles con genios como Zeffirelli y grandes directores y en la actualidad me interesa muchísimo poder transmitir mis conocimientos a los jóvenes. Esa es otra vía que me permite vivir esta profesión con pasión. Yo creo en la artesanalidad de las cosas, es decir, en el hecho de que si ves cómo se trabaja la madera te puedes llegar a convertir en un gran carpintero. La ópera es algo más que leer y aprender a cantar esa música. Me gusta aprender a través de la mirada y deseo transmitir ese aprendizaje a los jóvenes.

¿Qué es más satisfactorio interpretar a Verdi o Puccini, o impartir esas enseñanzas?

Son dos cosas distintas que me aportan grandes satisfacciones. Cuando estoy en clase intento que los alumnos aprendan a sentir el sonido. No es lo mismo buscar esos sonidos en una sala pequeña que en un gran escenario porque esa búsqueda hay que realizarla a partir de las experiencias que acumulas. Ese intercambio de conocimiento y aprendizaje es vital para descubrir esas sonoridades pero, a su vez, es una garantía de que hay personas que quieren entrar a formar parte de la ópera. También es importante conectar todas esas cualidades con la teatralidad que exige el momento actual.

¿Le hacía ilusión retornar a Tenerife con "Aída"?

Era una ilusión que contemplaba desde hace mucho tiempo porque amo Tenerife, me fascina su Auditorio y las ganas que tiene el público de escuchar óperas... En los ensayos ya he percibido la auténtica dimensión de un proyecto que es hermoso. Cuando suena el órgano de la Sala Sinfónica fluye la emoción de estar en un lugar único. Espero que esa acústica sea apreciable por las personas que vengan a las representaciones porque es un instante impactante difícil de olvidar. Esta es una obra que encaja bastante bien en este edificio.