Arropado en el salón de actos del Espacio Cultural CajaCanarias de la capital tinerfeña por Alberto Delgado, presidente de la Fundación CajaCanarias, y en la distancia por Luis Fernández-Galiano, director de la revista Arquitectura Viva, que intervino en la rueda de prensa de presentación de "Fernando Menis. Razón y emoción en los años difíciles", a través de una conexión por Skype, el arquitecto santacrucero Fernando Menis agradeció ayer la deferencia que han tenido con su obra los propietarios del edificio que abarcará esta muestra antológica hasta el próximo 16 de enero de 2016. Igualmente, se mostró muy feliz por el monográfico que le ha dedicado la publicación AV (181/2016). "Eso es algo que no ha ocurrido en los últimos 30 años", reveló Fernández-Galiano antes de valorar el atrevimiento que demostró el canario para "salir de su zona de confort y expresar todo su potencial lejos de casa". En unos términos parecidos se expresó Delgado, quien destacó "la fusión de dos fuerzas que han definido su pensamiento: la razón y la emoción".

En la portada del catálogo de la exposición está la plaza de España de Adeje, ¿qué le hizo inclinarse por ese proyecto?

Esa plaza enmarca nuestro paisaje y la arquitectura que nosotros hacemos está muy impregnada de naturaleza. Puede gustar o no, pero la fortaleza que tiene trasladar la imagen de Las Cañadas a una obra es innegable. Recuerdo que en su momento le dije al alcalde: "Aquí es bastante difícil hacerlo mal, porque con lo que tienes detrás medio proyecto ya lo tengo hecho".

Adeje es una especie de talismán profesional, ¿no?

Allí encontré a un alcalde y, sobre todo, a un amigo que confió ciegamente en mí... El Magma cambió mi vida. Se convirtió como una segunda universidad que me permitió aprender un montón de estudios vinculados con los cambios de volumen, estructuras, aires acondicionados, vigas, hormigones...

¿Analizando sus proyectos es inevitable pensar que arquitecto y naturaleza deben cruzar sus caminos?

Mi arquitectura es tectónica. Y eso es lo que busca transmitir mi equipo en cada uno de los proyectos que aborda. En Torun (Polonia), que es la ciudad en la que nació Nicolás Copérnico, tuvimos que realizar una extenuante y larga tarea de documentación para adaptar nuestras ideas al entorno. Todo lo que sea aprender, porque yo casi no conocía nada de Torun antes de ganar este concurso, hace que la vida sea más atractiva. Y eso se puede aplicar al mundo de la arquitectura.

¿Cuando el ciudadano percibe que un proyecto no encaja en el entorno es porque los estudios previos no han sido correctos?

Eso son como huevos que caen del cielo...

¿Y esos "huevos aéreos" abundan en el campo de la arquitectura?

Yo no limitaría exclusivamente a la arquitectura. Esos desajustes se perciben en todas las profesiones: en política, en medicina o incluso en el periodismo. Hay gente que se toma en serio su trabajo y otros que tratan de escapar como mejor saben o pueden... En Tenerife hay muchos y buenos arquitectos. ¿Son todos? No, pero contamos con un buen nivel.

¿Hasta qué punto su alma creativa se ha podido empapar del espíritu que defendió y edificó César Manrique?

Algo sí que la ha tocado. Su obra se percibe en la actualidad con relativa normalidad, pero hace unos años era un talento controvertido. Yo tuve la suerte de estar en su casa en el año 1971. Un profesor de la Universidad nos llevó a Lanzarote para que viéramos sobre el terreno sus actuaciones. Las construcciones me impactaron porque Manrique estableció una cultura de cómo se debían hacer las cosas... En Lanzarote aún está viva una conciencia popular que me genera envidia; un sentimiento de malestar porque eso es algo que sinceramente no percibo en Tenerife.

¿Cuánto condicionan sus raíces el carácter universal que le ha inyectado a su obra?

La obra no es solo mía, es de un equipo que comparte unos criterios constructivos y creativos. Al iniciar un proyecto tratamos de viajar a los orígenes del lugar en el que vamos a trabajar. A mis alumnos de Hong Kong les suelo decir que imaginen que no está la ciudad, que se vayan al principio de todo... Pues allí habría montañas, unos ríos por los que circularía el agua y otros elementos naturales que llegaron mucho antes que esos centros comerciales saludables que ahora están de moda. La idea es que ese túnel sea colonizado por los elementos que estaban allí mucho antes de que Hong Kong fuera Hong Kong. ¿No sé si me explico? A esos chicos les digo que hay que recuperar el pasado en un trocito de ciudad. Adaptarse a un microclima que ya existía antes, pero que ahora no se estudia porque falta sentido común, puede abaratar costes y ser tremendamente útil desde el punto de vista arquitectónico. No todos los problemas se solucionan instalando aire acondicionando o cristales que se exponen al sol y que no generan sombras. Todo eso es volver al origen al que usted se refiere. El origen siempre es el condicionante más fuerte antes de empezar a trabajar.

¿A la hora de repartir en un proyecto los porcentajes de eficacia, diseño o funcionabilidad, qué pesa más: la razón o el corazón?

La lógica tiene que estar al principio; el corazón hay que dejarlo para el final. Un proyecto debe ser pura racionalidad. La arquitectura se hace a partir de un proceso de multicapas en el que deben estar muy presentes la economía, la funcionabilidad, los estudios de todo tipo ligados con el viento o la topografía. Cuantas más capaz existan, más posibilidades habrá de acertar, aunque aprender de los errores también es una manera bastante segura de avanzar... El sentido artístico que tienen los arquitectos viene después, pero ahí cada uno es libre de interpretarlo en función a sus gustos personales. Por eso existen muchos tipos de arquitectura. El que no sea capaz de conseguir esa multicapa y batirla bien está condenado al fracaso. Si no se crea una buena masa (conocimientos, datos y experiencia), no se podrá hacer un buen trabajo.

¿Cómo conviven lo estético y lo efímero entre todos esos modelos de arquitectura?

Todos los arquitectos nos basamos en dos conceptos: razón y emoción. La razón es toda la multicapa de la que acabo de hablar y la arquitectura efímera o de consumo rápido tiene que tener razón. Sin eso no tiene sentido nada de lo que se haga... Si la pregunta es, ¿Fernando, tú prefieres un edificio con razón o uno que emocione? Atendiendo exclusivamente a ese precepto diría: prefiero un edificio con razón en el que no haya emoción... La lógica va antes que el corazón. La emoción sola no es arquitectura. Eso solo genera espacios gratuitos o el ornamento.

¿A la larga lo racional sale más barato?

Sí. Lo racional siempre es más barato. Si no está la razón, por favor, que desaparezca la emoción. Solo razón. Prefiero quedarme con un trabajo racional que con un proyecto emocional. Estamos viviendo un momento en el que la gente confunde la basura con lo barato. Esto es como la gastronomía: ¿cuántas cosas hay que son realmente simples, pero que están buenísimas? Un churro mojado en un café con leche por la mañana. Más simple que eso existen pocas cosas, pero quién se atreve a decir que no está bueno... Eso es capaz de transformar un domingo más en algo extraordinario.

Alrededor de nosotros hay cajas que simbolizan esos proyectos que han viajado por todo el mundo. A usted le ha tocado demostrar su valía lejos de casa para despejar cualquier tipo de sospecha familiar. ¿Esta "vuelta" que puede contemplar el público en CajaCanarias le ha hecho más fuerte?

Gracias por lo de valía... Lo de estar fuera de casa ha llegado a ser bastante obsesivo, pero cuando hice las maletas fue para aprender, no por cuestiones familiares. Creo que ha llegado el momento de volver a casa; aquí tengo mi familia.

¿Y tiene ganas de ejecutar proyectos en casa?

Claro que tengo ganas, pero tampoco quiero dejar de estar fuera de casa. Estar dando clases en Hong Kong, por ejemplo, es algo que me sigue apeteciendo. Esa experiencia la puedo aprovechar cuando me toque ir a La Orotava. No quiero decir que esa capa sea la culpable de que las lecciones que imparto en Tenerife sean mejores, pero algo sí que ayudan. ¿Por qué? Porque no es lo mismo ejercer la docencia en un centro que figura entre los 20 mejores del mundo a estar en otro donde me tratan exquisitamente bien y hay una gran ilusión, pero que es más pequeño. No quiero renunciar a estar al lado de personas que tienen más conocimientos que yo y, por lo tanto, son unas fuentes de enseñanza.

¿Cómo llevan sus biorritmos el hecho de amanecer en Santa Cruz de Tenerife, almorzar en Polonia y cenar en Suiza?, ¿se adaptan a ese ritmo frenético?

A veces con mucho estrés. El otro día me quedé atrapado en Londres. La niebla provocó un caos horroroso y, de repente, me vi delante de un panel en el que solo había vuelos cancelados. Al final conseguí cambiar el billete y escapé de aquella situación tan agobiante.

¿Esa "oxigenación", en ocasiones algo desquiciante, es buena para tener una mayor amplitud de miras en su profesión?

Un arquitecto tiene que tener una formación global... Cuando más amplio sea su campo de visión, mayor será su capacidad para afrontar los retos locales. Solo con lo local se pueden hacer grandes cosas, pero ese conocimiento exterior es imprescindible. Antes citamos a César Manrique. Su formación es Nueva York. Las amistades que lo visitaban en su casa de Lanzarote eran de primera línea mundial. Él es el mejor ejemplo de un canario universal que supo aprovechar al máximo los recursos que le ofrecía su tierra. Eso lo supo interpretar Manrique de una forma extraordinaria. Esa universalidad fue la que acabó generando una cultura por el amor al paisaje de su territorio que mucha gente siguió hasta las últimas consecuencias. Tenerife tiene un paisaje tremendo pero aquí falta el amor personal que hay en Lanzarote. Esa no es una carencia política, sino individual que no nace en todas las personas. El respeto por la naturaleza es algo que tradicionalmente ha estado descuidado.

¿Esa ausencia de cariño por el territorio que usted dice que no percibe en Tenerife afecta al trabajo de un arquitecto?

No creo... Cuando hablo de que no hay amor me refiero al amor personal; al ser que ve que a un árbol le falta agua y deja que se marchite o a esa lavadora que dejan tirada en un barranco.

¿En qué punto de maduración profesional se encuentra después de haber entregado tres décadas y media a la arquitectura?

Procuro rodearme de los mejores. En estos momentos domino una gran cantidad de datos, pero eso no sirve de nada si no existe un equipo de trabajo sólido. Eso no significa que no haya una problemática asociada con la crisis económica que estamos sufriendo todos. Sacar adelante un estudio con este producto es realmente complicado. Sobre todo, cuando la consigna es no bajar el nivel que has alcanzado a costa de sacar más horas de trabajo.

¿Lo funcional ha desplazado a lo faraónico?

¿Faraónico? Hay cosas faraónicas que no son funcionales y hay cosas más funcionales que no son faraónicas. Que la arquitectura sea muy visible no es malo, lo malo es que ese edificio sea una porquería. Lo arrogante no siempre es malo.

El heredero de Manrique

Luis Fernández-Galiano, director de Arquitectura Viva, no escatimó elogios a la hora de comparar la obra de Menis con la de otro arquitecto que construyó un lenguaje fresco, moderno, revolucionario... "En Canarias no ha existido nadie tras la muerte de César Manrique con la trascendencia y proyección internacional que tiene Fernando Menis", aseguró.

El responsable de AV basó esta argumentación en la creación de "un lenguaje propio que emerge de su tierra, de lo canario a lo cosmopolita", precisó en el instante que se le pidió explicaciones por el monográfico. "Su obra, la próxima inauguración del Auditorio de Torun y esta exposición merecían una publicación de esta dimensión", enumeró el crítico.

"Fernando Menis. Mineral Constructions" es el título que ocupa toda la portada de AV. La fotografía se corresponde con el Auditorio de Torun (Polonia), que se inaugurará el próximo 12 de diciembre. Arquitectura Viva dedica 112 páginas (textos, fotografías y planos) a la trayectoria de Fernando Menis.