El peculiar mundo sonoro del guitarrista y compositor tinerfeño David Minguillón (Puerto de la Cruz, 1983) se apoderará mañana, jueves, a partir de las 21:00 horas, del Espacio Guimerá de Santa Cruz, donde interpretará los temas de su segundo disco, “Puerto del mar”, junto a otros cuatro músicos.
Este polifacético intérprete de guitarra española, cuyos estilos puedan deambular a la perfección entre el flamenco, el jazz, la clásica o la música sinfónica, además de hallarse muy a gusto en la improvisación, actuará junto a Pablo Díaz (flauta), José Carlos Machado (bajo), Sergio Díaz (batería) y Julio González (percusión).
“Vamos a presentar el disco que salió en noviembre del año pasado, Puerto del mar, en el que he mezclado varios estilos como el jazz y el flamenco. Son temas propios con influencias de estos dos estilos que he estado trabajando durante los últimos años”.
“En este registro está también Jorge Pardo (flauta) en una de las canciones, la gran novedad de este disco. Kike Perdomo, que también ha sido el técnico de sonido y se ha grabado en su estudio, 96kmusic; además de Luismo Valladares (bajo), Jeroen Truyen (batería), Francis Hernández (teclados), Vanesa Díaz (voz), Sissi del Castillo (percusión), Rezar Domínguez (guitarra y palmas) y Marta Flendrig (zapateado y palmas))”.
Este inquieto compositor es muy ecléctico en cuanto a sus gustos musicales. Primero estudió música clásica, pero al mismo tiempo formaba parte de una Big Band y proyectos de jazz. Después del Conservatorio se fue a Granada, donde se alió con el flamenco. De la ciudad andaluza se trasladó a Holanda, donde hizo un master de jazz, sin perder su estrecho vínculo con el flamenco.
“Hay mucho amor al flamenco en Holanda, mucha pasión, entonces me iba a diferentes Conservatorios donde había músicas del mundo, en Rotterdam, por ejemplo. Ahí comencé a fusionar las músicas que me gustaban. De repente me salen cosas del clásico, porque estuve metido en el clásico y de repente me voy más a la improvisación. Me gusta tener esa abanico”.
A pesar de estas inclinaciones, reconoce que “todo depende del momento. No hay algo en lo que me sienta más cómodo de por vida. Voy cambiando, depende de las necesidades que tengo de expresión. Cuando salí del clásico, y ya tocaba un poco de jazz, echaba de menos un poco de más fuerza rítmica o más conocimiento de polirritmias, y me notaba un poco débil en ese aspecto con respecto a otros músicos. El flamenco me atrapó ahí y la verdad es que me ha dado mucha base en ese sentido. Lo que sí me estoy dando cuenta es que con lo que más me siento identificado es con la composición. Me llena componer mis propios temas, llevarlos a otros músicos y hacerlos sonar entre todos”.
David Minguillón, cuyo lenguaje musical se mueve más en este disco en las armonías del jazz, con más improvisación, aseguró que para él, lo más importante es “tocar desde el corazón y expresar. Que la gente que venga al concierto se vaya con algo que le haya removido dentro. Conectar con el público. Da igual el estilo que se esté tocando, sino poner toda la parte emotiva en cada nota y expresar al público lo que estoy haciendo. Al final eso es lo que se queda”.
Los próximos proyectos que abordará este guitarrista serán uno en el que realizará arreglos de canciones de otros músicos tirando al jazz, un concierto para junio, en el Auditorio de Tenerife con la Big Band de Canarias y otro con el dúo de percusión Tuópali, formado por Paco Díaz y Charlie Llacer.
Con respecto al panorama musical en Canarias, consideró que hay una apreciable oferta cultural que no consigue llegar al público. “Veo mucha calidad en los conciertos y poca respuesta del público y no creo que sea por la crisis, sino por una cuestión de educación. Hay muchas cosas que son gratis y otras cuestan cinco euros. Te voy a contar una anécdota, el otro día una persona, después de un concierto, vino y me dijo las canciones que más le habían interesado. Al final, cuando le dije que el disco costaba diez euros, me dijo que con eso le daba para dos gintonic. Creo que es cuestión de tener conciencia de que hay que pagar por la música. Falta conciencia de la importancia de la cultura en la sociedad, que esto es un trabajo como otro cualquiera”.