Satisfacción es la sensación, entre otras, que ha sentido el pintor tinerfeño Pedro Paricio (La Orotava, 1982) con el desarrollo de la exposición "Elogio a la pintura", que se clausura hoy en el TEA Tenerife Espacio de las Artes de Santa Cruz, donde ha permanecido desde el 31 de octubre de 2014.

La muestra, integrada por más de un centenar de obras de todas sus etapas creativas, entre las que destacan piezas claves como "Autorretrato después de Velázquez" (2011) o "Sísifo y Atlas" (2014), ha sido un éxito de público, con más de diez mil visitantes, sobre todo de escolares, que han disfrutado de su propuesta colorista, vistosa y llena de guiños a la historia del arte y a sus principales protagonistas, entre ellos Velázquez, Bacon, Picasso o Caravaggio. También exhibe obras de dos series relacionadas con Canarias, "The Canary paradise" y "Canary Ritual Mask ".

Paricio, amable y abierto, comentó que ahora, como siempre, seguirá "encerrado" en su estudio de La Orotava, donde prepara su próxima exposición para septiembre en Londres, su segundo hogar, una colección de retratos para la prestigiosa Halcyon Gallery, con la que trabaja desde hace años.

Este inquieto pintor, cuya inconfundible figura es protagonista de muchos de sus cuadros, en los que aparece siempre con su inseparable sombrero negro, reconoció que el artista canario que más admira es Óscar Domínguez. "Es uno de los surrealistas internacionales, que está a la altura de Dalí, aunque este haya sido más conocido por una serie de circunstancias, como haber nacido en Cataluña. Los objetos surrealistas de Óscar Domínguez se consideran los mejores. La pena es que se destruyeron muchos . Dalí tiene objetos surrealistas, pero Domínguez tiene una delicadeza... y lo que significó. La primera exposición internacional fuera de París fue en Tenerife".

Con respecto al papel actual del arte, comentó que "creo que el arte nos hace libres. La función del arte debería seguir siendo la de siempre, liberarnos, que no quiere decir mirar hacia otro lado. Lo que quiere decir es liberar nuestra mente de perjuicios, de conceptos, de la rutina diaria... Yo pretendo que mi arte sean cuestiones, pero la respuesta es tuya. El buen arte no son cuestiones concretas, simplemente lo ves (...)".

Pedro Paricio aseguró que no hay una obra suya que no tenga un título. "El título en mi obra es importante porque es parte del laberinto. Yo al final creo como un juego de trampas y pistas, porque las obras están bastante pensadas y estructuradas. Eso no significa que el azar no esté dentro de la obra. Como decía Bacon, el azar forma parte de ella, lo que pasa es que es azar escogido. Puede caer un manchón en un sitio, pero tú decides que se quede ahí (...) Los títulos forman parte de esa especie de juego del minotauro. Esto es un laberinto, lo que pasa es que no se si hay salida".

Este singular artista, que ama la literatura, el cine, la música y todo lo que sea cultura, necesita pintar para vivir y dar rienda suelta con optimismo a esa imaginación hiperactiva que lo caracteriza.

"Mi pintura es muy intuitiva y luego reflexionó sobre lo que he hecho, porque también soy muy crítico. Yo no dejo salir una obra del taller que no crea que tenga la calidad suficiente. Quiero ser honesto con cada espectador, con cada coleccionista. No hago cuadros para llenar un cupo, sino porque lo necesito. Pinto porque lo necesito".

Por último, con respecto a la paleta de colores que preside sus pinturas, explicó: "Yo creo que es Canarias. Miras al mar y lleva azul, miras al Teide y es amarillo..., aunque si te das cuenta, mis series Diario de un artista y Shaman son más oscuras. Se han producido durante mi estancia en Londres. Al principio iba mucho, pasaba más de siete meses allí. Londres te vuelve más dramático. Todo se vuelve un poco más oscuro, pero también es bueno. El drama es necesario para que todo no sea una comedia, aunque me encanta la comedia".

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