Hay ocasiones en que la escritura puede representar un acto terapéutico, casi un exorcismo. Quizá sea el caso de Heidi Stahl (Leipzig, 1942), quien al inscribirse, impulsada por su marido, en un curso de la Escuela Literaria dirigida por Antonia Molinero, no imaginó que al dar aquel paso iba a descubrir por fin el camino de un anhelado sosiego.

Así, mientras derramaba sobre los papeles la descarnada memoria de su vida iba hilvanando el discurso cronológico de un relato salpicado de angustia, lágrimas, crueldad, horror, miedo, amores, sueños, esperanza... y liberándose de aquellos fantasmas interiores que siempre la habían inquietado, rostros grises y amenazantes que la perseguían en la noche, perfiles de un pasado silenciado y oculto en la trastienda del alma.

"El ángel de la guarda" no es un título cualquiera. Heidi sostiene que en el tránsito de su existencia ha tenido la fortuna de encontrar espíritus benéficos, hasta cinco ha contado, dice, que la han auxiliado en momentos cruciales, convirtiéndola en superviviente.

Las páginas de este libro desprenden un testimonio vital, una realidad descarnada que recorre, entre diálogos y descripciones, los tiempos de esta alemana, inquilina de la postguerra en el país de los vencidos. "Mi primer llanto al llegar a este mundo, el 21 de septiembre de 1942, se mezcló con las sirenas que avisaban del peligro de un ataque aéreo a Leipzig". Así comienza su relato una mujer que, apenas con unos minutos de vida, pudo morir bajo las bombas.

Cuando se declara la paz y los aliados proceden a repartirse el "botín", la ciudad de Leipzig queda bajo jurisdicción rusa. Con tres años de edad, la menor de cuatro hermanos y al cuidado de su madre, el objetivo no era otro que escapar hacia la zona gestionada por los norteamericanos, donde se encontraba su padre.

"Mi madre nos mandaba todos los días a jugar a las vías del tren; allí nos colgábamos de los vagones, nos columpiábamos entre los topes, escalábamos a los techos... No nos dábamos cuenta, pero era el mejor entrenamiento para el momento de la huida".

Aquel episodio lo tiene grabado. "Estábamos agazapados, los rostros pegados al suelo, en una curva donde el tren aminoraba la marcha. Yo corría y recuerdo cómo un hombre me ayudó a agarrarme a su pantalón". Así lo hizo. Cuando atravesaban un tupido bosque, los rusos, apostados en los costados de la vía, comenzaron a disparar. "Los cuerpos caían; también el de aquel hombre y yo junto a él".

Su siguiente recuerdo, el de un joven ruso en moto y con un fusil que le preguntó si aquel cadáver era su padre. Alargó la mano, le entregó una manzana y un pañuelo, mientras le indicaba que se escondiera en el bosque y, al anochecer, se dirigiera hacia las luces del otro lado. Heidi y sus ángeles.

El miércoles, 25 de noviembre, presentará el libro en público, a las 19:30, en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Tres de Mayo y repetirá acto el 2 de diciembre, esta vez en el Círculo de Amistad XII de Enero, desde las 20:00, junto a las corales de la sociedad santacrucera y la Villa de Candelaria.

Heidi Stahl

ESCRITORA