Además de acumular un puñado de clásicos del cine, dos maridos con Óscar y 70 años de carrera como actriz, Lauren Bacall coleccionó en su abarrotado apartamento de Nueva York un sinfín de objetos, desde obras de Miró, Goya, Picasso o Henry Moore a baratijas de dudoso gusto, que ahora se subastan.

La mirada felina de "la Flaca" no solo se dedicó a cautivar a los espectadores en filmes como "Key Long" o "The Big Sleep", sino que apuntaba también al mundo del coleccionismo de arte, aunque como cantaba otro de los hombres de su vida, Frank Sinatra, lo hizo totalmente "a su manera".

"Estos objetos son propiedad de una coleccionista que resultó ser una celebridad, no una subasta de una celebridad", explica el vicepresidente de Bonhams en Nueva York, Jon King.

La casa de subastas espera sacar en sus sesiones del 31 de marzo y el 1 de abril un total de 3 millones de dólares, lo cual tampoco es tanto para la infinidad de objetos, 740 en total, que se venderán al mejor postor. Pero esa es precisamente lo extraordinario de esta venta.

"A Lauren Bacall no le importaba si los objetos costaban 10 dólares o 100.000. Si le gustaban, los coleccionaba", añade King. Y, efectivamente, piezas del escultor Henry Moore o dibujos de Francisco de Goya conviven con cerámicas decorativas de tomates y pimientos, jarrones con forma de mazorcas de maíz o cuadros y cojines con bordados de su gran pasión, las mascotas.

Pocas concesiones hay a los mitómanos. Apenas una estatua en bronce de su primer marido, Humphrey Bogart, así como un trofeo que ganó en un campeonato de póquer.

También algunos vestidos de Armani o Yves Saint Laurent, una lámpara con recortes de noticias sobre su obra "Cactus Flower", o una silla de rodaje con su nombre y otra con el de su perrita, Sophie.

Y es que Bacall cedió todos esos objetos referentes a su trayectoria profesional, jalonada con una nominación al Óscar, dos premios Tony y un National Book Award por su biografía, a la Universidad de Boston.

Su labor como coleccionista había empezado allá por los años 40, cuando fue descubierta por Hollywood y, en su primera película, "To Have and Have Not" enamoró a Bogart y vivieron juntos en Los Ángeles.

"Entonces estuvo bajo el ala de importantes coleccionistas de arte moderno, precolombino y escultura contemporánea. Poco a poco fue desarrollando una sensibilidad estética y un estilo propios", afirma King.

Poco después de enviudar del protagonista de "Casablanca", Bacall tuvo vista de lince al comprar por menos de medio millón de dólares un apartamento en el edificio Dakota de Nueva York, un edificio tan lujoso como maldito -allí se rodó "Rosemary''s Baby" y fue asesinado John Lennon- en el que residió hasta su muerte el 12 de agosto del año pasado.

Ese apartamento de ocho habitaciones, que ha salido ahora el mercado por 26 millones de dólares, se convirtió en un lugar con gran afluencia de personalidades del arte y la cultura, por lo que, por ejemplo, ahora se puede adquirir un piano Mason & Hamlin que fue tocado por Leonard Bernstein.

Pero también acabó siendo un templo de culto al "horror vacui" por todas las piezas de todo tipo que Bacall acumuló en vida y que ahora llenan varias salas de la sede de Bonhams en Nueva York, aunque también hay objetos de su segunda residencia en Amagansett, en Long Island.

Un completo juego de maletas de Louis Vuitton, unos baúles de sus primeros años como estrella de la Warner y una amplia colección de joyería también forman parte de esta atípica colección en la que el primer objeto adquirido fue un espejo.

Da caché a la subasta su gran amistad con el escultor Henry Moore, al que conoció en 1975 en la Brook Street Gallery de Londres.

"Ella era una gran estrella y un gran escultor. Lo admiraba desde hacía años y cuando se vieron por primera vez, tuvieron una especie de flechazo. Conocerle más le hizo admirar todavía más su obra, adentrándose en su mentalidad y su proceso creativo", apunta el directivo de Bonhams.

Bacall, que murió en agosto de 2014 a los 89 años, llegó a tener 12 esculturas de Moore (una de las cuales es la pieza con mayor valor estimado de la subasta) y alrededor de 60 dibujos del artista.

Pero, en la otra cara de la moneda, el despliegue de objetos personales bastante aleatorios de Bacall hace de esta subasta una oportunidad insólita para hacerse, por un precio más que accesible, con el menaje del hogar, algún taburete o cuadro caprichoso de una de las más grandes estrellas de Hollywood de todos los tiempos.