El autor tinerfeño Agustín Díaz-Pacheco (1952) se considera un escritor lento, como un corredor de fondo, aunque esta realidad no ha impedido que siga adelante con su labor creativa, que se traducirá próximamente en la edición de alguna de las dos novelas que tiene terminadas, y de un libro de relatos. Por de pronto, Izana Editores acaba de reeditar su libro titulado "Línea de naufragio", cuya primera edición fue en 2003, un rosario de cuentos desafiantes que invitan a reflexionar sobre la condición humana.

El escritor y crítico literario uruguayo Jorge Majfud considera que este libro de Díaz Pacheco significa "una forma de resistencia. Es esa voz incómoda, admirable, que no encaja ni en la literatura de consumo ni se rebaja al viejo panfleto político".

¿Qué significó "Línea de naufragio" en su producción?

Supuso renovar, un poco seguir renovando el entusiasmo. Tengo también dos novelas y un libro de relatos inéditos con algún cuento publicado, pero la mayor parte son inéditos y supone seguir adelante. Es una cuestión difícil lo de seguir adelante, pero escribiendo se sigue adelante.

Varios de sus cuentos se estudian en la Universidad de Georgia por su calidad, ¿porqué no ha editado sus últimas obras?

No es que esté buscando mercado, sino que estoy transcribiendo apuntes. Ahí el problema, porque perdí el CD en el que tenía los textos y tuve problemas con el ordenador. Entonces tengo que transcribir, lo cual me está sirviendo para recorregir. Tengo ofertas de varias editoriales para publicar.

Le gusta recordar la condición humana en su obra, ¿qué pretende transmitir?

Observar mucho y aparte reflexionar. No hablo de mí mismo, sino que hay un ángulo determinado que son los demás, un ángulo muy importante, pero también hay toda una vivencia interior, que es meditar en lo que se escribe y por qué se escribe, sobre todo en un mundo iconográfico como este. También exigirle mucho al lector y exigirse uno bastante a sí mismo como escritor.

¿Qué exige a los lectores de su obra?

No es exigirle, sería invitarlo. No pretendo de los demás lo que yo no puedo dar de mí.

¿Cómo se imagina el perfil del lector de su obra?

Un lector medio.

En uno de sus cuentos habla de una isla, Bedieza, ¿qué quiere reflejar o simbolizar con ella?

Es una especie de San Borondón. Es una isla fugaz. Tal vez sea una metáfora con respecto a la condición humana.

Jorge Majfud dice que su literatura no atrae a grandes masas. ¿cuál considera que es su función como escritor?

En una sociedad como esta, donde un escritor gana menos que un futbolista, por supuesto, evidentemente el problema que se plantea es que, hoy por hoy, un escritor debe jugar una función crítica. Tratar de incorporarla a su cotidianidad, se trata de romper con eso. Es lo que se nos ofrece.

¿Cómo interpreta que se estudie su obra en una universidad de Estados Unidos?

Para mí fue algo sorprendente. Eso te obliga a intentar luchar más. La vida, en realidad, es una lucha permanente, pero te obliga a pensar más y a exigirte más.

¿Cuál es su visión del ser humano en la actualidad?

Personas agobiadas. Unas agobiadas y otras que lo pasan muy bien porque quizás crean que los demás están agobiados. Hay mucho masoquista en esta sociedad y también hay mucho sádico. Después hay un montón de gente, el setenta u ochenta por ciento de las personas, que está sufriendo la actitud de los anteriormente citados.

¿Se considera usted una voz incómoda?

Siempre lo he sido y además debes serlo.

¿Y un despertador de conciencias?

En ocasiones, creo que el despertador de conciencias son las circunstancias adversas, las cuales te hacen marcar un determinado rumbo diferente al anterior

¿Se siente usted un náufrago en esta realidad imperante?

No. Sobrevivo. Lo que sí es que contemplo naufragios.

¿A qué le gusta agarrarse como náufrago?

Una voz interior que se exterioriza siempre surge. Es inevitable, no? Siempre surge una parte del imaginario personal y una parte de lo que ves por ahí.

¿Hacia dónde cree que camina su literatura, cómo la describiría?

Se puede escribir con la exigencia de un escritor profesional, pero evidentemente no se puede ser profesional de la literatura. Es decir, de la literatura es muy difícil vivir, entonces siempre vas acompañándolo con otras actividades, pero siempre surge cierta inquietud, una inquietud a veces deliberada para buscar, para indagar.

¿Qué papel juega el entorno en esa indagación que hace de la realidad?

Hoy por hoy, cuando la gente está sumergida y sometida a una tecnología punta, la gente prácticamente no lee, lo cual es una cosa increíble. La gente, prácticamente, está incomunicada. Creo que vivimos en una sociedad que es casi semiautista y eso no es nada conveniente. Esas personas que están en la redes sociales durante doce o veinticuatro horas... Esta gente no suele aportar nada la sociedad ni a ellos mismos, por supuesto.

¿Reconoce cierto aire surrealista en su obra?

No solo los canarios hemos heredado el surrealismo, también están los catalanes, los vascos... La condición surrealista es poner en duda lo que uno contempla y luego distorsionarlo. Es una visión muy personal.

Usted utiliza el término psiconauta, ¿cómo lo define?

Hay una relación entre Ernst Jünger y el creador del LSD, Albert Hofmann. El psiconauta es una persona que viaja a través de la mente y trata de viajar, desde mi punto de vista, en la mente de los demás no obedeciendo a factores químicos, sino a factores intuitivos, además de tratar de penetrar en la otra persona. Hay gestos, miradas... Los ojos son, por ejemplo, los balcones del cerebro, entonces con una mirada puedes detectar a una persona.

¿Proyectos?

Tengo dos novelas inéditas y un libro de cuentos. Estoy ahí luchando. Soy un escritor lento, como un corredor de fondo.

¿Para cuándo su próxima obra?

Tal vez para el año que viene.

¿Y de qué trata?

Es una cuestión referida al poder, al macropoder y al micropoder. Al poder despótico del estado y al poder e intrapoder entre las personas.