Se crió en el entorno de la Comandancia Naval de Santa Cruz de Tenerife, institución desde la que impulsó el trabajo que le valió el XLII Premio Periodístico de Investigación Histórica Antonio Rumeu de Armas que concede anualmente EL DÍA. "Semáforo de la Atalaya" fue el título del artículo firmado por Luis Marcial García Rebollo, Capitán de Navío del Cuerpo General de la Armada. El marino construyó una alegoría sobre los días de gloria de la navegación tinerfeña utilizando como punto de partida un semáforo abandonado y en ruinas que está ubicado en las cumbres de Igueste de San Andrés.

Sin otros antecedentes marineros en su familia, García Rebollo dice que "fue una sorpresa conocer la existencia de ese semáforo en un lugar que se encontraba relativamente cerca del lugar en el que creció", puntualiza sobre el aparato de comunicación que halló casi destruido. "En un primer momento se especuló que lo construyeron los ingleses, pero en realidad era un semáforo que el Ministerio de Obras Públicas edificó para la Armada, un proyecto que coincidió con la instalación de la línea telegráfica que unía Tenerife con la Península, un cable cuyo entronque estaba ubicado en la Isla y que se unió a otro francés", precisa antes de revelar una acción política que se lideró en suelo tinerfeño. "Ahí se dio un episodio más ligado al incipiente pleito insular porque fue la tenacidad de unos políticos locales los que alejaron esa instalación de Las Palmas", revela del valor estratégico que tuvo aquella decisión. "El semáforo servía para comunicar con los barcos -a través de un código morse- sin la necesidad de que estos tuvieran que entrar en el puerto, es decir, una herramienta vital para los armadores", recalca Luis Marcial.

El autor de "Semáforo de la Atalaya", investigación que se publicó en julio de 2014 en la Revista General de Marina, revaloriza el papel de un artefacto crucial para las operaciones de bolsa o los movimientos de carga y descarga en el muelle. "Desde el semáforo se le dio la orden al almirante Cervera para que fuera a luchar a Cuba", cuenta el ganador de un premio que lleva el nombre de un historiador que García Rebollo admira.

"Rumeu de Armas era un prestigioso historiador, pero también fue profesor emérito de la Academia de Guerra Naval", rubrica el tinerfeño sin olvidar que "es imposible que un amante de la historia que resida en una Isla no mire de una forma especial al mundo de la navegación. Ese, precisamente, es un valor que ahora no se practica: necesitamos ayuda para dar a conocer la historia marítima de Tenerife", avanza sobre una de las cuestiones que ha caído en un profundo olvido. "Conocemos algo de la historia de mar hacia dentro -la vinculada con ataques como el de Nelson-, pero no lo que ha ocurrido a escasas millas del litoral tinerfeño", sentencia.

"Los ataques de Jennings, Blake o Nelson a Tenerife eran residuales, ya que España dominó con solvencia sus líneas marítimas hasta el siglo XVIII", rescata el canario en un momento de la entrevista en la que la existencia del semáforo se solapa con la larga tradición marinera de una Isla en la que fondearon Fernando de Magallanes, Álvaro de Bazán, Francisco de Ulloa, Jorge Juan o el almirante Cervera. "La historia está llena de hechos que avalan esa tradición. Durante 500 años la Isla de Tenerife se posicionó como un gran referente para la navegación. De alguna manera, ese semáforo es una alegoría a lo que fuimos; un pasado que aún está por descubrir. De hecho, hace unos días apareció en una tasca de La Laguna unas antiguas cartas de navegación que consolidan ese pasado. Además, ahí fuera, sumergidos a gran profundidad hay numerosos pecios que están esperando que alguien le pongan una chincheta en la historia. No solo por el valor de lo que se pueda encontrar en ellos, sino porque son sarcófagos que se fueron al fondo con muchas personas en su interior", afirma con un tono muy respetuoso.

García Rebollo exalta la capacidad comercial que en el pasado tuvo Tenerife como punto de aprovisionamiento de las grandes empresas marítimas. "Exportaba caña de azúcar, cereales, pieles curtidas, seda, vino... Pero de aquí no solo salían productos de primera necesidad, sino que en el siglo XVIII, en plena Ilustración, en el Valle de La Orotava se localizan marinos destacados que trabajaron para la Marina Mercante o incluso oficiales de la Real Armada, es decir, tinerfeños que formaron parte activa de la columna vertebral de la Ilustración. Incluso, existe un hecho que de alguna manera está conectado con la celebración de la festividad del Carmen en Los Realejos", destapa Luis Marcial antes de dar una pincelada a la Guerra de la Oreja de Jenkins.

Y es que aunque la Guerra del Asiento, el conflicto en el que el almirante Blas de Lezo derrotó al británico Vemon, se libró al otro lado del Atlántico (Cartagena de Indias) el valor estratégico de Canarias en aquel suceso fue relevante para obtener la libertad de comercio en favor de los españoles.

"La coca que se usa en muchos cuerpos de la Armada del mundo es un invento tinerfeño", apostilla el marino en una última intervención. "Cuando los artilleros tinerfeños le arrancaron el brazo a Nelson se produjo un hecho significativo. La manga colgando le molestaba y optó por descoser el botón superior de su casaca para darle la vuelta a la manga y coserla de nuevo. Sus oficiales quisieron honrar a Nelson e hicieron lo mismo. Así nació la coca".

Luis Marcial García Rebollo

Marino / XLII PREMIO Antonio Rumeu de Armas