Los investigadores dan como "posible" que "algunos de los fragmentos" de huesos encontrados sean de Miguel de Cervantes, destacó ayer el profesor Francisco Etxeberría, conclusión a la que llegan "a la vista de toda la información generada en el caso del carácter histórico, arqueológico y antropológico".

"Es posible considerar que entre los fragmentos de la reducción (de huesos) localizada en el suelo de la cripta de la actual iglesia de las Trinitarias se encuentran algunos pertenecientes a Miguel de Cervantes", señaló Francisco Etxeberría.

"No podemos hacer una verificación matemática, no tenemos la certeza absoluta. Somos prudentes y estamos ilusionados", declaró el profesor. "Estamos convencidos de que entre esos fragmentos tenemos algo de Cervantes", apostilló.

No hay confirmación individualizada por genética hasta el momento aunque los datos forenses, antropológicos e históricos hablan de "compatibilidad" y avalan el hallazgo, según los investigadores.

La rueda de prensa arrancó con una extensa explicación por parte del historiador y funcionario del Ayuntamiento de Madrid Francisco José Marín Perellón, que se encargó de desmentir las fuentes clásicas y demostrar por qué está Cervantes en el suelo de la cripta.

Según los biógrafos del escritor, Cervantes murió el 22 de abril de 1616 y fue enterrado un día después en la iglesia de San Ildefonso, en el convento de las Trinitarias Descalzas, gracias a la caridad de la Orden Tercera, en la que comenzó a profesar solo veinte días antes de su muerte.

Los "despistes" de los huesos responden al hecho de que la iglesia antigua, donde fue enterrado, dio paso a una nueva, cercana a la original, cuya ubicación geográfica no está bien recogida por las fuentes clásicas. Cuando el convento tuvo las rentas suficientes compraron el resto de las casas de la manzana y allí se construye una iglesia nueva entre 1673 y 1698 para posteriormente hacer una ampliación entre 1730 y 1735. Esto supone que a finales del siglo XVII hubiera dos iglesias simultáneas "ocupando dos lugares distintos".

A la cuestión de la ubicación de las iglesias se une la de los patronatos, es decir, el contrato jurídico que vincula a la comunidad monástica con un patrón. En el caso de las trinitarias se trata de los marqueses de La Laguna, que exigieron que se trasladaran a un lugar preeminente en la nueva iglesia, al lado del altar mayor, los nichos que albergarían sus cuerpos.

Eso supuso "quitar los cuerpos que hubiera allí sepultados". En definitiva, que los restos inhumados en la iglesia primitiva fueron trasladados antes de 1630 en una fecha que no se ha podido concretar a la nueva, con lo que en ningún caso se tendría en la actual cripta el enterramiento originario de Cervantes. Los documentos eclesiásticos apuntan que los restos serían trasladados "a donde haya lugar". No concretan dónde, solo que fueron dentro de los muros de la comunidad monástica.