Universal Pictures tiene más de 100 millones de euros en su cuenta corriente para pagar las facturas derivadas del rodaje de la quinta entrega de Bourne, el solitario y épico espía americano que dentro de un mes tratará de convertir varias localizaciones de la capital tinerfeña en la caótica Atenas. Así de mágico es el cine. Y es que hoy en día no hace falta ir a Moscú para sumergirse en los años gloriosos del KGB. Basta con tener una generosa chequera para comprar voluntades: decorados, extras, efectos especiales, tramas... Lo que va a ocurrir en breve en Santa Cruz de Tenerife encierra el misterio que crece en torno a la frase "si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña".

En medio de la enésima crisis helena, ¿quién es el valiente que se lleva a la nación de los grandes filósofos a un equipo de trabajo con más de 300 profesionales? Paul Greengrass no parece dispuesto a correr tantos riesgos en la tercera dirección que asume dentro del universo Bourne.

El cineasta que sacó a Damon del reparto de "El legado de Bourne" -en la cuarta entrega el papel estelar lo ocupó Jeremy Renner- es el elegido para ponerse al frente de una historia de acción que descenderá hasta orillas de El Pireo (la zona portuaria de Atenas). Greengrass retorna con dudas. Por un lado, fue el artífice de los tres Oscars que se llevó "El ultimátum de Bourne" (2007) en los apartados vinculados con el mejor Montaje, mejor Sonido y mejor Edición de Sonidos, "pecata minuta" para una producción que recibió duras críticas. Sobre todo, porque los más de 110 millones de dólares de inversión solo se vieron respaldados en taquilla con unos ingresos cifrados en 440 millones. Paul Greengrass, que anteriormente estuvo al frente de "El mito de Bourne" (2004), filme que costó unos 75 millones de dólares y generó unas ganancias de 300 millones, tuvo que entregar el sillón de director a Tony Gilroy para que sacara adelante "El legado de Bourne" (2007). Muchos creyeron entonces que la fórmula estaba agotada. Sin Matt Damon en los créditos -el actor nacido en Massachusetts se decantó por la opción de "Ocean Thirteen" al ser relevado Greengrass de la cuarta parte- la caída en picado de este producto parecía inevitable: a Gilroy le dieron 125 millones de dólares para que montara su propuesta y él devolvió 275 millones. Todo apuntaba a que los mejores días de "El caso de Bourne" (2002), un filme de Doug Liman, eran historia. Su fiabilidad nunca volvió a ser lo que fue.

La proporción gastos y ganancias, desde luego, era más cristalina que la posibilidad de que el argentino Viggo Mortensen acabe siendo el gran villano en el rodaje que comenzará en septiembre en Santa Cruz de Tenerife: el primer Bourne costó 60 millones de dólares y generó unos beneficios de 214 millones. El actor principal de "La carretera", cinta que maduró a partir de la novela del estadounidense Cormac McCarthy, puede dar forma a un dúo (Matt Damon & Viggo Mortensen) que revitalice la ficción que el escritor neoyorquino Robert Ludlum levantó alrededor del personaje.

Con el agente Aaron Cross (Jeremy Renner) apartado de la circulación, la pareja formada por Paul Greengrass y Matt Damon tendrá que dar lo mejor de sí para que los espectadores que dentro de un año vean el quinto capítulo de Bourne no perciban que Santa Cruz de Tenerife no es la ciudad que todos conocemos, sino un espacio de conflicto en una Atenas descompuesta. A pesar de que las estimaciones hablan de unos beneficios netos para la capital de siete millones de euros, algo que no calmaría los dolores de cabeza del primer ministro griego, seguro que a Alexis Tsipras le hubiera gustado vivir cinco semanas de acción al frenético ritmo de Bourne.