Como señala Julio Torres Santos en la obra titulada "La historia de una ciudad a través de su teatro", lo preciso es referirse a las inauguraciones del Leal, teniendo en cuenta que hubo dos: la oficiosa y más concurrida, que tuvo lugar la noche del sábado, 11 de septiembre de 1915, y la oficial, con el teatro prácticamente concluido, el 25 de octubre de ese mismo año.

No resulta casual que la primera puesta de largo, organizada por el Ateneo bajo la dirección de su presidente, Domingo Cabrera, coincidiera con las fiestas del Cristo y que el programa se concibiera como "un acto de fraternidad entre islas", imperando el sentimiento regionalista y la "vocación de borrar viejos recelos".

Lo cierto es que, aún así, la sempiterna rivalidad entre Santa Cruz y La Laguna quedó de manifiesto, tal y como relata "El Progreso" del 13 de septiembre, por el hecho de reservarse para la Corporación municipal capitalina "un palco emplazado en uno de los peores lugares del teatro", que los concejales se negaron a ocupar. Este incidente "causó un gran disgusto", por cuanto se entendía que "el ayuntamiento de esta capital se merecía más consideración de la que con él se ha tenido". Y ahondando en la polémica, la crónica subraya que el alcalde de Santa Cruz fue invitado al palco de una ciudad vecina, a lo que este respondió que en el teatro no se encontraba el alcalde, sino "el caballero don Emilio Calzadilla", quien ocupó una butaca que abonó de su propio bolsillo.

Con todo, la inauguración del Leal no debe traducirse en clave "dramática", sino más bien como un acontecimiento de carácter épico. Así debe inscribirse el nacimiento de este recinto, en el contexto de los convulsos comienzos del siglo XX, en medio del fragor de la Gran Guerra Mundial y del aislamiento ya de por sí acentuado por el bloqueo impuesto por la propia contienda.

Lo cierto es que tan singular edificio estaba llamado, de una parte, a superar las limitaciones del ya vetusto teatro Viana y de esta forma dar cabida a aquellas manifestaciones artísticas y festivas que, hasta entonces, "atracaban" exclusivamente en la capital santacrucera. De esta manera se reivindicaba la idiosincrasia de una ciudad como La Laguna que ya por entonces se desperezaba de un acusado letargo y que, con voz protagonista, proponía sacudirse la hegemonía de Santa Cruz y su burguesía portuaria.

Eso sin olvidar la figura altruista de Antonio Leal, quien se esforzó en levantar este templo de las artes que situaba la ciudad "a la altura de las poblaciones que marchan a la cabeza por su progresivo desarrollo cultural y material", destacó el entonces alcalde de Aguere, Lucas Vega Padrón, en un telegrama enviado al mecenas.

Los periódicos de la época se hicieron eco en sus crónicas de tan relevante acontecimiento. Así, el rotativo "La Prensa", en su edición del 13 de septiembre, destacaba "la feliz realización y el éxito completo" de la velada, de la que destacó la Fiesta de las Hespérides como el acto "más brillante y suntuoso". También elogió al "notable artista López Ruiz", artífice de una decoración "admirable y originalísima" que había llamado la atención por su "colorido, su rico efecto escénico, su perspectiva y su primorosa composición artística".

El diario "El Progreso", en su edición del día 13, destacó el gran ambiente de la inauguración y sobre el teatro dijo que se trataba de "un buen coliseo", del que ponderó "la sencillez y el buen gusto de su arquitectura".

"La Opinión", por su parte, resaltó que el acto de inauguración se había desarrollado con brillantez. "Nuestra banda municipal de música (la de Santa Cruz) recibió nutridos aplausos" al interpretar los "Cantos Canarios" de Teobaldo Power y "El jardín de las Hespérides", un grupo de distinguidas señoritas representaron a las siete islas, mientras reconocidos poetas brindaron sentidos poemas y la soprano Matilde Martín y Néstor de la Torre le pusieron voz al acto, que cerró un discurso del senador Antonio Izquierdo.

"La Gaceta de Tenerife" se refirió al discurso del presidente del Ateneo, Domingo Cruz, de elevado tono, "abogando por la unión de todas las islas" y, por su parte, "El Diario de Tenerife" describió sobre el teatro que "si bien no está terminado por completo, pues le faltan muchos detalles de ornamentación y la instalación de su lujoso alumbrado eléctrico, dio una idea de lo que será", valorando la elegancia de su trazado, su cómoda distribución y calificándolo como un "teatro de primer orden".

La velada de carácter literario musical contó con una selecta concurrencia en la que figuraban el gobernador Castaño; el general gobernador, López Herrero, y el presidente de la Audiencia, además de una nutrida representación de la sociedad de la época, "distinguidas damas y caballeros de la buena sociedad tinerfeña".

Tras este espectáculo el teatro se cerró para proseguir con los detalles de su ornamentación. El 26 de octubre tuvo lugar la inauguración, oficial que paradójicamente no tuvo la acogida de la velada oficiosa del 11 de septiembre, con un programa en el que a lo largo de tres noches consecutivas el escenario del Leal recibió a la prestigiosa Compañía del Teatro de la Comedia de Madrid, con la popular actriz Mercedes Pérez de Vargas a la cabeza, que representó las obras "Dora o la espía", "El collar de estrellas" y "El orgullo de Albacete".