"Esta exposición es una mirada diferente a las colecciones del Museo del Prado" aseguró Fernando Pérez Suescun, comisario de la muestra "Los objetos hablan" que se desarrolla hasta el 16 de enero, en la sala de la Fundación CajaCanarias en Santa Cruz.

La colección que se exhibe en la capital, que ha sido vista por el momento por más de diez mil personas, reúne sesenta piezas, entre pinturas de las principales escuelas, española, flamenca, italiana y francesa de entre los siglos XVI y XIX y objetos de artes decorativas. Incluye pinturas de Rubens, Sorolla, Zurbarán, Murillo, Theodor Rombouts, Jan Brueghel el Viejo, Goya y Ribera, entre otros grandes maestros.

Pérez, jefe de Contenidos Didácticos del Área de Educación del Museo del Prado, explicó que esta muestra "es una mirada diferente a las colecciones del Museo del Prado y parte de un recorrido para escolares que hemos desarrollado en colaboración con La Caixa".

En este sentido, precisó que "planteamos la importancia que tienen los objetos en la pintura, como hablan de la moda, de los accesorios que utilizamos, de la gastronomía. Nos habla de mensajes secretos, como tenemos que fijarnos en los elementos que aparecen en los cuadros, porque muchas veces son la clave. Una partitura, un medallón que lleva un personaje, etcétera".

El discurso de "Los objetos hablan. Colecciones del Museo del Prado", apto para todo tipo de público por su fácil comprensión, está estructurado en cuatro ámbitos que describen sus contenidos: la clave está en el objeto, los objetos nos retratan, un mensaje escondido y el coleccionismo: de objeto de uso a objeto artístico.

También aclaró que "algunas de las piezas están expuestas en las salas del Museo del Prado y las hemos traído para la exposición, otras estaban depositadas temporalmente en otros museos y hemos levantado el depósito porque nos parecían piezas importantes para el discurso que queremos ofrecer y otras piezas las tenemos en los almacenes y gracias a estas exposiciones se pueden ver".

Un detalle importante, a juicio de Pérez, es el amplio periodo histórico que abarca la colección reunida en Santa Cruz y la posibilidad de ver piezas de épocas y escuelas muy dispares.

"Lo bueno que tiene esta exposición son las posibilidades que ofrece de hacer saltos geográficos y cronológicos. Hay cuatrocientos cincuenta años entre la pieza más antigua, que es una medalla de mediados del siglo XVI y la pieza más moderna, que es un retrato de las primeras décadas del siglo XX. También exponemos obras, como los retratos de dos mujeres con abanico, entre las que hay 300 años de diferencia. Hemos dado un salto cronológico que en El Prado es impensable, porque es un museo tradicional, que va por escuelas, por cronología. Aquí, sin embargo, pasamos del barroco español del siglo XVII a la pintura española del siglo XIX, o al mundo flamenco del siglo XVIII".

La pinacoteca nacional española por excelencia posee en sus fondos más de ocho mil pinturas, tres mil de las cuales están cedidas en depósito a museos provinciales, embajadas y otros organismos.

Los criterios de selección seguidos para dar forma a "Los objetos hablan. Colecciones del Museo del Prado" obligó a sus promotores a hacer una completa revisión de los fondos del museo para elegir las obras que mejor "encajaban" en el concepto de la muestra.

"También tuvimos que tener en cuenta las dimensiones del espacio donde iban a ser expuestas las obras. Hay obras muy interesantes, como cuadros flamencos, pero no caben en espacios de este tipo porque miden más de 5 metros de alto. Hemos metido una selección de obras que representan al museo. Tampoco hemos incorporado escultura por el volumen que tiene y porque no aportaba nada a esta exposición".

Con respecto a las ocho piezas de artes decorativas que integran la muestran, indicó que "nunca antes habían sido expuestas. Eran inéditas, como la armadura o la paleta del pintor Eduardo Rosales, con la que pintó su obra más emblemática, Isabel la Católica dictando su testamento. En esa paleta se ven los colores que utilizó el pintor. También tenemos la escribanía de plata que utilizó el director del Museo del Prado en su trabajo. Perteneció a José Madrazo hasta que cesó y la hemos guardado en el Museo hasta hoy, que la hemos expuesto".