El espíritu del surrealismo vuelve a la capital tinerfeña, aunque para algunos nunca se fue, de la mano del Círculo de Bellas Artes, que ha promovido una exposición con motivo del 80 aniversario de la Exposición Internacional Surrealista, que se celebró en la ciudad con la presencia del líder de aquel movimiento artístico y literario, André Breton.

Esta iniciativa, presidida por el tapiz "El rapto de Europa" de Óscar Domínguez, reúne setenta y seis obras de otros tantos artistas canarios y foráneos, el mismo número que se exhibió en Santa Cruz entre el 11 y el 21 de mayo del año 1935, que han respondido a la convocatoria pública a nivel internacional realizada por el Círculo de Bellas Artes.

Aquel hito en el mundo del arte, quizás el más importante acaecido en las Islas por la calidad de los artistas que expusieron sus obras (Picasso, Dalí, Miró, Arp, Chirico, Domínguez, Ernst, Giacometti, Duchamp, Magritte o Tanguy) y los poetas y escritores participantes (Bretón y Peret, además de Cabrera, Espinosa, Pérez Minik, López Torres y Eduardo Westerdhal, impulsor de la iniciativa y miembro de Gaceta de Arte), ha querido ser rememorado con un programa de actividades, "Mayo, mes del surrealismo", que se desarrollará en dicha institución cultural hasta el 11 de junio, tales como cine, conferencias, lecturas dramatizadas, talleres, performances y diseño de moda, entre otras.

"80 años de surrealismo en Tenerife", comisariada por Lola Camprubí, pretende revisar, desde una óptica contemporánea, las claves y la poética de aquel movimiento que intentó sobrepasar lo real impulsando con automatismo psíquico lo imaginario o irracional.

Para la presidenta del Círculo de Bellas Artes, Dulce Xerach, la idea "no es sólo rememorar aquella exposición de 1935, sino coger el testigo del estilo de vida surrealista, el compromiso de ser libres, de dar cada vez más libertad a los artistas ".

El resultado de esta experiencia, que reúne pinturas, esculturas, fotografías y collages, realizados con diversas técnicas y materiales, además de una instalación de María Belén Morales, un piano intervenido en homenaje al "Retrato de Roma", de Domínguez, refleja la vigencia de la clave surrealista en algunos artistas canarios. También se detecta en algunas piezas el espíritu de Domínguez, Dalí o de Chirico.