El periodo comprendido entre los siglos XVIII y XIX fue una etapa en la que parte del patrimonio arqueológico canario, sobre todo momias humanas, se vio esquilmado por los regalos que algunas autoridades hicieron a visitantes ilustres que pernoctaron por las islas, además de intercambios. Pero este no fue el caso de la colección del Museo Casilda de Tacoronte, cuyos propietarios vendieron los materiales arqueológicos y antropológicos que conformaban aquel gabinete decimonómico a un particular argentino de origen canario, Fernando Cerdeña.

Manuel Fariña, profesor de Historia de América de la Universidad de La Laguna, impartió una charla sobre el Museo Casilda en el Museo de La Plata en las Jornadas de Cultura Argentina que se celebraron recientemente en Tenerife, donde explicó los pormenores de aquella venta legal realizada en el año 1889.

Él y el catedrático de Arqueología de la Universidad de La Laguna, Antonio Tejera Gaspar, escribieron en 2000 el libro-inventario "La memoria recuperada. La colección Casilda de Tacoronte en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata (Argentina)", tras una visita que realizaron a dicho centro, en el que recabaron amplia información e imágenes sobre lo que aún quedaba de aquellos fondos en el centro argentino: entre el 30-40 por ciento de lo que contenían los veintinueve cajones que viajaron a Argentina en el siglo XIX.

Fariña explicó en su intervención cuál fue el proceso del trabajo que realizó junto a Tejera Gaspar en relación al Museo Casilda y cuál era la situación de aquel legado, que tristemente se perdió.

"Quiero dejar claro que la salida del Museo Casilda de Tacoronte no fue un expolio sino una venta legal establecida por parte de los herederos de Carlos Lebrún, depositarios legales de aquel museo (...). Aquella colección no salió ilegalmente, sino que fue una venta, porque ni la Económica de Amigos del País, ni el Ayuntamiento de Santa Cruz, ni otras instituciones, que al parecer no tenían los fondos necesarios para comprarla".

El contenido del Museo Casilda, según un inventario realizado por Juan Bethencourt Alfonso, estaba formada por cinco momias, aunque algunas fuentes indican siete, armas de la época de la conquista de Tenerife, pintaderas, documentos (como manuscritos de Viera y Clavijo), pieles, molinos, cerámica, pieles, esteras, utensilios de los guanches, además de monedas y otros objetos que fue acumulando el mentor de este valioso legado, gran parte del cual se desconoce su paradero, excepto tres pintaderas que fueron devueltas al Museo Canario de Las Palmas y dos momias que fueron "restituidas" en 2003 al Museo de la Naturaleza y el Hombre por parte del Museo de Ciencias Naturales de Necochea (Argentina).

Para este historiador, "aquello no fue ningún tipo de recuperación sino una negociación que se hizo con una entidad que tenía las momias de Necochea, que procedían del Museo Casilda de Tacoronte. Si ponemos la palabra recuperación parece que salieron ilegalmente".

En este sentido, comentó que "lo que nosotros proponíamos en el libro era que quizás era conveniente difundir la riqueza de nuestra cultural aborigen que hay repartida por todos los museos del mundo. No discuto el interés de ir negociando con entidades que estén dispuestas a cederlas y traerlas de nuevo a las islas, pero eso es bien distinto a campañas políticas manipuladas, como que hemos sido fruto de un expolio. En ese terreno no entro".

Durante el trabajo de localización y descripción de los materiales del Museo Casilda, parte de los cuales se encuentran en el Museo de La Plata, Fariña indicó que descubrieron otros objetos que llegaron después que los de Casilda, entre los que se encontraba la denominada colección Garachico (29 cráneos), y otra de cerámica popular canaria, con modelos hoy desaparecidos. "Llegaron desde aquí como intercambio de materiales entre museos, algo que ocurría en aquella época".

Durante los siglos XIX y XX se repartieron las colecciones del Museo Casilda, desconociéndose el paradero actual de gran parte de las mismas. "De hecho, hubo una momia de una mujer, que fue hallada en Guayadeque, ahora en el Museo de La Plata, que estuvo expuesta hasta el año 1944 en un concesionario de coches como reclamo", apuntó.

Lo que si se puede constatar es que momias y restos humanos, además de otros testimonios arqueológicos de Canarias, forman parte de los fondos de varios museos e instituciones del mundo, entre ellos el Museo Nacional de Antropología de Madrid, Inglaterra (Cambrige), Alemania, Francia (París) o Estados Unidos (colección Houtton).

"No podemos seguir alentando esa idea de que se lo llevaron de aquí, que nos han robado o expoliado. En el siglo XVIII, las propias autoridades canarias regalaban momias a visitantes ilustres. Por eso me parece un poco fuerte que nos pongamos reivindicativos, cuando esto ha sido una sacadera normal desde el siglo XVIII en adelante. Aunque para nada estoy en contra de que esos materiales regresen aquí, todo lo contrario".

De hecho, el propio Fariña y Tejera Gaspar propusieron hace años a la Unión Europea el proyecto Estudios de los Materiales Arqueológicos Guanches, para localizar y estudiar los objetos arqueológicos procedentes de Canarias diseminados por el mundo, pero no salió adelante.

Una realidad de peso es que durante el siglo XIX, "tras descubrir el hombre de Cromañón, muchos antropólogos físicos vinieron aquí al tener Canarias una impronta muy fuerte de la raza de cromañón procedente de África. No sólo porque existían restos óseos de los sujetos, sino también porque se podían detectar sus rasgos en cualquier pueblo o ciudad".