No oculta que hace seis meses lo de escribir un artículo diario en EL DÍA era una posibilidad que no habitaba en su cabeza, pero entonces tampoco tenía planificado dar clases en la Facultad de Ciencias de Información de la Universidad de La Laguna. "Mis primeros pasos como periodista los di en EL DÍA. Luego estuve en Jornada Deportiva y un poco más tarde me convertí en una especie de picaflor de la información", recuerda Francisco Pomares (1957) antes de revelar que está "encantado, honrado y muy feliz" con este regreso.

El arranque de esta conversión es de cómic. "Yo quería ser Tintín, que es el único periodista del mundo que jamás ha escrito un artículo, que no es mi caso, pero siempre me sentí atrapado por ese personaje", confiesa un madrileño que reside desde hace más de cuatro décadas en Canarias. "Mi visión del periodismo, entonces, estaba asociada a la idea de viajar mucho y practicar una especie de turismo social o turismo de guerra. Manuel Leguineche dijo que no hay nada más alejado de la realidad de lo que ocurre en una situación de conflicto que un periodista que acude a ese conflicto", recuerda el exjefe de prensa del Parlamento de Canarias (1982-1985). "Esa etapa fue bastante aburrida y no aguanté mucho", dijo como paso previo a su regreso a la trinchera de la información. "El día que me muera, si alguien quiere poner un epitafio en mi tumba, la frase más adecuada sería: aquí yace Francisco Pomares, periodista", reflexiona un profesional que se convirtió durante casi 30 años en el hombre de Prensa Ibérica en el Archipiélago.

Miembro del Instituto de Estudios Canarios desde 2011, catorce años antes recibió el encargo de fundar La Opinión de Tenerife, diario que dirigió durante más de un lustro y medio. "Para un tipo que nunca había pisado una redacción aquella experiencia no solo me fijó como periodista, sino que me transformó en un ejecutivo de la información", admite este graduado en Historia. "Mi cuarto artículo de opinión coincidió con la caída del muro de Berlín -el 10 de noviembre de 1989- y desde entonces no he fallado... Algunos vincularon A babor con una tendencia a estar en la izquierda, pero en realidad el significado real de ese encabezamiento es mucho más simple: si trazamos una línea imaginaria desde el norte de la Isla, Tenerife queda a babor y Gran Canaria a estribor. Ahí no cabe otro tipo de ideologías", explica Pomares.

Periodista desde 1977, el articulista que se incorpora a partir de mañana a la sección de opinión de EL DÍA tiene claro que su rol ha cambiado. "Ahora soy un periodista que no vive del periodismo: mis ocupaciones en estos momentos son la docencia y el mundo de la edición, pero soy consciente de que no puedo prescindir de escribir un artículo diario. Para mí cumplir con esa rutina es casi tan importante como desayunar, es decir, si no escribo ese artículo de opinión (A babor) me quedo con la sensación de que he perdido el día", puntualizó antes de incidir en la idea de que necesita esa reflexión tanto como el "Café con prisas" o el "Café de redacción" que se toma con sus colegas Jorge Bethencourt y Juan Carlos Castañeda de lunes a viernes en la programación matinal de Radio Club Tenerife.

"Soy un periodista del papel, pero incluso cuando perdí la oportunidad de tener ese espacio en un periódico continué publicando A babor a través de las redes sociales", confesó sin ocultar la alegría, "una agradable sorpresa", que le proporcionó Mercedes Rodríguez con este ofrecimiento. "Un columnista es una especie de confesor; un tipo que en muchas ocasiones quiere hacer una broma o llamar la atención del lector... En cierto modo, esa relación es muy parecida a la que se crea entre un lector y un escritor: el mundo de la novela está lleno de historias de amor y desamores", comparó.

Pomares es consciente de los riesgos que asume en cada artículo; sabe que cada vez que expresa su opinión es como si se transformara en esa diana que espera una lluvia de dardos traicioneros. "Más allá de mis filias y fobias, que por supuesto que las hay, tengo claro que para algunos solo soy un tipo ácido y un elemento de confrontación", añadiendo que asume que "muchos me ven como un periodista peleón o echado para delante, pero en los más de 30 años que llevo en este oficio jamás he insultado a nadie", reivindicó un profesional que defiende el concepto de comunicar como un fin social. "Un periodista no puede tener patente de corso para hacer lo que le da la gana amparado en lo que todos llaman libertad de expresión; un periodista debe tener claro que su cometido no es opinar, sino generar historias interesantes, algo por cierto que no es demasiado frecuente estos días, porque algunos parecen que apuestan por una especie de panfletario que se aleja de lo que tiene que ofrecer el mundo de la comunicación a la sociedad. Lo que menos les interesa a los ciudadanos es lo que pueda pensar un periodista; la clave es que este presente una buena historia que sea capaz de crear un estado de opinión. Eso son dos cosas muy distintas", matizó el motor de Ediciones Ideas. "En mi forma de hacer periodismo no hay espacio para el chantaje y la extorsión", afirmó antes de analizar otro aspecto clave en su día a día.

De la misma manera que Paco Pomares confiesa estar satisfecho de la "independencia y libertad" con la que transmite sus opiniones, el nuevo colaborador de EL DÍA valora el recorrido que completó en el mundo de la edición. "Yo era muy ambicioso: quise traducir al español a Tolkien después de leer El Señor de los Anillos en italiano, pero se me adelantó Minotauro y la verdad es que se han puesto las botas", declaró respecto a los orígenes de un sello que ha publicado más de dos mil títulos en sus 25 años de historia. "Todo empezó con una colección de historias escritas por colegas de la profesión que se llamaba La quinta columna", desveló sin perder de vista un hecho que acabó siendo crucial en esta aventura. "Muchos me echaron en cara que los beneficios económicos que me devolvió la Reserva para Inversiones para Canarias (RIC) no los empleara en la compra de pisos, que parece que es la norma habitual, y en cambio me lo gastara en editar libros... La verdad es que un edificio nunca se sabe cómo va a acabar, mientras que todo lo que tengo en estas librerías ya tiene un valor histórico que irá mejorando con el paso de los años. ¡Estos son mis dos mil ladrillos!, concluyó Francisco Pomares.

Francisco Pomares

Periodista