Su voz sigue teniendo el mismo registro que escuchaban los espectadores de "Los gozos y las sombras" o "La colmena"; un tono que arrastra palabras de admiración y compromiso hacia una profesión que ejerce desde hace casi 50 años. "Yo no puedo salir a un escenario a decir cosas en las que no creo", asegura Charo López en relación a su compromiso artístico.

Su inclinación por las obras que tienen un gran pozo literario es intencionada, ¿no?

Básicamente he buscado textos que me gustasen mucho. Lo de la pasión por el teatro, la ficción y todo lo demás está muy bien, pero a mí, si no hay un texto hermoso no me interesa. Sobre todo en el teatro. Allí tienes que estar frente al público y estar muy convencida de lo que estás haciendo.

¿Ser tan selectiva no es arriesgado en los tiempos que corren?

Uno nunca sabe lo que ocurre en los despachos en los que se producen las contrataciones. Fernando Fernán Gómez decía que en esas conversaciones se está hablando de una actriz o un actor en concreto y, de repente, entra una tercera persona y dice aquello de "me acabo de encontrar con fulanita o menganito". Pues al final llaman a esa o a ese. No me molesta que me consideren una actriz seria, peor sería que me vieran como una frívola. Si hay margen para elegir un trabajo prefiero arriesgar.

¿El teatro se ha convertido en su gran refugio ahora que vive más alejada del cine?

Yo no me he apartado... Lo que pasa es que la industria está vive un momento raquítico. De hecho, siempre lo ha estado, pero ahora el momento es muy crítico. Hace muy poco he estado rodando en México una película preciosa y en España trabajé recientemente en "Rey Gitano" (2015).

¿Qué busca cuando estudia un guion?

Lo que más me importa es de qué habla el personaje y si este tiene que ver con el mundo en el que vivimos. El director, por supuesto, es determinante. Sin un buen director no hay manera de seguir adelante. La compañía que contrata y la química que pueda existir con los compañeros de reparto son dos valores a tener en cuenta, pero yo analizo, sobre todo, el personaje y el texto.

En el recuerdo se divisa "Fortunata y Jacinta", un buen ejemplo para teorizar alrededor del galimatías de la gallina o el huevo... ¿Quién llegó primero: Pérez Galdós o Canarias?

Adoro Canarias. Me agrada su gente, su vino, su comida... Y no lo digo porque quiera quedar bien. De su clima no cuento nada porque todo el mundo habla bien de él. El público canario que acude al teatro se expresa con la mirada. Es una audiencia contemplativa y, sobre todo, agradecida con la entrega y el trabajo bien hecho por los artistas.

¿Por qué el teatro logra sobrevivir a todas las crisis: audiencias, renovación tecnológica, piratería...?

Subsiste a todo menos a una cosa: el teatro solo se va a la porra cuando se hacen tontería y los actores no son los más indicados para unos papeles. También pierde calidad en el instante que una productora coloca a un director barato al frente de un proyecto. Eso para el teatro es mortal porque al final de la función el público se vuelve a casa descontento. Cuando una obra funciona, y yo conozco mucho esa sensación porque hablo mucho con los espectadores, no existen otras artes escénicas capaces de eclipsarlo.

Habla con pasión de una actividad de la que piensa seguir disfrutando muchos años...

Distancia con el teatro no puedo poner porque llevó dentro de él desde que tenía 16 años, cuando formaba parte del grupo de teatro de la Facultad de Filosofía y Letras. Así que todo esto lo llevo con una naturalidad que puede que no sea entendida por todos. Yo no concibo mi vida sin el teatro, el cine o la televisión.

¿Eso es una sincera declaración de amor hacia su trabajo?

El que lo ha hecho bien toda la vida tiene la tranquilidad que se necesita para volver cuantas veces quiera al teatro. Esto no consiste en gritar más fuerte que el otro... La interpretación exige un compromiso con un público al que no le puedes dar cualquier cosa. Si lo haces, el riesgo de que no quieran volver a saber nada de ti es bastante elevado.