El próximo miércoles visita la Isla para intervenir en un encuentro literario que se celebra en el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife con motivo de los 25 años de la revista La Página. La cita está prevista para las 19:30 horas y en la misma repasará -en el transcurso de una conferencia titulada "Limítrofe"- sus vivencias como narradora. Ganadora en 1998 del Premio Planeta con la obra "Pequeñas infamias", la autora hispano- uruguaya Carmen Posadas (1953) analiza en una entrevista concedida a EL DÍA diversos aspectos de la creación literaria. "Me gustan los personajes que transmiten maldad", asegura la profesora Honoris Causa de la Universidad de Perú.

¿Qué le aportan los encuentros como el que va a mantener en unos días en el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife?

Escribir es un acto muy solitario... Yo lo comparo con ese náufrago perdido en una isla desierta y que lanza una botella al mar sin tener claro dónde va a llegar. Esa soledad se rompió primero con los clubes de lectura y más tarde con el auge de internet, que ha sido una revolución. El vis a vis con los lectores aporta otras emociones.

¿Los escritores de hoy están obligados a abandonar esas torres de marfil que habitaron en el pasado para mantener un contacto más directo con la realidad de sus lectores?

En la vida todas las cosas aportan ventajas e inconvenientes. La parte positiva en este caso está vinculada con el hecho de ponerle cara a los lectores e interactuar con ellos, mientras que la negativa tiene que ver con una gran exposición a la que está sometida, tanto mi obra como mi vida, en las redes sociales. A veces da la impresión de que vale todo para que un libro tenga cierta proyección pública.

En la última gala del Premio Planeta el difunto José Manuel Lara cargó duramente contra la falta de un marco legal para combatir a los "piratas" de la red... En esa lucha no se perciben soluciones inmediatas, ¿no?

Ya se están ganando pequeñas batallas. Una de ellas es la condena, castigada penas de prisión, por descargar libros gratis. Eso ya supone toda una novedad y un pasito más hacia el escenario en el que queremos estar los creadores. Hay un segundo paso que debe aclarar de qué forma hay que compensar a los autores que han visto su obra pirateada. En esta sociedad se cuestiona permanentemente el trabajo que desarrollan escritores, cantantes o directores de cine porque existen personas que trafican con sus obras con impunidad.

¿Debe ser bastante incómodo ver cómo le arrebatan su trabajo sin que nadie haga nada?

Sí que lo es, pero lo único que nos queda es crear la conciencia de que el que roba una canción, una película o un libro a través de internet está cometiendo un acto tan deleznable como el que sustrae una prenda en unos grandes almacenes. La guerra contra los piratas de la red será larga, pero aún se puede ganar.

Desde la distancia da la impresión de que el mercado editorial español vuelve a mirar a América Latina para buscar nuevas voces; ¿usted cree que se descuidó esa opción durante la época de "vacas gordas"?

El "boom" literario que puso a Latinoamérica en el mapa cultural mundial se creó porque hubo una intención por parte de los editores de colocar a los autores en un mismo plano, es decir, que no se crearon diferencias entre García Márquez y Onetti sino que los dos, y otros muchos, eran piezas de un único conjunto, a pesar de que sus formas de entender la creación literaria no tuvieran ninguna conexión. Lo normal era que una vez pasara ese "boom" se fueran incorporando otras voces. El problema no es tanto de autores como de identidad, es decir, todavía hoy el concepto de América Latina crea más de una equivocación. Yo, por ejemplo, soy uruguaya y en más de una ocasión me han dicho que alguien tiene una prima en Chile. Es que eso no tiene nada que ver. Si tuviéramos que poner un caso más cercano, es como decir que uno es español y la persona que está a su lado responde: y mi vecino es noruego.

¿Las necesidades comerciales aceleran los procesos para cubrir los huecos que dejan García Márquez o Galeano?

Pero eso es algo intríseco a la condición humana. En cuanto muere alguien lo primero que preguntamos es: ¿Y quién es el heredero? Es inútil buscar el sucesor de García Márquez porque es un autor que no dejó heredero.

En su última aventura literaria ha mostrado su lado más clásico "rescatando" un mito heleno.

Siempre me llamó la atención la mitología griega, los personajes biblícos y todo lo que tenía que ver con la tradición oral. A partir de esa atracción, en 2014 acabé una recreación del mito de Medea. Tomás Val encargó a Luis Mateo Díez, a José María Merino y a mí que recreáramos un hecho clásico. Merino se inclinó por una versión de "Jasón y los argonautas", Díez se centró en "Macbeth" y yo me quedé con Medea. No hay una mala más malísima que ella, pero a nivel literario me gustan los personajes que transmiten maldad.

¿Pero hoy es muy difícil, por no decir imposible, que un joven entre en una librería pida sin presión -sin que lo hayan obligado en un aula- la "Odisea"?

Lo que más me preocupa es el hecho de que los jóvenes están perdiendo unos activos culturales que son básicos en su formación... No podemos generar nuevos referentes y olvidar el pasado. La solución la tienen los padres y los pedagogos. Yo, por ejemplo, le leo a mis nietos las mismas historias que me leían mis padres. Esa tradición es la que mantiene con vida personajes emblemáticos como Ulises o Abraham.