Una sociedad que se considere igualitaria y comprometida precisa atender las necesidades que demanda la población con discapacidad, desde combatir las circunstancias discriminatorias hasta establecer condiciones que hagan posible su participación en cualquier recurso, tecnología o servicio, en igualdad de condiciones que las del conjunto de la sociedad.

Lo cierto es que, a pesar del contenido de esta reflexión, la atención a la accesibilidad ha quedado relegada en el catálogo de proridades de las instituciones públicas, y solo la obligación moral, más allá de decretos o reglamentos, es capaz de remover conciencias o acaso dibujar algún sonrojo.

El caso del Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife representa un ejemplo. La ausencia de un ascensor ha venido imposibilitando que las personas discapacitadas superen el obstáculo de las escaleras que conducen a la segunda y tercera plantas del edificio, lo que unido a la inexistencia de tecnología adaptada a sus particulares condiciones (movilidad, sordos, ciegos) los excluye del derecho que supone admirar obras de arte y, por tanto, de la cultura.

El colectivo Queremos Movernos, que preside Ana Mengíbar, se muestra crítico y cansado de tantas "promesas incumplidas", y eso a pesar de que el ayuntamiento ha puesto en marcha una ordenanza de accesibilidad y una mesa de seguimiento, pero "ni existe ascensor, ni adaptaciones para personas con discapacidad sensorial (sordos, ciegos) o dificultades de movilidad", subraya.

Durante una reciente visita al edificio del museo, convocados por los concejales, preguntaron por el ascensor. "Nos respondieron que lo habían comprado, pero, claro, sin contar con la discapacidad", señala Ana Mengíbar, quien denuncia que el aparato "no dispone de las puertas acristaladas que exige la normativa en cuanto a las adaptaciones a personas sordas".

Según la presidenta de Queremos Movernos, la única diferencia visible fue la de "un hueco abierto donde dicen que se instalará el ascensor, pero ni existen herramientas para sordos y ciegos, ni tampoco acceso a la información o la programación".

Para la sala de exposiciones de Los Lavaderos reclaman una simple rampa de madera, "de esas de quita y pon", que facilite su acceso al recinto en condiciones.

El concejal de Cultura, José Carlos Acha (PP), da la razón a los colectivos sobre sus demandas de accesibilidad y admite que el Museo Municipal precisa contar con unas instalaciones adecuadas a su calidad y condición como referente cultural de la capital.

La "discapacidad", acaso, viene de la escasa atención que asigna el presupuesto al hecho cultural.

Correa y la "prioridad"

El concejal de Accesibilidad del Ayuntamiento capitalino , Carlos Correa (PP), quien se desplaza en silla de ruedas, sostiene que "no existe en la normativa la obligación de que el ascensor deba tener puertas acristaladas; se trata de una recomendación". En cualquier caso valora que se ha logrado "desbloquear el expediente (después de años), la obra está iniciada y quizá en noviembre el ascensor podría estar ya operativo". Además, se muestra resuelto a impulsar la accesibilidad universal en las infraestructuras culturales, tanto con la supresión de barreras arquitectónicas, como en contenidos expositivos y apuesta por implementar audioguías y códigos QR para acercar la descripción de las obras a las personas con discapacidad. Con todo, Correa reconoce que el actual presupuesto no permite "margen de maniobra" y será en el próximo ejercicio cuando la accesibilidad pase a ser una "prioridad".