Sentada en las escaleras de la iglesia de Santo Domingo en Santa Cruz de La Palma, donde tantos momentos vivió en su adolescencia y juventud, Rosina Herrera cuenta entre risas algunas anécdotas de su trayectoria y se emociona al recordar a Luis Cobiella, autor del Minué, obra a la que veinte años después vuelve a poner voz. "La música siempre ha sido un elemento muy importante en mi vida y mi manera de expresarme. Ha sido mejor incluso que las palabras y siempre ha estado ahí latente, pero nunca pensé que me iba a dedicar a ella de esta manera", confiesa la soprano palmera, que desde mediados de los años 90 ha tenido la oportunidad de actuar en Alemania, Francia, Italia, Suiza, México o Chipre, entre otros. El Minué será representado hoy, a las 22:00 y a las 23:30 horas, en el Recinto Central de las Fiestas de la Bajada de la Virgen. La primera de ellas será retransmitida por Televisión Canaria.

¿En qué momento llega a actuar en el Minué?

El Minué fue un punto de inflexión en mi carrera, fue en el año 1995 aquí justamente, en esta plaza. La verdad que me llamaron para cantarlo y fue un placer tremendo el poder interpretar una obra de un compositor que tenía sentado al lado. Me acuerdo que en aquella sesión lo dirigió también Ángel Camacho, que es quien lo va a dirigir este año, y compartí escenario, por ejemplo, con Tomás Cabrera. Realmente me emociona pensar en aquella sensación de tanta gente sentada aquí en los escalones animando y dando calor. Con el pasar de los años, al volver a interpretar esta obra, la veo desde otra perspectiva, he evolucionado como cantante y como persona. Intentaré hacerlo con la misma frescura de aquél entonces, pero quizá un poco más sosegada.

¿Es quizá una gran responsabilidad?

Siempre que te vas a enfrentar a un público es una responsabilidad, da igual si hay tres personas como si está la sala llena. Este lustro es muy especial porque, al no estar Luis Cobiella, es nuestro deber mantener su memoria, su música, su manera de sentir estas fiestas. Creo que todos tenemos que estar al servicio de su obra. Yo lo veo así y lo siento así también, y por eso es una responsabilidad.

¿Cuántas veces ha hecho la representación del Minué?

En el 95 creo que fueron, si mal no recuerdo, tres funciones más una función gratuita. Las dimensiones del lugar aquí son mucho más reducidas que en el recinto. Este año van a ser dos, así que las cuatro funciones que se hicieron en aquél entonces y las dos que voy a hacer ahora.

¿Hay una grabación del año 2005?

Esa fue una grabación de estudio, es una maravilla, pero no es lo mismo, evidentemente. Falta la frescura del directo. Para mí no es comparable, de hecho, sí he hecho grabaciones, pero no soy muy amante de ellas.

¿Quizá por eso ha grabado tan poco material en estudio?

Sí, por las circunstancias y porque no se ha dado, quizá. Soy más defensora del directo, es donde expresas con más sinceridad. Está muy bien tener la sensación de que hay una obra que quieres oír, está grabada y tienes el recurso de poder hacerlo, pero la sensación de un directo es incomparable.

¿Es usted muy perfeccionista?

Quiero hacer mi trabajo lo mejor que pueda. Puede ser que en ese sentido sea perfeccionista, pero creo que es más bien por el hecho de que me falta la autenticidad en un estudio de grabación.

¿Para un evento de ese tipo cómo se prepara?

Intento no abstraerme mucho de lo que hay a mi alrededor. Cuidarme, por supuesto, porque no puedo permitirme no estar al 100%. También metiéndome en la obra, estudiándola, oyéndola y leyendo sobre su contextualización.

¿Estará bien acompañada en el escenario?

Sí, somos cuatro solistas en total: Anelio Gibrán, Francisco Corujo, Rosa Delia y yo. También por la orquesta y por el coro mixto y el coro infantil juvenil. Este año el coro mixto son como 80 personas y el coro infantil juvenil son 70 niños. Yo también trabajo con ellos, hago un trabajo de vocalización, técnica y calentamiento media hora antes de empezar los ensayos. Luego Milagros Martín, la directora, trabaja el repertorio.

Este año el Minué va a tener algunos cambios, ¿no?

Va haber cambios en la disposición del escenario, la escenografía e incluso la escena va a ser algo diferente. Me parece bien que vayamos evolucionando y adaptándonos a los nuevos tiempos, pero no sólo eso, sino también innovando, porque si no el arte se estanca, no vive y no evoluciona.

¿Qué recuerdo tiene de Luis Cobiella?

Luis, aparte de ser la figura que era en nuestra sociedad canaria, era un amigo. Una persona con muchísimo fondo, ya no te hablo sólo intelectualmente, sino humanamente. Luis Cobiella ha sido un referente en mi vida. Cuando vivía en Alemania siempre intentaba poner en mi repertorio obra de él porque quería darla a conocer. Donde he ido con sus obras han llegado mucho al público y han gustado. Realmente me emociona hablar. Para mí es una de las personas más relevantes dentro del panorama artístico canario. De hecho, yo hice pedagogía del canto en el Conservatorio Superior de Música en Gran Canaria y mi trabajo de investigación fue sobre la relación de la música y el texto en "La nana de mi nieto Pablo".

Actualmente da clases de canto en la Escuela Insular de Música. ¿Cómo valora esa experiencia?

Sí, es una nueva faceta en mi vida desde hace seis años. Doy clases a niños, adolescentes y adultos. Intento ser una guía en este proceso del aprendizaje del canto, pero también aprendo mucho de ellos y es un dar y recibir. Es verdad que puede ser un poco agotador porque estás hablando, tienes que dosificar la voz y demás, pero es muy reconfortante, sobre todo cuando ves que los objetivos que se han planteado se van alcanzando y los propios alumnos ven también que van llegando a sus metas o que han alcanzado una meta y vamos a por la siguiente. Pero aunque me dedique a la docencia necesito estar en una escenario porque luego yo sé que esas vivencias mías se las voy a transmitir a los alumnos. Es importante estar activo tanto para ti como para ellos.