Los problemas son universales, o en este caso, insulares. A partir de ese planteamiento se celebró ayer en el Aguere Espacio Cultural de La Laguna una mesa redonda con un trasfondo literario -incluida en la agenda del ciclo "Tenerife Isla Colaborativa 2015- en la que participaron Pablo Fernández del Castillo, Mariano Gambín, Pablo Martín Carvajal, Jesús Pedreira Calamita y la italiana Francesca Casula, exeditora y responsable del proyecto Líbero.

Líbero es un programa amparado por el gobierno italiano que está diseñado para fomentar la lectura en la isla italiana de Cerdeña. "El objetivo era generar una alianza entre creadores y distribuidores, es decir, que escritores, editoriales, libreros y publicitarios caminaran juntos con la idea de abaratar costes y, sobre todo, fomentar los hábitos lectores. Hace 30 años en Cerdeña, por ejemplo, se leía bastante menos que en el resto de Italia. Hoy, en cambio, los porcentajes se han igualado", admite Casula.

Tanto Francesca como los participantes en la mesa redonda no obviaron las coincidencias entre Cerdeña y Canarias. "Son tierras insulares con problemáticas similares", avanzó la portavoz del programa Líbero. "En la España e Italia continental todo funciona de otra manera. Allí, si quieres presentar un libro te basta con comprar un billete de tren, mientras que en las islas hay que invertir más dinero en un pasaje de avión o barco. Además, estamos hablando de unos territorios turísticos en los que todo es más caro", censuró.

Francesca Casula está convencida de que esta es una iniciativa cien por cien exportable. "Esa es una de las razones por las que el Gobierno italiano decidió apostar por Líbero... Cuando hay ganas de leer vivir en un territorio insular es una problemática de segundo nivel. Es cierto que todo es más caro, pero hay métodos muy útiles para propiciar que los hábitos lectores no se pierdan por cuestiones vinculadas con el dinero. Abarratar costes es una tarea en la que tienen que participar los creadores, los distribuidores e incluso los consumidores", avanzó.

La italiana, que ejerció durante años como editora, tiene claro que el formato no es un muro infranqueable para acercarse al mundo de la lectura, pero sí un enemigo para la tradición. "El libro se ha manejado siempre por unos códigos muy especiales en los que la figura del librero era vital. Eso se ha perdido con las ventason line o plataformas especializadas en la edición digital. La lectura tendrá que reordenar sus ideas, de la misma manera que la música o el cine deben aprender a vivir con la amenaza de una cultura en la que todo se puede acceder de forma gratuita. Lo ideal, no obstante, es que se ponga freno a esas actividades", dijo Francesa Casula.