En ese encuentro de almas y huesos, de la mezcla indeterminada entre puñados de sensaciones y sueños suelen surgir las historias más auténticas, esas donde la voz del corazón asoma por la boca.

Algo de eso, y mucho más, vibra en los compases del espectáculo "El Intérprete", que la compañía Factoría Madre Constriktor representa esta noche, desde las 21:00, sobre el escenario del teatro Leal de La Laguna.

El protagonista, Asier Etxeandia (Bilbao, 1975), bulle en la entrevista como lo haría un espíritu inquieto, acaso reflejo de aquel hijo único que creció en la Euskadi "vigilada" de los 80, al abrigo cariñoso de la figura maternal y suspendido en el fracaso escolar que imponían los colegios de curas.

Lo cierto es que después de tres años reviviendo el "show" de aquí para allá, de un escenario a otro, se considera ya "curado". Porque la razón de este espectáculo hunde la raíz en la muerte de su madre. "Nuestros padres nos consideran perfectos", dice, y subraya cómo todo nació de aquel compás trágico, "cuando me planteé convertirme en lo que mi madre quería que fuese": una manera de hacer realidad el sueño de ella y también el suyo.

Ahora, pasado el tiempo y las melodías, admite que "estaba hecho para ser cantante y actuar", quizá otra forma de mostrarse, y recuerda los momentos "en los que sentía pudor, que en el fondo es lo que más deseamos".

Asier Etxeandia se reconoce plenamente en la figura del intérprete, "esa especie de prolongación de uno mismo", dice, que en su caso proyecta a viva voz lo que siempre soñó ser, un elemento capaz de transmitir "mensajes muy claros" mediante las emociones, explica apasionadamente. "Y así como un intérprete en idiomas sirve de traductor del lenguaje", él establece un paralelismo con quienes "utilizamos todas las herramientas posibles desde la voz, el cuerpo, la inteligencia, la profesionalidad, la debilidad y la fuerza" para comunicar y compartir con los prójimos.

Así, lo que surgió siendo un concierto para los amigos se ha convertido en realidad amplificada, en el ideal de una producción independiente que, además, suena a éxito.

Lo que el espectador se va a encontrar "es lo que verdaderamente soy", sostiene Asier, una desnudez que este intérprete exhibe sin dobleces sobre el escenario y que para él representa algo así como "ir quitándome capas, como una cebolla", descubriendo perfiles auténticos, "incluso escapando a lo que se supone debe ser el comportamiento correcto en este país para firmar buenos contratos, según los consejos y las recomendaciones de algunos directores de cástings y productores".

Y lo suyo no es un gesto de impostura: "Tengo mis necesidades vitales y opino sobre el mundo que me rodea".

Cuando se refiere a la selección musical, este rockero curtido en bandas desde edad adolescente, señala que "es bastante ecléctica", como la vida misma. Pero la criba ha resultado inevitable, porque "si el espectáculo incluyera todo lo que me pedía el cuerpo, estaría tres días sobre el escenario".

La pausa precisa la procura el discurso vital que va hilando una historia entre compases, al que añade relatos al texto de las canciones, obra del dramaturgo Álvaro Tato.

"La luz es impecable; los músicos, fenomenales (Tao Gutiérrez, Guillermo G nzález y Enrico Barbaro) y el texto de la historia, fantástico". De aquel programa "La bola de cristal" rescata la máxima que decía: "Con amigos, sí; solos, no" para elogiar a empresa y socios, músicos y técnicos "un equipo que trabaja duro", con dedicación y esfuerzo, en la idea de que el espectáculo es "un hijo suyo", una complicidad que se percibe en "una maquinaria con un engranaje afinado y auténtico",

De fondo sigue sonando la música, "un salvavidas" para Asier, "la mayor de las artes, que va directa al corazón sin pasar por la cabeza; no concede raciocinio, ataca a unos sentimientos, a una emoción y una energía concretas".

Y aunque la crítica no sea la razón pura, Asier Etxendia destaca lo bien que lo han tratado los críticos: "Han dicho de mí cosas maravillosas que hasta han llegado a provocarme lágrimas de alegría", unos halagos también de sus compañeros de oficio. Pero no es de los que se deja seducir por el elogio. "Uno sabe cuándo la está cagando y cuándo lo está poniendo todo".

No digas que fue un sueño.

Asier Etxeandia

Intérprete