Érase una vez un director de cine llamado Kenneth Branagh que dirigía interesantes versiones cinematográficas de los clásicos teatrales de William Shakespeare como "Mucho ruido y pocas nueces" (1993) o "Hamlet" (1996), y hete aquí, que por arte de birlibirloque un día le dio por ponerse al frente de una adaptación moderna de "Cenicienta", orientada a un público eminentemente familiar, que precisamente, era el que llenaba la sala 6 de los Multicines Tenerife en el pase auspiciado por Preestrenos en Canarias.

"Cenicienta" tiene una buena puesta en escena, una buena fotografía, un descomunal despliegue de medios, interpretaciones aceptables, pero no es una buena película, lo cual no es óbice para que el respetable aplaudiera al final de la proyección. Cada filme tiene su público y el público de "Cenicienta" es estandarizado y lo que persigue es evadirse en la magia de Disney, una magia prefabricada y almibarada que persigue que el espectador "no vea el mundo tal y como es".

Entre lo más destacado de "Cenicienta" cabe reseñar la escena en la que calabaza, el ganso, los reptiles y los ratones se convierten en carroza, personas y equinos. La prosopopeya sigue funcionando (recuerden "El oso", 1988, de Jean-Jacques Annaud). Por eso, el momento más hilarante es aquel en el que el ganso, los reptiles y los ratones retoman su forma original. Es humor medido y eficaz. Todo en "Cenicienta" está medido. Por ejemplo, la alegre y pizpereta música que suena al principio del largometraje se torna lúgubre cuando hace acto de presencia la madrastra, acompañada de un gato negro de mirada aviesa, dejando en evidencia que es una harpía y enseguida todos simpatizamos con la pobre Cenicienta. Está claro que la receta Disney sigue funcionando. También sobresale el espectacular y colorido vestuario, dirigido por la reputada diseñadora Sandy Powell (ha ganado tres Oscar al mejor vestuario por "Shakespeare in Love", 1999; "El aviador", 2005; y "La joven Victoria", 2010), que alcanza su cenit en la multitudinaria escena del baile.

Respecto al reparto, despunta la presencia de Helena Bonham Carter en su papel de hada madrina (en oposición a la hirsuta reina de "Alicia en el País de las Maravillas", 2010). Cate Blanchet cumple las expectativas en su rol de cruel madrastra (aunque estaba mucho mejor Maribel Verdú en la versión de "Blancanieves", 2012, de Fernando Franco). La princesa que deviene en sirvienta está encarnada por la joven Lily James, que hasta ahora era conocida por su trabajo en la serie "Downton Abbey". Correcta. Como Ben Chaplin en la piel del padre de Cenicienta o Richard Madden (conocido por la serie "Juego de tronos) en la del príncipe azul. En el fondo lo que subyace en el clásico escrito por Charles Perrault en el siglo XVII -aunque sus orígenes se remontan al siglo I a.C. y al cuento "Rhodopis" del historiador griego Estrabón- es que el amor lo puede todo, incluso derribar las barreras de las clases sociales. Casi todos sabemos que esto no es verdad, pero nos gusta pensar, durante casi dos horas, que sí es posible.

Entre el público asistente había niñas disfrazadas de Cenicienta. Son estereotipos que se perpetúan de generación en generación. Afortunadamente también son inmortales las películas clásicas en blanco y negro de Buster Keaton, Charles Chaplin, Harold Lloyd o el Gordo (Oliver Hardy) y el Flaco (Stan Laurel). La marca Disney es imbatible y ha dado al cine un puñado de títulos estimables como "Tron", 1982, "El rey león", 1994 o la reciente "Big Hero 6", 2014, pero prefiero que mis tres sobrinos se impregnen del derroche de fantasía e imaginación del cine de Tim Burton (cuentos blancos de apariencia nigérrima) o dejen volar su imaginación a través del cine de Hayao Miyazaki (que transmite una sabia conciencia ecológica).

El cine no es solo un mero pasatiempo para comer cotufas y beber refrescos sino una herramienta pedagógica de primera magnitud.

Próximos estrenos (10 de abril)

La semana que viene llega a la cartelera española "Felices 140", la última película de Gracia Querejeta, que se rodó en Tenerife. El elenco encabezado por Maribel Verdú, incluye a Marian Álvarez, Eduard Fernández, Antonio de la Torre y Nora Navas. La alegría de ganar 140 millones de euros pronto deviene en conflicto.

Helen Mirren es el principal reclamo de la cinta británica "La dama de oro", que cuenta la verídica historia de Maria Altman, que sesenta años después reclamó los cuadros que los nazis expoliaron a su familia, entre ellos el célebre lienzo de Gustav Klimt "Retrato de Adele Bloch-Bauer I". También sobresale la última propuesta de la cineasta nipona Naomi Kawase: "Aguas tranquilas", centrada en el animismo. Formó parte de la sección oficial en el Festival de Cannes 2014. Sorprendentemente, también se estrena otro título japonés: "La casa del tejado rojo", que gravita sobre la vida cotidiana de una familia. Por su parte, Jean-Jacques Annaud regresa con "El último lobo", que muestra la relación entre los pastores mongoles y los lobos.

"The Guest", llega con el marchamo de participar en el último Festival de Sitges. Un "thriller" con marcado acento de los 80. Los seguidores de la ciencia-ficción podrán ver el filme ruso "Qué difícil es ser un dios", ambientado en un planeta anclado en la Edad Media. La película italiana "El capital humano" ofrece una peculiar visión sobre la crisis económica. Asimismo, "La matanza" nos adentra en la historia de un asesinato.

Los espectadores que busquen películas simplemente para evadirse encontrarán el vehículo idóneo en "Mortdecai", una comedia que tiene a Johnny Deep como principal baza o en el filme animado "El séptimo enanito", que propone un viaje al futuro. Sea cual sea su elección no dejen de ir al cine.