Es una ópera especial; un título con una liturgia que crece cada vez que un programador se acuerda de él. "El Trovador" volvió a generar anoche instantes mágicos en el arranque de la Temporada de Ópera de Tenerife. Poca luz, pero mucho brillo. Esa es la mejor síntesis que se puede hacer del primer pase de esta creación verdiana en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife. Envuelta en una hermosa oscuridad, los asistentes premiaron con los primeros ¡bravos! de este ciclo a una colección de voces que edificó duelos inolvidables. Igual de magistral se comportó el coro que arropó con aplomo y veteranía a Yolanda Auyanet (Leonora), a Simone Alberghini (Il conde di Luna), a Giuseppe Gipali (Manrico), a Enkeleida Shkoza (Azucena)... Los cuatro obtuvieron la aprobación de la clientela en los cuatro actos de una puesta en escena elegante y tradicional: el abigarramiento de personajes y los dos planos que se marcaron en el escenario dibujaron una panorámica espectacular.

Las voces, las de los solistas que quedaron expuestos a una crítica más visual y las de los cantantes que se "escondieron" entre el decorado, se fundieron en un equilibrio perfecto con los miembros de la Orquesta Sinfónica de Tenerife. Fue un estreno feliz; una puesta de largo que los asistentes supieron recompensar con una cariñosa y larga ovación final.