Si hace 15 años alguien le hubiese dicho a Sam Mendes que iba a hacerse cargo de la franquicia de James Bond, probablemente lo habría tomado por loco, pero el director y guionista británico probó y triunfó con "Skyfall" (2012) y ahora reincide con "Spectrum" y esquiva como puede las comparaciones.

"Soy consciente de las expectativas, pero no es algo que cambie mi trabajo. Si tu único criterio es el éxito, es peligroso. Tiene que haber otras cosas: la historia, la alegría de hacerlo, que te dé placer o que te transporte a otro lugar", ha afirmado hoy Mendes en una entrevista con un grupo de periodistas españoles.

"Skyfall", la tercera película de la saga con Daniel Craig, fue un éxito inesperado tanto de crítica como de público -recaudó más de mil millones de dólares en todo el mundo, una cifra sin precedentes-, y volvió a encender la ilusión de muchos admiradores del agente 007.

En la nueva entrega, cuyo reparto cuenta con Lea Seydoux y Monica Belluci como ''chicas Bond'' y Christopher Waltz como villano, Mendes trata de profundizar en el pasado y los fantasmas de Bond, a la vez que mantiene la espectacularidad visual y guiños a otras películas de la saga.

"Con ''Skyfall'' nos arriesgamos bastante, ver a Bond envejecer, fallece un personaje importante en la saga...", analiza el director. "Tradicionalmente las películas de Bond son acción y aventura, pero resultó que al público le enganchó esa idea personal y del pasado, y quise indagar más en esa línea".

En "Spectrum", que se estrena en España el 6 de noviembre, el agente 007 descubre una siniestra organización que lo lleva de México D.F. a Roma, y de los Alpes al norte de África, mientras en Londres el nuevo director de Seguridad Nacional amenaza con clausurar el MI6 encabezado por M (Ralph Fiennes).

El plano secuencia con que arranca el filme, en plena celebración del Día de los Muertos en la capital mexicana, y las explosiones y persecuciones en helicóptero que siguen, son algunos de los momentos más espectaculares del metraje, pero también los más "aterradores" para su director.

"Rodar en México DF, con los helicópteros y todo, fue aterrador, era realmente peligroso, estaba nervioso y pasé miedo", admite Mendes, mientras que, en el otro lado de la balanza, lo más gratificante, asegura, fue poder incluir la historia de amor entre Bond y Madeleine (Seydoux) en medio de "tanto ruido".

El hombre que filmó con brillantez las miserias de la clase media norteamericana, primero en "American Beauty" (1999), que arrasó aquel año en los Oscar, y después en "Revolutionary Road" (2008), se muestra ahora muy cauto a la hora de decir si firmará una tercera entrega de James Bond.

"En Spectrum hay una sensación de cierre que es deliberado, como si las tres películas anteriores de Daniel Craig condujeran a este momento, pero no es imposible que haga otra", señala.

Por el momento, no puede decir mucho más, sobre todo después de que al finalizar "Skayfall" proclamara a los cuatro vientos que sería su única vez, para acabar repitiendo.

"Imagina que estás corriendo una maratón y en los últimos 300 metros te dicen que si quieres correr otra mañana", se justifica.

Lo que tiene más claro es cuál ha sido su aportación a la saga fílmica de las novelas de Ian Fleming y por qué derroteros le gustaría que continuara.

"He hecho las películas que habría querido ver como aficionado. Espero que sirvan de aliento para que en el futuro buenos realizadores sigan esa estela, que tengan personalidad, que no les preocupe agradar a los demás, sino a sí mismos y que se arriesguen", subraya.

"Si eso fuera mi legado, sería bonito", concluye.