La escritora y psicóloga Lola López Mondéjar ha rescatado la voz de Lolita, la protagonista de la novela homónima de Vladimir Nabokov, para reivindicar su papel de víctima frente a la "versión oficial" que la presenta como una historia de amor cuando en realidad, asegura, "es una historia de violación".

"Cada noche, cada noche", editada por Siruela, es la nueva novela de López Mondéjar (Murcia, 1958), una escritora que, en una entrevista con Efe, se muestra "avergonzada" de haber interpretado la obra de Nabokov, la primera vez que la leyó, como una "historia de amor".

Hace unos 10 años, recuerda, durante una conferencia otra escritora se refirió a Lolita como una "pobre niña" y esa definición le "golpeó": en deuda con este personaje, López Mondéjar decidió escribir "Cada noche, cada noche".

En esta novela, Dolores Schiller acaba de saber que padece una enfermedad incurable y, antes de recurrir a un suicidio asistido, como ha resuelto hacer, decide revelar su secreto: cuando cumplió veinte años, su padre le hizo entrega de los diarios de su madre, fallecida al dar a luz.

Al compararlos con lo sucedido a Lolita, la protagonista de la novela de Nabokov, Dolores sospecha que su madre y la famosa niña podrían ser la misma persona.

Guiada por esta intuición, viaja hasta Suiza para entrevistarse con el protagonista masculino de la obra, Humbert Humbert, y tratar de hacerle justicia a Dolores Haze, reinterpretando su historia desde una óptica nueva.

A través de estos diarios imaginarios de Lolita, López Mondéjar explica cómo la niña fue víctima de una "doble violación", a manos de Humbert Humbert y, posteriormente, con la interpretación de este personaje como "una joven demoníaca, sexualizada, seductora, en cuyas redes los hombres no pueden dejar de caer".

"Víctima dos veces, lo que quiere su hija es contar la verdad sobre su madre, algo que le atormenta, antes de morir", señala la autora.

Para esta escritora y psicóloga, existe "una invención de la sexualidad de los niños por parte de los adultos para justificar un deseo pedófilo: en lugar de verse como lo que es, la imposición de la sexualidad adulta en el niño, se invierte y se interpreta como que es el menor el que seduce al adulto".

En "Cada noche, cada noche" se entrecruzan dos vidas, la de la madre silenciada y la de la hija que toma la palabra, dos mujeres que sufren "por una sexualidad impuesta, la primera y presidida por la ausencia de deseo sexual, la segunda", dice López Mondéjar.