En los trece años en los que Gabriele Finaldi ha ocupado el cargo de director adjunto del Museo del Prado, ha sido una pieza fundamental tanto en la modernización del museo como en la reordenación de las colecciones, en la organización de destacadas exposiciones y en la publicación de estudios científicos.

En mayo de 2002, el Patronato del Museo del Prado nombró al recién elegido director de la National Gallery de Londres, responsable del área de Conservación de la pinacoteca madrileña, tras ser propuesto para el cargo por el director del museo Miguel Zugaza

Miembro de la Comisión Asesora del Museo de Bellas Artes de Bilbao y académico correspondiente de la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, de Sevilla, cuando fue nombrado por el Prado ostentaba desde 1992 el cargo de conservador de pintura italiana tardía y de pintura española de la National Gallery de Londres.

Internacionalmente reconocido como uno de los mayores expertos en ambos campos, es doctor en Historia del Arte por el Courtauld Institute of Arts de Londres, con un estudio sobre "Aspectos de la vida y obra de Jusepe de Ribera 1591-1652".

Ha publicado numerosos trabajos sobre el arte español e italiano del siglo XVII, entre ellos "Zurbarán''s Jacob and his twelve sons: a family reunion at the National Gallery" (1994), "The patron and date of Ribera''s Crucifixion at Osuna" (1991), "The Rokeby Venus by Diego Velázquez" (1995).

Anglo-italiano, nacido en Londres en 1965 y casado con una española, su nombramiento en el Prado se produjo en un momento en que el museo iniciaba el camino de una profunda renovación que le permitiría, junto con la ampliación, convertirse en el "Nuevo Prado", aspiración en la que ha colaborado activamente.

Tras su incorporación al Prado, Finaldi aseguraba, durante una entrevista con Efe, que con su nombramiento había visto cumplido un sueño, que suponía pasar "de la segunda a la primera pinacoteca del mundo".

Su llegada al Prado era "un reto y una gran oportunidad", y lo hacía "cargado de ilusión" y de ideas que se han ido materializando durante estos años como subdirector de un museo en el que, desde el primer momento, le interesó "presentar las obras de la mejor forma posible", así como explicarlas a través de programas educativos, publicaciones, conferencias y exposiciones.

La creación del Centro del Estudios, en 2008, y la edición del Boletín del Museo del Prado, han sido otras iniciativas de una labor en la que ha tenido espacio el cuidado del los depósitos dispersos y la organización de pequeñas exposiciones para estudiar a fondo un aspecto concreto de las colecciones del museo.

"Las grandes muestras son fundamentales, pero hay que tener en cuenta que las más reducidas son de más fácil comprensión y visita para el público", señalaba entonces Finaldi.

En este tiempo se ha llevado a cabo la reorganización de las colecciones del Prado, que ha sido posible gracias a la recuperación de espacios que permitió la ampliación de la pinacoteca. En esta reorganización ha sido fundamental la incorporación al recorrido de la colección de pintura española del siglo XIX.

Sus colaboraciones con la National Gallery han sido numerosas y meses después de llegar al cargo, Finaldi fue uno de los promotores de la exposición que organizaron conjuntamente el Prado y la National Gallery sobre el maestro italiano renacentista Tiziano.

En el museo ha sido comisario de grandes exposiciones internacionales como "Zurbarán, las doce tribus de Israel",(1995), "Orazio Gentileschi en la corte de Carlos I", (1999), así como "El Arte de la Amistad: Murillo y Justino de Neve" (2012), "Manet en el Prado" (2004); "El Retrato Español de El Greco a Picasso" (2006); "Turner" (2010), "El Hermitage en el Prado" (2011); "El ultimo Rafael" (2012) o "El Greco y la pintura moderna" (2014).

En este tiempo, el Prado se enriqueció con "El Barbero del Papa", obra maestra de Velázquez, adquirida para el museo por el Estado por 23 millones de euros, así como por "La Crucifixión", de Juan de Flandes, recibida en concepto de dación.

Especialmente importante fue la compra de "El vino en la fiesta de San Martín" de Pieter Brueghel El Viejo por siete millones de euros.

El hallazgo de la obra de uno de los grandes maestros del siglo XVI, se ha considerado como una de las mayores sorpresas del siglo, y su autoría fue confirmada por el Museo del Prado y expertos en pintura flamenca en un proceso en el que Finaldi tuvo una importante actividad.