Mirando a "Terral" desde la distancia cree que ha conseguido inyectar un aire renovador a su repertorio; un estilo que no daña a la marca Pablo Alborán. "Lo único intencionado en este disco ha sido dejar que las canciones hablaran por sí solas y no llevarlas a otro terreno que no fuera el natural", asegura un artista que el próximo 17 de julio actuará en la plaza del Cristo de La Laguna. "Las canciones tienen que mandar por encima de los arreglos y en anteriores álbumes, a veces, ocurría lo contrario", confiesa el cantautor malagueño sobre un proceso creativo en el que se aprecian unas texturas brasileñas.

Sobre ese viaje musical a territorio carioca, Alborán expresa su admiración por una base que ha propiciado una calidez sonora que ha sido aceptada por sus seguidores: "Soy un amante de la bossa nova; me gusta Jobim, Cateano Veloso, Luis Bonfa, Vinicious de Moraes... Necesitaba alguna pincelada brasileña en un disco tan personal", reivindica un creador que lleva más de cuatro años encadenando éxitos. "Uno nunca se imagina lo que puede llegar a pasar y es mejor no hacerlo", añadiendo que "el éxito hay que disfrutarlo como si no hubiera un mañana; tienes que dejarte la piel por el público que lo hace posible", agradece el responsable de "Pablo Alborán", el proyecto que iluminó su carrera.

De aquellos que creían que lo suyo iba a ser una moda pasajera, el autor de canciones como "Loco de atar" o "Miedo" solo dice que "intento no escuchar a la gente que solo se preocupa de poner piedras en el camino. Hay mucho que hacer todavía y eso solo se consigue con trabajo, estudiando y aprendiendo de las experiencias vividas", enumera Alborán. Cinco años en continuo crecimiento. Ese es el itinerario que describe la biografía musical de un artista que en el pasado no tuvo reparos de entrar en el mundo de copla. "En estos cinco años pasaron cosas que jamás imaginé. Si lo analizas bien puedes pensar que no es mucho tiempo, pero la verdad es que me ha sucedido de todo", dice un joven que no tiene problemas en reconocer que en este lustro a ganado una "familia" y ha tenido tiempo de "perder la cabeza". Y es que la naturalidad de Alborán es uno de los aspectos que mejor valoran los que conocen sus dos caras: al ciudadano y al artista.

"¿Cómo he logrado sobrevivir a la fama?", se cuestiona tras escuchar el jolgorio que suele ocasionar entre sus seguidores. "Creo que eso depende de cómo se lo tome cada uno... Tengo muy claro mis valores y sé quien soy. En ese sentido, las cosas más sencillas son las que de verdad me hacen feliz, el resto puede ser pasajero", destaca sin obviar una parte de la pregunta que está conectada con los momentos que se "autoregala" para aislarse de un mundo de vértigo. "No hay soledad más profunda que la habitación de un hotel", sentencia.

Pablo tiene claro la importancia de ser un artista 2.0, es decir, es consciente de lo decisivo que resulta dominar los escenarios, las ventas de discos y el contacto con los fans.

"La red se convirtió en la primera herramienta a la que recurrí para dar a conocer mi trabajo... Las redes sociales me permiten estar cerca de mis seguidores y eso es algo fundamental", destaca el impulsor de una gira ("Terral") que tocado más de 20 países. "Hay que valorar y ser consciente de todo lo que está haciendo este equipo porque en este negocio mantener cada puesto de trabajo es como si te tocara la Lotería", defiende justo antes de realizar una apresurada evaluación de su liderazgo como artista. "Hay que aprender de cada etapa; de las cosas buenas y de las situaciones malas que has vivido".

Respecto al margen que tiene para continuar sorprendiendo a la audiencia, el letrista de "Tanto" dice que "trato de no pensar en ello porque eso puede llegar a ser una obsesión... Yo me dedico a la música por una necesidad y por una inquietud. La propia música es una búsqueda constante de retos, por lo tanto si no te conformas y no te quedas quieto, siempre vas a encontrar algo nuevo", reflexiona en una secuencia de la entrevista en la que nos adentramos en un análisis de ciclo cultural que se vive en España; en un terreno pantanoso en el que solo van a sobrevivir los más fuertes: ¿Cree en la existencia de los filtros artísticos? "Wow... Jamás he visto la música como una competición ni como una lucha, pero soy muy consciente de que las modas existen, y yo solo espero no ser una. Para ello hay que estar muy encima de todo lo que haces e intentar evolucionar siempre", insiste en defender un profesional de la industria musical que estima que "en los momentos de crisis siempre aparecen los mejores movimientos culturales y artísticos... La gente necesita expresarse, gritar y transmitir lo que siente. No deberían existir esos filtros. La música no debería ser un número, es decir, que no por vender más discos eres mejor o peor que nadie. Este es un arte tan subjetivo que nadie puede determinar quién es bueno y quién es malo. Hablamos de emociones, y ahora más que nunca el mundo necesita expresarse".

El folio en blanco que presidía esta conversación se ha llenado de renglones sobre victorias desgastadas, ilusiones por acariciar, letras que explican la condición latina de "Terral". "Sí, puede ser que esos ritmos encajen mejor con la forma de ser de los canarios. Es un disco que tiene una gran influencia de sonoridades latinas, tribales y algún que otro matiz jazzístico. Fue un placer contar con la colaboración de Rafael Padilla -percusionista cubano-, que fue el que le dio a las canciones un aire más rítmico y fresco. Igualmente, decidí incorporar instrumentos de viento a través de Wayne Bergeron y Harry Kim. Mi intención fue buscar ese punto más clásico. Terral es un disco muy libre", resume en torno a una experiencia que, por ahora, le dio cinco discos de platino y una docena de semanas liderando las ventas en España.