Confiesa que desde niño ha sido "un adorador de libros, un lector infatigable", aunque no se considera ni experto ni erudito en nada. Eso sí, asume ser lo que escribe, "porque las lecturas crearon veredas fabulosas en mi mente, en mi corazón de poeta y en mi soledad esplendorosa".

Horacio Bacallado (Santa Cruz de Tenerife, 1957) presentó ayer en la Sala MAC de la capital tinerfeña su primera publicación, editada por Escritura entre las nubes y prologada por el poeta y crítico literario Coriolano González Montañez, que bajo el título "Tablero de las sombras" reúne un conjunto de minirrelatos que se acompañan con dibujos surgidos por la propia mano del autor, quien a causa de una intervención quirúrgica carece de voz hablada.

En el fondo bulle el deseo de transformar su mundo en algo fantástico. "Los actos de escribir y leer representan muchas veces exactamente lo mismo; una actitud te lleva a la otra y viceversa. Lo más importante es concebir sueños mientras se está despierto".

Y fue así como empezó a escribir una especie de libro inspirado en el ajedrez, hasta el formato reproduce las dimensiones de un tablero, "en el que comentaba lo que me gustaba y sorprendía", atribuyendo la autoría de los textos a personajes imaginarios, hasta que cayó en la cuenta de que aquello se iba convirtiendo en algo muy vivo.

"Cada diminuto relato es una muestra, por decirlo así, de mi vida como escritor, un compendio de mis pesadillas y mis deseos, un esfuerzo encantado por crear algo a la vez hermoso y terrible", explica el autor.

Horacio asegura que siempre he creído que la locura habita muy cercana a la cordura; "existe cuando rompemos con los moldes que nos obligan a seguir desde el momento que alcanzamos uso de razón, pero la razón genera monstruos", recuerda citando a Goya, y, además, "una ley moral nos rige inevitablemente y evita que seamos verdaderamente libres. Y esa ilusión de libertad crea espasmos y sobresaltos de verdadera locura".

A la vista de su primera publicación afirma que nunca creyó que sus escritos "tuvieran algún valor", a pesar de que muchas veces hubo quienes así se lo decían. Eso sí, nunca ha desertado de su condición de escribidor , pero solo se atrevió a editar en los tiempos de juventud "en fanzines y revistas muy, muy marginales".

Es más, concluye que "Tablero de las sombras" es un buen libro, "nacido de la inspiración" y recuerda "lo que tengo amontonado en las gavetas después de tantos años... No sé yo... En mi caso todo se resume a la soledad: escribir para vivir o, mejor dicho, para sentirme vivo".

Los dibujos que acompañan sus relatos surgieron a partir de una estancia en el hospital de La Candelaria. "Lo cierto es que dibujo desde joven; me relaja, me ayuda a sentirme en paz" y aunque estima que estos trazos no representan nada en especial, "sin embargo muestran todo aquello que acaso las palabras no pueden expresar, si bien me temo que solo yo entiendo lo que cuentan".

El caos rige su obra y "el azar tiene un orden", una razón revoloteando en los microrrelatos, que dice "no se adueña de la conmoción de la insensatez y la locura, de las transformaciones , de los desdoblamientos... El significado literal de las palabras crea nuevas dobleces y nuevas historias que pululan en mi loca cabeza".

Horacio Bacallado descubre haber concluido una segunda parte y "sueño con muchas más". No sabe dónde llegará su obra, pero afirma que tan solo desea "seguir disfrutando los momentos que mi ser de luz hace brotar desde mis dedos con revoltoso ímpetu".