La Compañía Nómada entrega mañana, sábado, desde las 21:00 horas y sobre las tablas del teatro Leal de La Laguna, la pieza titulada "Para regalo", un espectáculo concebido como un solo de danza contemporánea que bajo la dirección de la coreógrafa y bailarina Carmen Werner, Premio Nacional de Danza 2007, interpreta el tinerfeño Roberto Torres, y que además cuenta con la participación del también isleño y Premio Nacional de Danza 2014 Daniel Abreu, en el diseño de la iluminación.

"Conocí una vez a un hombre para quien su único afán era encontrar el regalo perfecto, se esmeraba en preparar en su mente cómo sería el envoltorio, cómo reaccionaria la persona al verlo, dónde lo pondría.

Pero no se daba cuenta de lo que a él mismo le estaba pasando, o no quería perder el tiempo reconociendo sus dolores, sus angustias ni sus miedos: era feliz así, preparando su regalo, evitando vivir su realidad.

Yo nunca se lo conté. ¡Qué difícil es decir la verdad!".

Con esta reflexión acompaña Carmen Werner la presentación de una obra que ha contado con el apoyo de la Compañía Provisional de Danza y el Centro Coreográfico de La Gomera, que han acogido el proceso creativo como puntos de residencia, además del teatro Victoria.

"Creo que lo bonito de esta pieza está en el personaje, muy lleno de cosas", confiesa el protagonista, al referirse a una personalidad que desde la dualidad de la condición humana se desenvuelve sobre la escena mostrándose tan pronto fuerte como frágil; seguro y también indefenso. "Esas contradicciones aparentes resultan inherentes a nuestra naturaleza", como si cada uno de nosotros acogiera una caja de Pandora, subraya con una pausa firme Roberto Torres.

Cuando este bailarín, coreógrafo, docente y alma mater del teatro Victoria se abraza a la piel de intérprete asegura que prefiere "no conocer nada de antemano sobre la pieza, sino ir descubriéndola". Este método tiene que ver con su propósito de no condicionarse, casi como asumir un acto de desnudez, y a partir de ese principio explorar perfiles que no le son tan habituales.

El personaje que habita la escena se presenta como "una persona que está preparando algo para otra" y mientras desarrolla este acto desprendido, cargado de amor al prójimo, "se siente responsabilizada, también preocupada, porque aquello que va a entregar se convierta en el regalo perfecto" hasta en el más mínimo de los detalles.

Y es que "este tipo de gestos, en definitiva, te devuelven el reflejo de lo que eres", señala Roberto Torres, quien sostiene la premisa de que si no existiera "ese otro" nunca llegaríamos a entendernos.

El artista tinerfeño desborda ilusión. Se percibe en el balanceo de su voz, en cómo deja suspendida la respiración. "Para mí representa un inmenso placer trabajar con Carmen Werner", una compañera en lo profesional, pero sobre todo amiga, con quien mantiene una enorme complicidad. "Me ha hecho un gran regalo", dice en relación con esta pieza que ha concebido para él.

"También yo me encuentro en un momento de madurez". Y describe Roberto Torres el arduo proceso de trabajo. "Le enviaba a Carmen la grabación de los ensayos vía internet y a la mañana siguiente ella me devolvía las correcciones".

Y descubre que le duele el cuerpo, lo asaltan las dudas... La danza es un regalo.