Las emociones no se pueden controlar; aparecen cuando menos te lo esperas y son capaces de construir situaciones cómicas difíciles de olvidar... Gritos que son imposibles de silenciar, novelerías fisiológicas que abren una larguísima cabalgata de menudos a los cuartos de baño, algunos síntomas de aburrimiento que brotan con naturalidad... En torno a 1.500 alumnos de 17 centros escolares de Tenerife fueron testigos ayer del ensayo general de "Hansel y Gretel", la ópera que hoy (11:00 horas) y el domingo (12:00 horas) se representa en la Sala Sinfónica del Auditorio.

Alessandro Palumbo, director musical de esta versión operística del cuento de los hermanos Grimm, peca de atrevido cuando declara que no le desagrada el bullicio que generan los escolares en sus butacas. Y es que antes de que el italiano suplique un poco de silencio, la sensación que se percibe es muy parecida a la de uno de esos recreos revitalizantes que se abren para quemar energías: las voces se distorsionan con unas risas nerviosas que se convierten en chillidos cuando la sala se queda a oscuras.

La leyenda de Hansel y Gretel está a punto de caramelo. Los músicos de la Orquesta Sinfónica de Tenerife abren con una delicadeza extrema una hora de espectáculo que deja al aire unas cuantas desconexiones. El tráfico en dirección a los servicios continúa estando saturado a los 20 minutos de función: los educadores trasladan de tres en tres a unos impacientes espectadores que aguardan la orden que les permitirá usar unos recortables que han elaborado en el cole: una especie de cresta, una piruleta y una careta conforman el "kit oficial" para interactuar con los artistas.

La pieza es emotiva -en el arranque se difunde un audiovisual que gira alrededor de una de esas ideas que encogen el alma: "Para todos los niños que han perdido su infancia"-, dulce y bien hilvanada. Palumbo y Stefania Panighini, la responsable de la dirección escénica, consiguen abreviar en poco más de una hora una aventura que brilla tanto en la parte musical como teatral. El escalpelo ha sido utilizado con maestría para que el cuento no se pierda en uno de esos múltiples atajos. Es difícil contabilizar cuántos clientes se han ganado para la causa, pero esos locos bajitos, como bien dijo Serrat, se lo han pasado bien en su mundo: el ensayo ha terminado; todo está listo para el estreno.