"Soy lo que siempre quise ser". Con esta frase sentencia Fernando Cabrera que su hobby es su trabajo. Atrás quedan aquellos festivales de fin de curso en el que hacía parodias de los profesores. Fue ahí donde le comenzaron a llamar las tablas.

Conocido por prestar su voz a Linguinni, de "Ratatouille", o Sheldon Cooper, de "The Big Bang Theory", este chicharrero ilustre del séptimo arte "acaba de colarse" desde la madrugada del jueves, fecha del estreno del séptimo capítulo de Star Wars, como la voz del nuevo villano de "El despertar de la Fuerza", Kylo Ren. Participante hace una semana en "Emociónate con Santa Cruz", Fernando Cabrera recuerda sus inicios para llegar a ser actor de doblaje. A sus 46 años, lleva más tiempo viviendo en un pueblo de Guadalajara, muy próximo a Madrid, que en su Tenerife natal. Junto a su hermana y sus padres, primero se establecieron en Las Chumberas, para luego mudarse a la urbanización Princesa Yballa de La Cuesta, más tarde en la calle Serrano, ya en Santa Cruz, hasta finalmente establecerse en Porlier, donde su madre mantiene su domicilio familiar.

El hecho de que siempre lo llamaran Cabrera o Fernando Cabrera hizo que omitieran el apellido de su padre, lo que le provocó no pocos quebraderos de cabeza cuando tenía que cobrar algún cheque y lo habían escrito tal cual. Eso llevó a cambiarse sus apellidos, algo que logró cuando ya su hijo menor tenía cuatro meses.

En 1991, con el BUP acabado, Fernando Cabrera puso rumbo a Madrid porque quería ser actor de doblaje. Sin embargo, no fue un inicio fácil. Tuvo un papel menor en teatro y series de moda como "Al salir de clase", pero él prefería ser actor de doblaje. "Soy tímido y con sentido del ridículo, por eso ser actor de doblaje es maravilloso porque no corres esos riesgos".

Ya en Madrid, se apuntó en escuelas de doblaje y talleres de interpretación y acudía también como oyente a algunas grabaciones. Dos años después de estar en Madrid, en 1993, el sector vivió la huelga más importante que les ha afectado y que se tradujo en una pérdida del poder adquisitivo del 60%; "ya sobre la marcha se perdía un 25%", explica Fernando Cabrera. "Antes se vivía muy bien", admite; "a diferencia de ahora, que para vivir bien tienes que hacer juegos malabares y decir que sí a todo lo que te ofrezcan". "En esta profesión, o te mueres de hambre o te mueres de sueño", bromea el actor chicharrero cuando se refiere a los altos y bajos que deben soportar.

La huelga de 1993 estuvo a punto de aburrir a Fernando Cabrera y que desechara su sueño: ser actor de doblaje. Y se volvió para Tenerife. Respecto a esos altos y bajos de demanda de la profesión, el chicharrero bromea y pone un ejemplo humorístico: "¿Sabes qué le dice un actor con trabajo a uno que no lo tiene? ¿El Barcardi lo quieres con Coca-Cola o con limón?". Y es que, cuando no estaba doblando, Fernando Cabrera trabajaba de camarero para poder subsistir. Desde 1993 y durante cuatro años volvió a Tenerife. Pero volvió a la carga y regresó a Madrid, donde hizo algo de teatro. Regresó a los estudios como oyente, para volver a coger soltura y... primeros papeles: camarero 1; taxista 4; hombre que pasaba por allí... Así lo explica Fernando Cabrera, quien agradece a Rosa Sánchez, la directora de Doblaje de "The Big Bang Theory", que le diera "el bombón" de su profesión, según admite: el personaje de Sheldon Cooper. "Aquí no eliges tú; te eligen a ti. Yo soy muy inseguro y repetiría el 90% de los cortes que realizo", añade.

La confidencialidad también es la tónica habitual en los doblajes, especialmente cuando se trata de grandes estrenos. Así, en "El despertar de la Fuerza", cuando lo grabó hace un mes y medio, solo veía en la pantalla la cara de su personaje; el resto, era cuestión de imaginarlo e interpretarlo.

Aunque la voz de Cabrera se identifique con Sheldon Cooper, el actor chicharrero sueña con poder ver en Los Ángeles la grabación de algún episodio de "The Big Band Theory". "El actor al que pongo yo la voz estoy seguro de que ni sabe que existo (se ríe); como mucho sabrán que han doblado su serie y la están proyectando en Europa".

Casado con una madrileña y padre de tres hijos ("son goditos", dice cariñosamente), el actor de doblaje admite que cuando sea mayor se ha planteado con su pareja comprarse una casita en El Sauzal. "En mi profesión, después de jubilarte, también sigues trabajando, porque hace falta doblar a señores mayores", explica.

Un espíritu crítico se deja entrever en la conversación: desde su lamento porque "en Santa Cruz nos han quitado el mar y vivimos de espalda a él", a una reivindicación para los canarios que, cuando se establecen en Madrid, ya no pueden acogerse a descuentos de vuelos para volver a tu tierra, "para ver a tu familia y amigos".