En la mayoría de sus respuestas termina apareciendo una veta por la que se distingue un sentimiento de amistad sincera. De hecho, hay pocas frases en las que no acabe incluyendo su nombre en la versión más cariñosa. "Con Pepito me unía una amistad que comenzó en el 1929", cuenta el general Pablo Matos Martín en relación a una convivencia que se gestó en La Salle San Ildefonso. "Hicimos la Primera Comunión juntos... Luego, él prosiguió sus estudios en otro colegio", añadió un militar del cuerpo jurídico que compartió con José María Segovia Cabrera muchas coincidencias. "Nuestras familias eran de origen andaluz; la mía llegó a Tenerife después de que mi padre estuviera destinado como oficial de campo en Tetuán en la guerra de África", dijo el general consejero togado del Ejército. "Su padre era un gran balandrista y fue una gran influencia para que hiciera deporte", reconoció sobre las experiencias que compartieron como nadadores.

"Entrenábamos en el balneario con don Acidalio Lorenzo porque aún no existía el Náutico. Íbamos a las siete de la mañana con frío, lluvia o truenos, pero teníamos al mejor equipo de Tenerife", rescató Matos Martín sobre un periodo de amistad que se vio interrumpido por cuestiones de estudios. "Pepito era un magnífico estudiante. Fue un joven alegre y extrovertido; un chico ya en aquella época bastante curioso que tenía unas excelentes habilidades como regatista y futbolista", explicó de una etapa que se convirtió en un recuerdo de la infancia cuando José María Segovia Cabrera se instaló en la Península.

Pablo Matos nunca se alejó del todo de la familia Segovia Cabrera. "A pesar de que José María venía a cuentagotas por Tenerife, siempre nos veíamos. Luego, cuando regresó para quedarse, pasábamos muchos ratos de conversación en la que también estaba su hermano Rafael, el responsable de esta edición", precisó sobre una actividad de la que le hizo partícipe. "Me citó en muchos de sus artículos; a veces incluso se refería como su amigo el togado", reveló en un instante de la conversación en el que las nuevas tecnologías son protagonistas. "Pepito fue el culpable de que yo entrara en el universo de los ordenadores hace unos ocho años... Yo no me defiendo demasiado bien en ese campo, pero me mandaba unos correos explicándome en qué andaba metido. Se interesaba por todo. Recuerdos de la infancia, temas de actualidad, personalidades... Un día lo llamé porque le leí un artículo en el que hablaba de la figura del zorrocloco gomero, pero que yo entendía que no había usado con una acepción correcta. Le entré con bastante cuidado para que no se molestara, pero le acabé diciendo que al consultar el diccionario ese término no era el recomendado. A partir de ese momento me llamaba cuando tenía una duda... Le terminé regalando un diccionario que sacó la Universidad de La Laguna hace un par de años y me lo agradeció".

Anécdotas como esa se amontonan entre las vivencias del general Matos. "Una noche", retomó el abogado, "vino a casa a las nueve la noche a preguntar por una persona. Ese día estaba Rafael, y entre los tres, no solo dimos con la identidad que buscaba, sino con la de su padre y la de su abuelo... Tenía una memoria tan prodigiosa que era capaz de sacar tres o cuatro generaciones en una conversación".