El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aseguró que la escritora Harper Lee, fallecida hoy a los 89 años en Alabama, cambió el país "para mejor" con su célebre novela "To Kill a Mockingbird" ("Matar a un ruiseñor").

"La señora Lee cambió EE.UU. para mejor. Y no hay mayor tributo que le podamos rendir que seguir contando esta atemporal historia estadounidense - a nuestros estudiantes, vecinos e hijos - y seguir, constantemente, tratando de vernos los unos a los otros en nuestras propias vidas", escribió el mandatario en su cuenta de Facebook.

Obama acompañó su comentario del siguiente diálogo extracto de "To Kill a Mockingbird": "Atticus, era muy simpático""La mayoría de la gente lo es, Scout, cuando finalmente los ves".

El gobernante aseguró que la novela de Lee cambió "la manera cómo nos veíamos los unos a los otros, y la manera cómo nos veíamos a nosotros mismos" de manera más poderosa de la que podrían "un centenar de discursos".

"A través de los ojos sin corromper de un niño, nos mostró la bonita complejidad de nuestra humanidad común, y la importancia de esforzarnos para que haya justicia en nuestras vidas, comunidades y país", indicó Obama.

"To Kill a Mockingbird" se convirtió casi desde el primer día en una de las piezas clave de la literatura del sur de Estados Unidos, en la que Lee abordó hace más de medio siglo temas que hoy siguen de actualidad como el racismo, la tolerancia y la justicia.

A partir de la inocente mirada de unos niños, la historia está ambientada en un pueblo sureño de Alabama donde la hipocresía de sus habitantes condena a un negro acusado de violar a una adolescente blanca, pese a que todas las evidencias decían lo contrario.

Desde que se publicó por primera vez en 1960 por la editorial J.B.Lippincott se han vendido más de cuarenta millones de copias, es lectura obligada en las escuelas del país, y la autora cuenta con una legión de seguidores tanto en Estados Unidos como en el mundo.

La novela, con la que Lee ganó el premio Pulitzer en 1961, se adaptó un año más tarde al cine, en una cinta protagonizada por Gregory Peck y Mary Badham bajo la dirección de Robert Mulligan, que terminó llevándose tres premios Óscar en la edición de 1963.