Lentejuelas, raso, pantalones de campana, bolas de cristal, sonidos de Filadelfia; casullas, cíngulos, hábitos, cruces... El público que acude al musical "Sister Act" reencuentra la raíz de la historia que popularizó en su día la genial Whoopi Goldberg, la imagen de la madre superiora, el desparpajo de la diva Deloris Van Cartier, la revolución que su presencia provoca entre las monjas del convento, la amenaza de los "malos"...

"Me han dicho que sobre el escenario parezco mayor", si bien los "acomodadores" de esta versión del musical tenían en mente que su personaje fuera algo diferente al original y con un perfil de ciertos contrastes.

Mireia Mambo Bokele (Barcelona, 1989) de padres guineanos, criada en Madrid y moldeada artísticamente en Londres, representa uno de los papeles protagonistas de la obra "Sister Act", que entre el 29 de diciembre al 4 de enero convertirá el Auditorio de Tenerife en su particular convento.

El espectáculo llega a la Isla con las "oraciones" bien aprendidas, después de ocho meses de estancia en Barcelona y como "escala" de una gira por diferentes ciudades españoles donde ha recogido las "alabanzas" tanto de crítica como de público.

Esta joven artista no esconde que se considera, sobre todo, "una cantante que actúa y baila" y aunque con este musical encarna por primera vez un papel protagonista, "para mí está representando una enorme experiencia".

El hecho de revivir cada día sobre el escenario un personaje que ha marcado a tanta gente "me produce una satisfacción enorme", dice Mireia, y la ayuda a continuar una representación tras otra, pese al traslado entre ciudades, las horas de sueño, el cansancio...

"Viajo hacia un pasado que no conocí, pero que sin embargo siento vivo en mí", explica de su experiencia al meterse en el papel de Deloris. "Disfruto mucho, sobre todo cuando siento cómo la gente se contagia de alegría", dice.

Al fin y al cabo, el objetivo es que el público abandone la sala con una sensación placentera, una impresión a la que ayuda "lo bien escrito que está el guion, la ejecución de los actores, los ritmos de los años setenta...", explica la propia Mireia.

Y aunque no parezca tan "alocada" como Deloris van Cartier, esa "religiosa fugitiva" que ha tomado sus hábitos por una cuestión de vida o muerte, la protagonista echa la vista atrás y rememora lo que ha crecido desde aquellos primeros ensayos, cuando la directora le insistía en "que no controlara tanto, que me soltara".

Tampoco olvida su primer encuentro con Whoopi Goldberg, quien al verla cara a cara no dudó en exclamar "¡Qué mona es!". Y mantiene grabada como aquel día la imagen de la actriz "andando en zapatillas por el hotel cuando vino a ver nuestra representación, a pesar de que los viajes en avión le provocan auténtico pánico".

Mireia Mambo subraya en trazo grueso el título "Sister Act", sin lugar a dudas un punto de inflexión en su carrera, mientras recita pasajes de "Sueño de una noche de verano", recuerdos del West End a las órdenes de Sam Mendes, cuando los compases de aquella joven llegada de España los marcaban el sacrificio y la ilusión.