Si pienso en Argentina y en cine vienen a mi cabeza "El hijo de la novia", Darin, "Plata quemada", "El secreto de sus ojos", Campanella, "Carancho", "Nueve reinas", "Bombón, el perro" y así tantas y tantas. El cine argentino me ha hecho sentir alegrías, tristezas, emociones, me ha hecho viajar a la Patagonia y pasear por Buenos Aires, bailar tango y visitar por los Andes, me ha hecho soñar, en definitiva.

Eso pensaba mientras paseaba por la calle Borges en el barrio de Palermo, allí donde se cruza con la calle Paraguay viví un año hace ya diez y me encontraba después de esos años casi todo igual: la vieja lavandería y la tienda de ultramarinos ahí seguían mirándose frente a frente como hace diez años, mi portal permanecía como siempre, aunque si levantaba la mirada en mi terraza ahora flameaba una remera de River.

Remera, pollera, musculosa para vestir, facturas y mate para desayunar y colectivos para moverme, Buenos Aires me hacía recordar esas palabras que un año de mi vida usé y que ahora me sonaban lejanas pero me traían mucho cariño como cuando ves a un primo lejano.

Volvía a mi Buenos Aires como primera escala en un pequeño viaje alrededor del mundo y cada esquina, cada plaza me traía recuerdos, sensaciones como cuando vuelves a ver una película que viste hace muchos años y reviven emociones. A mí, Buenos Aires me traía amistades perdidas por el tiempo y la distancia, noches de fiesta y domingos en San Telmo, me traía nostalgia y alegrías, paseos en bici por Chacaritas y canciones de Sabina en los taxis, milanesas, dulce de leche y los cines de la Recoleta, la ciudad me acompañaba en mi paseo y compartía conmigo mis recuerdos.

Yo estuve haciendo un programa en Argentina para la (entonces) recién nacida cadena La Sexta, era una parodia de los reality shows y era mi primera incursión en algo que no fuera ficción. El programa era un gran teatro en el que diez actores que simulaban ser participantes de un reality show llamado "Rico amor" tenían que conquistar a una pareja de solteros de oro.

Todo parecía normal salvo que todo era una gran mentira, montábamos este reality para que un concursante, el único de verdad, entrase en ese programa. Todo era una gran broma para poner a ese concursante a prueba: un día un actor contaba que había visto marcianos, por la tarde una actriz que ella en su pasado fue actriz porno. Les hacíamos pasar pruebas absurdas y el concursante, el único que no sabía que todo era una gran broma, básicamente nos sorprendía por sus ganas de ayudar a la gente, nos hacia reír con sus reacciones ante las miles de tonterías que tenía que oír de la mano de los actores... pero siempre actuó con cariño, humildad y generosidad... lo que en cierto modo nos vino a dar la razón a los que pensábamos que la gente es básicamente buena. El programa se llamó "El show de Cándido" y fue uno de los primeros programas de La Sexta.

Argentina, sin embargo, ni entonces ni ahora es una broma, la inseguridad que hace diez años era importante ahora se siente en el día a día, los argentinos viven en una hiperinflación que hace que los contratos de alquiler tengan cláusulas de subida anuales del 30%, el cambio "oficial" sitúa el euro con un cambio de 1 a 9, cuando en la calle se cambia 1 a 15. Si quieres proteger tus pequeños ahorros se te penaliza en el cambio, todo va regular... pero como en "El show de Cándido" la gente es amable, se esfuerza en llevar su día de la mejor manera posible y en hacérselo bueno al vecino, los alfajores siguen tan ricos como siempre, la carne es magnífica, Buenos Aires está tan bella como la recordaba y el cine argentino sigue haciéndonos soñar, y mientras podamos soñar, podremos vivir.