Se ha convertido en la piedra angular desde la que Jaime Azpilicueta levantó sus dos últimos musicales en el Auditorio de Tenerife; una pieza "revolucionaria" tanto en el guion de "Jesucristo Superstar" como en el de "Evita", el proyecto que hoy, a partir de las 18:00 horas, se estrena en la Sala Sinfónica. "Me siento libre para experimentar cosas que aún desconozco del mundo de la interpretación", argumenta el compositor y cantante tinerfeño Jadel, quien admite públicamente que "Azpilicueta nunca impone sus criterios sí o sí".

¿Cómo está siendo esta segunda experiencia laboral con Jaime?

Yo no siento que esté trabajando. Eso es una buena señal porque no llegó al Auditorio con la idea de que en unas horas tengo que volver a casa, es decir, que el tiempo pasa muy rápido y las ganas por asimilar lo que quiere Jaime van en aumento.

¿Hasta qué punto facilita ese "trabajo" lo que pasó con "Jesucristo Superstar"?

El equipo es el mismo y eso es una ventaja considerable. A veces no hay que hablar para exigir algo al compañero o corregir un error. Esas palabras están una mirada. Otra cuestión importante es que aquí me siento libre para experimentar cosas que todavía desconozco del mundo de la interpretación... Azpilicueta nunca impone sus criterios sí o sí.

Salvando las distancias, ¿esto se acerca bastante a esas representaciones de instituto en las que valores cómo la amistad o incluso la solidaridad le aportan un plus a la parte artística?

En este grupo no hay miedo ni timidez; es un colectivo en el que no hay vicios adquiridos y eso es muy positivo a la hora de planificar un montaje. La fuerza de este proyecto es el equipo. De alguna manera hemos interiorizado que si uno se equivoca, los que fallamos somos todos.

¿Han desaparecido las "dudas" iniciales que existían antes del estreno de "Jesucristo Superstar" por aquello de ser una producción canaria?

La incertidumbre es la misma porque la gente con lo que se queda es con lo último que haces. Si fallas hoy nadie se va a acordar que "Jesucristo Superstar". El espectador no ve todo lo que se ha hecho hasta llegar al estreno, sino el resultado de una puesta en escena que en ocasiones puede estar condicionada por aspectos que no tienen que ver con ese trabajo.

¿Entiende que el hecho de ser un elenco canario puede condicionar la opinión del público?

La gente es libre de declararse seguidor de Ricky Martin o Bruno Mars, que son dos grandes artistas a los que yo también sigo, pero cuando aquí hay un talento que no desmerece a lo que viene de fuera hay que saber reconocerlo. Lo otro es tan sencillo como ser del Real Madrid o del Barça.

¿Eso es una apuesta segura?

Sí... Sabes que este año puedes ganar la Liga o la Champions y el siguiente la Copa o Supercopa, pero normalmente siempre ganas algo... Lo difícil es ser del Atlético. Esos no ganan con tanta frecuencia. Por eso cuando lo hacen sus seguidores lo disfrutan mucho mejor.

Primero fue Jesús de Nazaret y ahora el Che, ¿sus experiencias en los musicales son una continua revolución?

En mi vida normal tampoco soy mucho más tranquilo (ríe). Sí. Son dos personajes revolucionarios, aunque con algunos matices muy distintos. Son personajes dispartes. Jesús era un rol estático y pacífico que transmitía calma, mientras que el Che es un ser en continua agitación.

Pensar que producciones concebidas en el Archipiélago llegarían algún día a viajar fuera de él es como creer en ese quimérica idea de los pájaros contra las escopetas, ¿no?

Ja, ja, ja, ja... Que Madrid esté mirando lo que se hace en Tenerife es un síntoma a tener en cuenta. Eso quiere decir que las personas que están propiciando proyectos artísticos como "Jesucristo Superstar" o "Evita" no están demasiado equivocados. A mí me han llegado ofertas para otros musicales a raíz de lo que ocurrió aquí. Eso quiere decir que en la Península conocen de primera mano lo que hace Auditorio de Tenerife.

¿Qué viene después de "Evita"?

Sigo componiendo canciones... Temas para mí y para otros. El disco ya está listo con 11 temas y ahora me queda montar la banda para empezar a girar. El objetivo es hacer el mayor número de conciertos y volver a casa para presentar esas canciones. Me gustaría que sucediera en el Auditorio, pero eso aún está por definir.

¿Dar canciones a otro artista es un sinónimo de generosidad?

Tampoco se las doy a cualquiera. En ese sentido, sí que soy un poco egoísta con mi trabajo. Lo que pasa es que hay canciones que pueden tener un desarrollo interesante con otro intérprete. Lo importante, al final, es vivir cerca de la música.