Catorce canciones conforman el perímetro de "Qué pasará", el séptimo disco personal del argentino Coti (1969) que acaba de ver la luz. El rosarino, que en dos semanas interpretará algunas de esas historias en La Laguna, asegura que durante este proceso creativo ha buscado agitar sus emociones y que las personas que escuchen sus temas se hagan preguntas. "Frente a un IVA tan asesino no le podemos dar la espalda al hecho de que el ser humano necesita alimentar su alma con cultura", asegura el compositor y cantante.

¿Qué ha buscado en esta nueva aventura discográfica?

Es una propuesta que no solo trae nuevas canciones, sino un sonido distinto. El reto es generar una provocación para escuchar lo que estoy haciendo y, de paso, acercarse a mi manera de producir, de cantar, de tocar... Aquí les traigo un Coti distinto.

¿Pero ese cambio significa romper con el pasado?

No exactamente. Si estuviera planteándome una ruptura con lo que pasó hasta aquí sería porque hay algo de lo que hice que me dejó descontento y, de verdad, no es el caso. No hay razones de peso para romper la coherencia musical que hay desde el primer disco hasta este.

¿Escucharemos pronto los temas de "Qué esperas" en Canarias?

En esta primera fase de promoción vamos a hacer un par de acústicos en las capitales canarias con dos encuentros Dial -el de Tenerife tendrá lugar el 6 de junio en La Laguna- y más adelante veremos si se da la opción de ampliar estas visitas con un concierto de formato mayor.

Las Islas son un buen "banco de pruebas" para medir el mercado musical latino, ¿no?

Yo no voy a generalizar, porque desconozco de primera mano lo que ocurrió con otros artistas, pero Canarias es una tierra en la que mi música siempre fue tratada con cariño. En mis siete discos siempre busqué la complicidad del público de las Islas; conquistar esa audiencia significa acceder con buen pie no solo en España sino en Europa.

¿Sacar un material nuevo supone tener que superar todo lo bueno que se hizo en el pasado?

Nunca me voy a plantear abrir una competición contra mí mismo. Esas exigencias están, pero no es bueno hacer cuentas en el aire porque al final se caen. Lo importante es ser muy sincero con la música que haces y mostrarla en muchos sitios. Mis canciones han sido una excusa para conocer lugares maravillosos a los que no habría llegado jamás sin su complicidad.

¿Cómo vive los ciclos que se abren entre disco y disco?

La sobreexposición es una parte de la vida de un artista, pero más importante es aprender a vivir en el lado oscuro. Una canción o un disco tienen una vida propia en cada país, es decir, que no necesariamente tiene que gustar sí o sí... Todo tiene un por qué en la carrera de un creador y hay que saber manejar esas claves para que un éxito o un fracaso sea algo definitivo. Hay proyectos que pasaron de puntillas y, en cambio, para mí son unas obras de arte; composiciones que resistieron miles de juicios y regresaron intactos a mí.

¿Ha habido instantes en los que vio "amenazada" su vida como artista?

Publicar siete discos en doce años no es un síntoma de hartazgo creativo. No hay muchos artistas que se puedan permitir presumir de tener siete trabajos en solitario, decir que su música aún está vigente y que quieren estar un ratito más en este mundo... Mi gran éxito es tener la libertad para decidir lo que yo quiero, pero también tener una cintura artística para depender de mí mismo. Llenar un teatro sin tener que estar pendiente de lo que otros hacen por ti es un lujo que aún me puedo permitir.

¿Hay motivos para la esperanza; algo que nos permita pensar que la cultura volverá a tener un protagonismo especial en la sociedad española?

Aún queda un pequeño margen para la ilusión, pero eso es algo que depende de muchas personas, no solo de un artista. Frente a un IVA tan asesino no le podemos dar la espalda al hecho de que el ser humano necesita alimentar su alma con cultura. Ese es un derecho que nos hemos ganado.