Confiesa que no le agrada regocijarse en un pasado inabarcable en una entrevista de trazos rápidos en la que termina apareciendo un artista enamorado de su profesión, inconformista y rebelde. "Procuro huir de los recuerdos; vivo con ellos pero no los agito ni por nostalgia ni para dar pena", dice Joan Manuel Serrat en la línea de salida de una conversación en la que habla de poesía, de represalias, de un mapa político que está cambiando hacia no se sabe qué. "¡Veremos qué pasa!", añade.lias

¿Cuál es su valoración de estas cinco décadas de actividad artística?

Muy positiva; me siento satisfecho del camino que me ha tocado recorrer y agradecido a la vida por haberme permitido llegar hasta aquí después de atravesar distintas etapas en las que hubo alegrías, emociones y vicisitudes que no sirvieron para apartarme de un oficio que sigo amando como el primer día.

¿Ese es el mismo camino de Machado que hay que hacer día a día?

No hay otro... Ese camino se hace constantemente y en un solo sentido: deshacer los pasos dados no borra la memoria.

Su obra está llena de poética, de protesta, de censuras... ¿Cómo se da forma a ese puzle sonoro, y en función de qué circunstancias?

Yo no lo veo como un puzzle sino como una sucesión de circunstancias que marcan el pulso vital de un artista. Los momentos de un creador vienen dados por los tiempos que le toca vivir; todo lo demás son inventos que se mueven en función de unos intereses u otros. Lo de la canción protesta, por ejemplo, fue algo que surgió de forma natural porque también la podían haber llamado canción consuelo. Todo depende del lugar en el que estés porque los poetas hacían poesía protesta y poemas de consuelo... Los versos de Machado o Hernández están ligados a la realidad de su tiempo y a su gente: es una poesía escrita por el que mira a la calle de forma curiosa. No soy amigo de tirar de un adjetivo para justificar una canción.

¿Pero forzosamente la canción de autor que se hace en la actualidad no tiene nada que ver con la que se defendía en el arranque de los años 70?

Afortunadamente ese cambio es producto de una realidad distinta... La situación social y política no son comparables, pero también existe una cuestión técnica que impide establecer una posible comparación: los medios para trabajar y grabar diferentes sonoridades son más amplios, pero la evolución de un artista es una decisión personal que no todos están dispuestos a asumir.

¿Por qué la canción de gran contenido social no se ha liberado de algunas ataduras que en el pasado la tenían como un género maldito?

Si te persiguen los políticos es porque tienen interés en que no existas. El mundo de la creación que es hostil con el poder suele ser silenciado a la fuerza, pero siempre hay que buscar otros huecos por los que reaparecer. Solamente con libertad y pluralidad se puede combatir la mala intención de los que tratan de desprestigiar a la cultura que molesta.

¿Confía en los aires de renovación política que se perciben en España?

El argumentario de un artista siempre está en la calle, es decir, su trabajo tiene que respirar actualidad. Lo que pase a partir de estos momentos está por ver, pero existen unas interesantes expectativas de futuro que vamos a ver cómo se desarrollan. Lo que está claro es que hay una parte de la ciudadanía de este país que no se sentía representada, e incluso maltratada, por una clase política que debería escuchar los mensajes que les están enviando. Su forma de hacer política oscura, poco transparente y en muchos casos corrupta ha sido castigada democráticamente.

¿Ha tenido que recuperarse de muchas zancadillas en este medio siglo?

Cuando no tuve la complicidad de los poderosos sí que tuve la de la gente, que siempre es más sincera y potente que el rechazo de todos los políticos del mundo. Esa es una relación más saludable y duradera.

¿Tiene la sensación de que muchos esperan de usted que defina el lugar en el que quiere jugar?

Soy un artista que me he posicionado en muchas ocasiones; que tomé parte por algún bando en alguna ocasión aunque lo hiciera de manera equivocada... A mí nunca me obligaron a tomar partido; todo lo hice de forma voluntaria. No he aceptado nada que pudiera traicionar a mi pensamiento y, sobre todo, que fuera contrario a lo que me indicaba el corazón.

Se lo han preguntado muchas veces, pero sin diálogo es imposible que España y Cataluña arreglen sus divergencias, ¿no?

Aunque suene algo repetitivo, lo que está clarísimo es que la gente solamente se pueden entender hablando y respetando al que está al otro lado de la mesa. Las intolerancias no ayudan a que las cosas mejoren en serio.